miércoles, 17 / 09 / 2025
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Falleció el multiartista Juan Calzadilla, el más urbano de nuestros poetas (+Clodovaldo)

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Alguna vez, Juan Calzadilla dijo de sí mismo que si hubiese vivido en el siglo XIX lo habrían podido considerar un polígrafo, es decir, alguien capaz de expresarse en varias disciplinas artísticas. La palabra cayó en desuso, pero a este llanero le cuadraba con mucha justicia porque fue poeta, ensayista, historiador, dibujante y pintor, que ha fallecido a la edad de 94 años.

Como poeta, su temática primordial ha sido la ciudad, pero no Caracas ni su natal Altagracia de Orituco, sino una urbe misteriosa, que nunca tiene nombre.

“Para todos los que quieran saber de mí, por favor, no cuenten conmigo. Arréglenselas ustedes”. Así dejó dicho Calzadilla en uno de sus poemas. Por fortuna, esa advertencia no fue sino otra de sus finas ironías, pues era un hombre afable, dispuesto a contestar preguntas. Además, son muchos los que han tratado de saber de él y contarles a los demás acerca de este artista de la palabra y del trazo, que nació en Altagracia de Orituco en 1931 y que acaba de dejarnos, tras acumular una larga ristra de reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional del Libro.

Algunos de esos premios fueron particularmente importantes en la vida de Calzadilla. El más crucial de todos tal vez sea el primero, obtenido a principios de los años 50, cuando envió un relato a un concurso literario y lo ganó. Ese hecho lo disuadió de llevar a cabo el plan que tenía hasta entonces de dedicarse a la agricultura en una finca propiedad de su familia, allá en Guárico.

Calzadilla ha destacado por igual en la poesía y en la pintura, expresiones artísticas que para él tienen un mismo origen. “De las formas salen las palabras y al revés”, dijo, transgrediendo su propia declaración de no dar muchas pistas de sí mismo. 

Adicionalmente, fue un destacado crítico e historiador de las artes plásticas, museógrafo, investigador, curador y editor de publicaciones especializadas sobre esta temática.

“Si hubiera vivido en el siglo XIX, me hubiera podido definir como un polígrafo, que es una persona capaz de expresarse en diversas artes. Pero esa palabra no se usa ya”, dijo en una entrevista. Con un vocablo más actual, convengamos en que fue un multiartista.

El poeta
Entre los tantos que se han empeñado en saber de la creación de este guariqueño, y en hablar de él, está Luis Alberto Crespo, quien asegura que luego de entrar en contacto con los poemas de Calzadilla, el lector sensible cambia profundamente. “Tras abrevar en su obra, la realidad y la apariencia con que pretendemos aprehender nuestra idea de ser y de las cosas, nunca serán en adelante las mismas”, expresó Crespo en un sentido ensayo incluido en el libro La lectura común, publicado por El Perro y la Rana, en 2010. 

Según Crespo, Calzadilla es “el poeta más urbano entre nosotros, un maestro de poesía, un artesano de la palabra, un usuario privilegiado del humor y la ironía”.

Esa condición de poeta urbano no lo convirtió, por cierto, en el poeta de una ciudad determinada, pues según estudiosos de su obra, como Arturo Gutiérrez Plaza, en ninguno de los más de 1.500 poemas que publicó, la urbe recibe un nombre propio. “Es atópica, anónima”, explica el analista.

“Más allá de la temática urbana que la crítica ha señalado reiteradamente en su poesía, existe en él una constante búsqueda semántica, que sobrepasa cualquier eje temático, cualquier simbología”, indica Nelson Mendoza , artífice del blog del poeta pintor (http://juan-calzadilla.blogspot.com/), donde se compilan artículos, ensayos, trabajos académicos y otros materiales que se han elaborado acerca del autor de Noticias del alud y Ecólogo de día feriado, dos de los títulos entre una veintena de libros.

El referido blog es la herramienta perfecta para quien quiera conocer a Calzadilla o, como es el caso, escribir su perfil. Puede parecer una confesión de holgazanería, pero es que prácticamente no hay que hacer más nada que leer las diferentes aproximaciones que destacados intelectuales y catedráticos hacen a su trayectoria vital en este lugar del ciberespacio.

Por ejemplo, allí queda claro que Calzadilla es fundador de El Techo de la Ballena, uno de los grupos literarios de mayor resonancia en nuestra historia, que insurgió en 1961, en un país que acababa de estrenar una democracia y, al mismo tiempo, estaba estrenando una rebelión cotidiana. 

Antes de eso, Calzadilla había publicado ya una obra denominada Primeros poemas, que se distingue de casi todo lo hecho posteriormente porque se trataba de versos con métrica. Según los conocedores, el autor no solía destacar esta parte de su creación, sabría él por qué.

Volvamos con el ensayo de Gutiérrez Plaza, quien asegura que la obra de Calzadilla entró en una nueva etapa a partir de 1982, cuando publica el poemario Tácticas de vigía. De acuerdo con este estudioso, esa etapa sigue vigente hasta sus más recientes publicaciones. En ella predomina una búsqueda de la concisión, llegando casi al epigrama.

Este proceso de refinación de la palabra le concede un sello original, apartado de las influencias y “consustancial con su comportamiento existencial e intelectual”, subraya Luis Alberto Crespo.

La poeta Daniela Saidman, en otro ensayo incluido en el blog, puntualiza que una de las características de Calzadilla es que crea versos a partir de cualquier situación, por mundana que parezca. Como ejemplo, cita un poema titulado Cabecera de pista, en el que relata el desplazamiento de un avión desde el terminal de pasajeros hasta el lugar de despegue.

El pintor
Las cimas alcanzadas por Juan Calzadilla como poeta son importantes. Pero, de acuerdo con sus biógrafos, su primera vocación fueron las artes plásticas. Siempre estuvo muy cerca de la actividad pictórica y se considera a sí mismo el resultado de la influencia nada menos que de Armando Reverón. 

En sus primeras apariciones públicas como artista plástico utilizó el seudónimo Esteban Muro. Fue luego cuando comenzó a utilizar su propio nombre.

En la obra plástica de Calzadilla predominan las líneas hechas con tinta china, grafito, pastel y aguafuerte, casi siempre sobre papel o cartón, pues no fue muy amigo de los lienzos. Además, acostumbraba hacer sus trazos con el soporte colocado en forma horizontal, sobre una mesa, y no vertical, en un caballete, tal vez porque cuando se pinta así, parece que se estuviera escribiendo, sólo que en otro lenguaje. 

Para los que se empeñan en ubicar siempre a los artistas en alguna corriente, Juan Calzadilla pertenece al informalismo.

Con la misma dosis de ironía que suele observarse en sus poemas, Calzadilla se refiere a su actividad plástica diciendo que él mismo es el curador de su obra para no dejarla morir. “Es lo que hago, ser una especie de curador perpetuo de las cosas que he realizado en la vida”, declaró al diario Correo del Orinoco, a propósito de una exposición individual presentada en noviembre de 2015 por la galería Punto de Arte, en Los Palos Grandes, Caracas.

En la lista de reconocimientos obtenidos por Calzadilla a lo largo de su versátil trayectoria, destaca el Premio Nacional de Artes Plásticas, en 1997

El historiador y crítico
La otra gran faceta de Juan Calzadilla ha sido su labor como historiador del arte. Su trabajo en este campo es imprescindible para quien quiera estudiar lo que ha ocurrido en Venezuela en el campo de la plástica. Entre sus obras en esta especialidad se cuentan Pintores VenezolanosEl Arte en VenezuelaEl Ojo que Pasa; y volúmenes dedicados a grandes artistas como Arturo Michelena, Federico Brandt, Armando Reverón, Manuel Cabré, Pedro Ángel González, Braulio Salazar y Rafael Monasterios.

En 1973 formó parte el equipo que elaboró la primera edición del Diccionario de Artes Plásticas en Venezuela.

“Algunas partes de mi obra (como historiador y crítico del arte) pueden seguir teniendo alguna validez y son con frecuencia consultadas, sobre todo cuando se trata de mis trabajos monográficos sobre artistas fundamentales de las artes plásticas, pues aportan juicios e ideas para la interpretación de esos grandes creadores”, expresó Calzadilla.

También tuvo una intensa carrera como museógrafo, desde que en 1974 fue encargado del museo Emilio Boggio, del Concejo Municipal del Distrito Federal. Luego, desde esa década hasta tiempos muy recientes ha tenido funciones directivas en la Galería de Arte Nacional.

Con extraordinaria humildad, este “pintor de la palabra y poeta plástico”, como lo definió la también polifacética Ana Berta López, hace las veces de crítico de su propia obra: “Yo estoy contento en el sentido de que no todo lo que escribí o lo que realicé como artista plástico se ha perdido. No he sido completamente olvidado, como ha ocurrido con otros pintores, escritores y poetas que, aun teniendo méritos, no han corrido con la suerte de ser releídos, evaluados de nuevo y divulgados”.

[Esta nota biográfica fue publicada originalmente en la revista Épale Ccs, en 2016]

(Clodovaldo Hernández / Laiguana.tv)

 


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