sábado, 13 / 09 / 2025
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“Para mí escribir es un juego, pero un juego en serio”: Giordana García se siente en El Sofá

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De vivir en una casa llena de juguetes en Mérida pasó a habitar un mundo lleno de letras.

Giordana García es licenciada en Literatura, pero más allá del canon académico, es una poeta y autora de varios libros y de proyectos editoriales. Los poemas que ha escrito circulan dentro y fuera del país como una de las exponentes de las letras contemporáneas de Venezuela.

—Gio, es cierto que tú todas las mañanas trotas y que te pones audífonos para que nadie te moleste, porque no te gusta que te vayan hablando mientras caminas…

—¿Quién te contó eso? Creo recordar cómo fue que se coló ese chisme. Pero sí, algo de eso hay.

—¿Tú caminas todos los días?

No todos los días, hoy lo hice, ayer también. Antier también, pero la semana pasada no lo hice ningún día. Entonces tengo mis altibajos, pero los audiolibros han sido el último estímulo para ir a caminar con audífonos todas las mañanas, 6:00, 7:00 de la mañana.

—Me pusiste la idea esa de que yo también a veces hago ejercicios, pero tampoco soy así de tener rutinas a diario…

—No me mata la disciplina. Creo que tengo más disciplina para otro tipo de cosas más que para el ejercicio.

—Mira Gio, tú eres merideña…

—Sí.

—Hija de jugueteros merideños…

—Sí, algo así, algo así.

—Pero entiendo que tus padres son de aquí de Caracas y se fueron para Mérida.

—Mis padres son de Caracas, mi papá ya falleció, era químico, lo estudió en la “Química Industrial”, antes de que la cerraran, y se fue a Mérida, conoció a mi mamá. Y se fue a Mérida un poco huyendo. Un poco huyendo, creo yo, de las exnovias. Era muy guapo él, y bueno, se fue a Mérida y allá se instaló, allá nos tuvo a nosotras, somos tres hermanas, y dejó la química y armó, creó una juguetería. Realmente era un comerciante de juguetes, pero de juguetes educativos.

—Qué loco, dejó un mundo estructurado como la química para vender juguetes…

—Sí, y bueno, dejó Caracas, dejó la vida que tenía de parrandero y jugador. Bueno, no tanto, pero sí, y fue un gran padre, pues, realmente yo tuve la suerte de crecer con todos esos juegos alrededor. Y con él sentado a mi lado, ayudándonos siempre a terminar los juegos. O sea, nunca lo olvidaré, sobre todo porque la vida, generalmente, de esta sociedad hace que los papás, casi siempre los papás varones, o el papá esté fuera y esa tarea siempre es de la mamá. Tener el privilegio de tener un papá que se siente a jugar, a veces puede ser, es un privilegio, ¿no?

—¿Qué te aportó a ti el juego? Eso de estar en un espacio de juego como constante…

—Bueno, yo creo que… ahora que lo analizo, pues, y tengo que pensarlo, de mi necesidad y mi deseo de escribir y de leer con tanto afán y de irme por el mundo de la literatura, tiene que ver con el juego, porque para mí escribir es un juego, pero como decía Cortázar, un juego serio, es un juego que te angustia, como a los niños, o sea, que no hay nada más importante que jugar. No es importante bañarse, ni ir a cenar, es importante el juego para un niño. Bueno, igual pasa con la literatura, bueno, tú lo sabes, la angustia de la página en blanco, la angustia de terminar algo, la angustia para mí, además, yo lo mezclo mucho con la edición, la angustia de publicar a otro, a otra de una manera bien hecha. O sea, todo el mundo literario está, para mí, atravesado del juego, del juego serio.

—Gio, el sueño hippie de los que vivimos aquí es irnos pa’ Mérida. Aquí todo el mundo ha soñado alguna vez con irse pa’ Mérida, comprarse un terreno, pero este pasó al revés, tú te viniste pa’ acá, pa’ Caracas…

—Igual yo sueño con volver, o sea, tengo mi sueño hippie ahí, reload. Quiero volver y llevar a mis hijas allá, a vivir a Mérida y, bueno, comprar un terreno y todo eso, pero hay que tener los cobres. Pero sí yo me vine porque yo me gradué, eso fue como en el 2003, 2004, y justamente estábamos en un momento político muy interesante en el país, ¿no? Creo yo que la ebullición de todo lo que era el proyecto de la Revolución Bolivariana,  bueno, lo que es, pero en ese momento estaba completamente sucediendo desde el comienzo, se estaban creando los fundamentos, estaba Chávez, de alguna u otra manera, también transformándonos a nosotros con ese don comunicador que tenía, mientras iba apretando las tuercas y viendo cómo armar un proyecto, o sea, estaba armando el proyecto y nosotros, yo tenía 20 años, nos sentimos de alguna manera convocados, convocados a participar en la construcción de ese proyecto, de hecho no existía el Ministerio de la Cultura, yo me gradué, y busco trabajo en el CONAC, que se estaba transformando en el Ministerio de la Cultura, y me vi imbuida, de pronto, en el barco de la creación de un Ministerio, de una editorial como el Perro y la Rana, y bueno, aquí me quedé, me quedé en Caracas, yo venía a probar, un ratico nada más.

—¿Qué te dejó esa experiencia?
—Aprendí en el Perro y la Rana el oficio de editar libros, porque eso no lo aprendí en ninguna carrera de Letras, lo aprendí en el Perro y la Rana, además, desde una amplitud que nos dio el presidente entonces, Miguel Márquez, a todos los chamos que entramos todos de 20 años, de, bueno, ustedes creen, propongan, hagan, denle, y nosotros le dimos, pues, y salieron 20 colecciones.

Giordana acaba de publicar un nuevo poemario titulado “Bajo el rezo animal” y otro está a las puertas de publicarse. Por eso te invitamos a que veas la entrevista completa en El Sofá, de Laiguana.tv.

(Laiguana.tv / @ernestojnavarro)


 

 
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