El caso de Daniel Lozano-Camargo, a quien se le conocía solamente como “Cristian” vuelve al panorama de la persecución y secuestro de migrantes venezolanos por parte del Gobierno Estados Unidos, pues ahora resulta que este se ha convertido en el segundo caso de una persona que fue deportada por error, de acuerdo con lo que reconoció Washington recientemente.
Acontece que Lozano, de 20 años de edad, fue expulsado del territorio norteamericano, violando un acuerdo legal suscrito en 2024, donde las autoridades tenían prohibido sacarlo del país mientras que su solicitud de asilo estuviera en trámite. Sin embargo, a pesar de que la administración del presidente Donald Trump afirmó que se equivocaron, se han negado a traerlo de vuelta, por lo que aún sigue secuestrado junto con los más de 250 connacionales que fueron injustamente privados de su libertad en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
Daniel llegó a Estados Unidos teniendo apenas 17 años y solicitó asilo en diciembre de 2022, pero para justificar su deportación, el Departamento de Justicia apeló que la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 invocada por Trump sustituía el acuerdo que lo protegía de la expulsión mientras tramitaba su petición de asilo, pero ese argumento fue invalidado por de distrito de Maryland Stephanie Gallagher y ordenó que se facilitara su retorno para que pudiera acceder al proceso “al que tenía derecho”, de acuerdo con lo que reseñan algunos medios internacionales. Sin embargo, la Casa Blanca cambió su apelación, señalando que, aunque el joven venezolano regresase a Estados Unidos y su solicitud de asilo prosiguiera, esta sería denegada por supuestamente formar parte del extinto Tren de Aragua, por lo que el gobierno insistió en que su retorno era innecesario, ya que, según ellos, “no serviría a ningún propósito legal o práctico”.
Daniel Lozano-Camargo, oriundo de Maracaibo, estado Zulia, emprendió su viaje desde Colombia, donde vivió unos años con un tío. La información recabada señala que cruzó la frontera estadounidense de forma ilegal en 2022 y fue detenido por las autoridades de inmigración y enviado a un centro para menores, donde permaneció recluido hasta cumplir los 18 años. Tras ser puesto en libertad, se instaló en Houston, Texas, presentó una solicitud de asilo y consiguió un permiso de trabajo.
Pronto cumplirá dos meses encarcelado en El Salvador. Su madre, abuela y pareja insisten que no está vinculado con ninguna pandilla, pues como los demás fue estigmatizado por llevar tatuajes, entre los que destacan una rosa, unas manos en oración, una corona, los nombres de su padre y de la hija de su novia.
(Laiguana.tv)
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