martes, 26 / 08 / 2025
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Miranda y los patriotas argentinos

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Algunos escritos sobre la vida y obra de Francisco de Miranda han atribuido a su influencia la simultaneidad con la que se dieron los movimientos independentistas en Nuestra América. Sin duda que movimientos de tanta trascendencia como la de romper con 3 siglos de dominio colonial ameritan causas mucho mayores que la influencia del pensamiento liberador de un solo individuo; aunque también es justo decir que esa afirmación sobre la influencia de Miranda en dichos procesos no está del todo desencaminada.

Las primeras dos evidencias que hay que tener presentes son el gran interés mediático que despertó en América y en Europa su expedición de 1806, y la persistencia de Miranda en seguir adelante con su proyecto liberador, a pesar del fracaso de la Expedición de 1806. Pruebas de lo cual se encuentran en la correspondencia que seguirá manteniendo, tanto con el Primer Ministro como con el Parlamento inglés, instándolos a que retomen la discusión de su proyecto liberador; el cual, contrario al de Home Popham, sí responde a las necesidades e intereses de los propios americanos. A tal efecto y dado que quedaban cosas importantes que resolver en Trinidad sobre su Expedición Libertadora, tales como el destino de la tripulación y del propio Leander, en noviembre de 1806 decide enviar a Londres como representante especial al Conde de Rouvray; uno de sus hombres más capacitados para tal negociación. Un año después, él mismo llegará a Londres.

Si bien Miranda se ve obligado a retomar sus contactos con Inglaterra, a sabiendas de que las decisiones de sus autoridades no obedecen al deseo de que todos los pueblos del mundo se hagan libres, sino al provecho comercial que ellos puedan obtener, la aprobación del Parlamento inglés se presentaba como la última posibilidad que quedaba para organizar una nueva expedición a Suramérica. Sobre todo, sabiendo ahora que el deseo de independizarse se había extendido por otras regiones de América y que muchos americanos lo veían a él como centro e inspiración de tales proyectos de liberación; como bien lo prueba la intensificación de su correspondencia con patriotas mexicanos, neogranadinos, quiteños, argentinos e incluso brasileños.

Con algunos de estos patriotas ya Miranda se había reunido en Londres; con otros, entrará en contacto por escrito. Algunos de ellos buscarán, como él, la liberación total de su provincia; otros, esconderán tras supuestos planes de libertad, la oportunidad de hacer dinero; pero, en todo caso, también éstos contribuyeron a difundir la idea de la necesidad de un movimiento general por la libertad de toda Suramérica.

En el caso argentino, la correspondencia más intensa se dio con Saturnino Rodríguez Peña, hermano de uno de los líderes más destacados del momento, como lo fue Nicolás Rodríguez Peña. Otros, como Manuel Aniceto Padilla, quien a pesar de servir de correo clandestino y hasta de viajar a Londres en 1808 donde se gana la confianza de Miranda, terminó por aprovecharse de la misión encomendada para lograr una pensión del gobierno inglés y desaparecer luego. Entre esos dos extremos varios argentinos arriesgarán sus vidas y comenzarán a conspirar. En todo caso, ese año de 1808 será para Miranda el año de mayor actividad subversiva y epistolar con americanos de varias latitudes; y de la cual los venezolanos sólo hemos conocido sus cartas al Marqués del Toro. Aprovechando que Brasil no estaba bajo control de las autoridades españolas, Miranda dirigía su correspondencia para el sur de América a Río de Janeiro; donde tenía seguros contactos. A esa ciudad había llegado en febrero de 1807, Saturnino Rodríguez Peña, quien muy descontento con el gobierno español en Río de la Plata, había apoyado la ocupación de Buenos Aires por los ingleses; al punto que, una vez retomada la ciudad por españoles y residentes, Rodríguez Peña siguió manteniendo contacto con el Mariscal Beresford, detenido en Luján, hasta que el nuevo Virrey, Liniers, dió la orden de apresarlo; lo que lo lleva a huir hacia Río de Janeiro. Instalado allí, entra en contacto con otros patriotas con los cuales Miranda ya mantenía correspondencia y de inmediato se suma a ellos.

En abril de 1808, Miranda le dirige una carta instándolo a que contribuya a que se den los pasos necesarios para “la absoluta emancipación de su país … y de todo el Continente Colombiano”. Tres meses más tarde, el 24 de julio de 1808, Miranda envía una carta al Cabildo de Buenos Aires, similar a la que ya había enviado a Venezuela a través del Marqués del Toro. Allí, los felicita por haberse opuesto al Virrey español, pero también por no aceptar la presencia de los invasores ingleses, entre los cuales Popham; y les pide que copia de dicha carta sea también enviada a los Cabildos de Chile, Perú y Quito.

Un año después, Miranda le hará llegar al Cabildo de Buenos Aires y al propio Rodríguez Peña su propuesta de Constitución para esa Colombia que nacería libre de toda dominación extranjera. Esa propuesta de Miranda, como ocurrió en casi todos los lugares a donde la envió, será entregada al nuevo Virrey Santiago de Liniers, quien la someterá a discusión de la Audiencia de Buenos Aires; la cual decide marcar distancia y dar noticia inmediata a los funcionarios españoles en Lima.

Miranda entrará también en contacto con Felipe Contucci, quien había sido enviado a Río de Janeiro como parte del movimiento que veía en la Princesa Carlota una alternativa al dominio español. Sin embargo, fuera de esta misión, Contucci servía también como agente de “una poderosa Junta de americanos celebrada secretamente en Buenos Aires”, de la cual da noticia a Miranda: “Me gustaría enviarle una relación exacta de la condición actual de las provincias del Río de la Plata … estamos trabajando para calmar esos desórdenes internos que agitan a los colonos y que ocasionaron mi misión ante la Princesa Carlota. Aunque esta misión no ha tenido los mejores resultados, nos ha permitido, afortunadamente, seguir con la debida cautela, los pasos de V. E. que conducen al camino más justo y útil para mis amados americanos … ¡Oh, si los sudamericanos tuvieran tan sólo la satisfacción de ver a Vd. a su lado, cuanta sería su gloria!

En su respuesta a Contucci, el 1º. de mayo de 1809, Miranda le agradece el favorable concepto con que lo honra, así como las buenas noticias que le comunica sobre las Provincias de Argentina y le confiesa que queda expectante de su llegada a Buenos Aires y del resultado de su misión … “para tomar la resolución que convenga en una posición tan crítica y peligrosa como lo es la actual para nuestra América”; y cierra la carta con esta declaración: “Yo soy y seré perpetuamente acérrimo defensor de los derechos, Libertades e Independencia de nuestra América – cuya honrosa causa defiendo y defenderé toda mi vida; ¡tanto porque es justa y necesaria para la salvación de sus desgraciados habitantes, como porque interesa además en el día a todo el género humano! – Cuenten ustedes, pues, conmigo, hasta la última hora”.

(Correo del Orinoco)


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