A veces la necesidad de explicarnos a nosotros mismos puede llevarnos a desestimar el significado trascendental de hechos que si bien ocurren en nuestro lar, resultan ser de una gran importancia en el contexto de una historia colectiva. Es lo que ha ocurrido con la Expedición naval que Francisco de Miranda emprende el 2 de febrero de 1806, como señal definitiva del inicio de la campaña libertadora del continente americano del dominio español y que, en el imaginario venezolano, sólo parece haber tenido como objetivo el de traer y dejarnos la que es hoy nuestra bandera nacional.
Una descripción ligera y esquemática de dicha expedición se repite cada año en la prensa venezolana y es objeto de charlas en escuelas y otros centros educativos, sin que se vaya más allá de esa mera síntesis descriptiva; razón por la cual trataremos de concentrarnos aquí en una reflexión sobre el significado histórico de la misma, tanto respecto al propio proyecto mirandino como respecto al proceso de liberación de toda la América ocupada por España.
Habida cuenta de que Miranda se encontraba desde mucho tiempo atrás exiliado y separado por un océano de su patria americana, la idea de una expedición armada tomó un lugar central en su proyecto de liberación. De allí que toda búsqueda de apoyo para la realización de su plan de liberación de la América hispana tanto de parte de Inglaterra, como de la Francia revolucionaria, se centró siempre en la provisión de uno o más barcos armados; pero, exigiendo siempre, que estuvieran a su único mando. Sin embargo, poco era de esperarse que tal exigencia agradara mucho a estas potencias de vocación conquistadora.
Por el contrario, más que ayudar a Miranda a liberar al continente americano de la dominación española, ambas buscaron siempre la realización de sus propios objetivos; lo que terminaba traduciéndose en demoras inexplicables ante Miranda.
Así fueron acumulándose los años de esperanzas traicionadas y de planes frustrados, pero, más que eso, era también su credibilidad personal la que quedaba en jaque ante sus posibles aliados, tanto en Europa como en América. Sin embargo, lejos de hacerlo desistir, estos reveses no sólo lo empujarán a buscar otras alternativas sino, sobre todo, a acendrar la más importante de sus conclusiones: “Lo cierto es – resumirá él más tarde – que si la América (del Sur) por sí misma no se hace independiente, y establece su Libertad con la ayuda de sus propios hijos, los europeos y mucho menos otras potencias extranjeras nunca harán esfuerzos por su felicidad únicamente”. (Carta a Francisco Febles, agente en Trinidad, 1809).
Es con esta firme convicción que Miranda decide abandonar Inglaterra y tomar rumbo a Nueva York, a donde llega en noviembre de 1805. Trae como fondos para emprender la Expedición Libertadora, seis mil libras esterlinas obtenidas de la hipoteca de su valiosa Biblioteca y otras doce mil, provistas en préstamo por algunos amigos ingleses.
Del gobierno norteamericano sólo obtendrá la promesa de dejarlo actuar con libertad. Aunque, los que individualmente podían invertir algo en su proyectada expedición, a última hora se retractan. Sólo el naviero Samuel Ogden apostó a su triunfo y le alquiló uno de sus barcos: el Leander, proveyéndolo igualmente de un Capitán: Thomas Lewis, el cual, sin embargo, será el causante de muchos errores; sobre todo en el intento sobre Ocumare.
Es por lo tanto innegable que esta Expedición de 1806 no fue una inspiración repentina ni mucho menos respondía a ningún reto imaginario de imaginarios enemigos; era lo que había que hacer en ese momento crucial, dada la comprobación de la conducta acomodaticia de Inglaterra respecto a América y a España, de los desafueros de Napoleón en Europa, y de la crisis interna que ya sacudía al reino borbónico y que se reflejaba en América en actos de mayor opresión hacia sus habitantes. En síntesis, obedeció a una clara y definitiva conciencia de la necesidad de asumir de una buena vez las riendas del propio destino.
La prueba de que éste era el objetivo supremo perseguido por Miranda nos la da, en primer lugar, su decisión de comprometerse hasta el riesgo de su propia vida. En segundo lugar, la conciencia profunda de la identidad americana y del derecho de hombres y mujeres nacidos en esta tierra a decidir autónomamente su destino; en tercer lugar, la convicción de que sólo la unidad de los esfuerzos podría poner fin a las crueldades e injusticias cometidas durante tres siglos por los reyes de España en todo el territorio americano y, por último, la lección de moral y de compromiso que estaba siempre presente tanto en sus arengas a las tripulaciones de sus barcos, en sus convenios con los financistas de su Expedición, en sus comunicaciones con los Almirantes ingleses en el Caribe, en sus intentos de acuerdo con autoridades religiosas y políticas de la ocupación española; y, particularmente, en la Proclama que dirige a los propios habitantes de la Provincia de Venezuela que encontraría en su camino; en este caso de Coro y la Vela, y sobre los cuales no hace distinción de ninguna índole:
“El opresivo insensato gobierno, que obscurecía (nuestras) bellas cualidades, denigrando con Calumnias nuestra modestia y carácter, consiguió también mantener su abominable Sistema de administración por tres Siglos consecutivos … Valgámonos, pues, de estas mismas estimables prendas, para que expedidos los pocos odiados agentes del gobierno de Madrid, podamos establecer el orden Civil necesario a la consecución de tan honrosa Empresa – La recuperación de nuestros derechos como Ciudadanos y de nuestra Gloria nacional como Americanos Colombianos, serán acaso los menores beneficios que recojamos en esta tan Justa, como necesaria Determinación. Que los buenos e inocentes Indios, así como los bizarros Pardos, y morenos libres crean firmemente que somos todos Conciudadanos, y que los Premios pertenecen exclusivamente al mérito y a la Virtud – en cuya suposición obtendrán en adelante, infaliblemente, las recompensas militares y Civiles, por su mérito solamente… Fecha en el Cuartel General de Coro a 2 (sic) del mes de agosto de 1806 FRAN. DE MIRANDA”.
(Carme Bohórquez)
Más noticias y más análisis de LaIguana.TV en YouTube, X, Instagram, TikT
También para estar informado síguenos en:
Telegram de Miguel Ángel Pérez Pirela https://t.me/mperezpirela
Telegram de Laiguana.tv https://t.me/
WhatsApphttps://whatsapp.com/
El portal de Venezuela.