sábado, 27 / 09 / 2025
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ONU: Escenas icónicas de la depravación del imperio y su “comunidad internacional” (+Clodovaldo)

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Estados Unidos siempre ha pisoteado los principios que proclama: democracia, libertad, derechos humanos, libre mercado y muchos otros. Siempre lo ha hecho, es parte de su naturaleza, pero en tiempos en que tiene de líder a un señor como Donald Trump, todo se hace más evidente, más grotesco, incluso caricaturesco.

En estos últimos días, este rasgo chabacano y ramplón del imperialismo se ha expresado un montón de veces. Revisemos algunas de las escenas que muestran en toda su miseria al magnate anaranjado, al poder imperial que él representa y la llamada “comunidad internacional” que lo sostiene.

Escena 1: El emperador en modo Nerón o Calígula

El comportamiento y hasta el lenguaje verbal y gestual de Trump evocan a los más extravagantes y degenerados emperadores romanos. Hubo muchos, pero la fama la tienen, entre otros, Nerón y Calígula. Sin embargo, él se mira al espejo y ve a todo un Marco Aurelio, un gobernante-filósofo.

De semejantes disonancias surgen discursos como el que dio ante la ONU, en el que afirmó ser infalible o, como decía un amigo humorista: “Sólo me he equivocado una vez en la vida, y fue el día que pensé que estaba equivocado”. Bueno, en su descargo, hay que acotar que hubo una sospechosa falla en el teleprompter, que se tornó más maliciosa aún si se considera que antes, este Nerón-Calígula-Marco Aurelio se había quedado varado en la escalera mecánica.

Escena 2: El matón pacifista

Trump reivindica las ejecuciones extrajudiciales y, acto seguido, reclama su Premio Nobel de la Paz. La caricatura se hace sola: el tipo sube a la tribuna de oradores de la ONU, se vanagloria de estar matando presuntos narcotraficantes-terroristas trendearagueños en alta mar, sin siquiera un previo “¡Detente, te dije que te detente!” —como en aquella canción de Medioevo sobre los motorizados—. A renglón seguido, tras reivindicar las ejecuciones extrajudiciales de su “supremo ejército” (así lo llamó), el pistolero sopla el cañón del arma, la guarda en la cartuchera y se queja porque la ONU no lo ha reconocido como el gran pacificador del planeta. Todo indica que no va a dejar de matar gente hasta que le den su premio.

Escena 3: “Amarren a su loco”

Al Agente Naranja se le ocurrió agregar un nuevo cargo a la lista contra Venezuela. Según él, por acá no solamente vaciamos las cárceles para enviar a los malandros a EEUU, sino también los centros de salud mental.

Ignoro si en EEUU existe un refrán que refleje la misma idea, pero acá, en situaciones como esa, nos preguntamos a quién se le ocurre llevar chivo pa’ Coro. Explico el adagio para cualquier gringo curioso de nuestra idiosincrasia: es absurdo llegar a un sitio con la mercancía que más abunda en ese lugar. Y basta con echarle un vistazo a las noticias diarias de EEUU para entender que allá la demencia es pandémica.

[Bueno, tal vez a Trump lo asiste algo de verdad en esto de los enajenados mentales venezolanos que han llegado por allá. Si a cualquiera de nosotros nos mostraran, por ejemplo, los videos de Orlando Urdaneta, Franklin Virgüez o Nitu Pérez Osuna, ¿qué más podríamos pensar sino en que alguien dejó abierta la puerta del manicomio?  No obstante, hay que dejar constancia de que ellos y ellas se autoexportaron… Pero ese es otro tema].

Escena 4: El emperador viejo y gordo se burla de una señora

En un breve mensaje de red social, el presidente de la superpotencia se dibuja a sí mismo tal cual es: alguien que cree pertenecer a una raza superior, que menosprecia a las mujeres y odia a los pobres. Se burla de una señora gorda venezolana, de clase popular, que está incorporada a los entrenamientos defensivos para hacer frente a una hipotética agresión estadounidense. Dice, cual niño en una escuela, que “¡ay, sí, estoy chorreao!”.

Trump, aparte de ignorar su propio peso y edad, pasa por alto ciertos hechos históricos: el poderosísimo ejército estadounidense ha sido derrotado varias veces por milicias de gente no blanca, sin mayor entrenamiento militar, harapientos y en chancletas.

También olvida que varios catires jóvenes y fortachones, integrantes, como mercenarios, de la chambona Operación Gedeón, terminaron acostados boca abajo en la orilla de la playa de Chuao, sometidos por gente del pueblo.

Escena 5: Amapuchemos al exterrorista decapitador

Que nadie vaya a pensar que todo lo anterior es síntoma de una degeneración moral exclusiva del emperador anaranjado. Él lo expresa de la forma más estrafalaria y monstruosa, pero la característica abarca a toda la élite de las llamadas democracias occidentales, esas que se presentan como ejemplo egregio para el resto del bárbaro planeta.

No es una sola, son varias escenas, pues todos pugnaron para reunirse y fotografiarse con Ahmed al-Sharaa, reconocido como presidente de Siria, hasta no hace nada llamado Abu Mohammed al-Golani, un temible terrorista que decapitaba cristianos y pateaba las cabezas. El sujeto era jefe de uno de esos engendros de la CIA, el Mossad y los radicalismos islámicos, llamados Al Qaeda, ISIS, Al-Nusra, Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y así, por el estilo.

El caso de este elemento entró ya a la antología de las reingenierías de imagen, pues pasó de ser un despiadado asesino con turbante, por quien ofrecían recompensa de 10 millones de dólares, a un yuppie vestido de diseñador que se pasea por Nueva York, la misma ciudad que, según la historia oficial, fue atacada arteramente por Al Qaeda.

En el manojo de escenas referidas a antes al-Golani y ahora al-Sharaa, está una que demuestra que el sistema internacional octogenario está colapsado. La ONU ha calificado como organizaciones terroristas a Al-Nusra y HTS, pero le permitió a este hombre subir al estrado y hablar de paz, concordia y reconciliación.

Entre los que se acaramelaron con el cortacabezas sirio estuvieron el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio; la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa; el secretario general de la ONU, António Guterres y el rey de España, Felipe VI. Quedó otra vez demostrado que la cáfila del poder occidental aplica aquella frase atribuida a Groucho Marx: “Estos son nuestros principios; si no le gustan, tenemos otros”.

[La prensa global, siempre orquestada con sus poderosos dueños, inventó una categoría desvergonzada para mencionar a al-Golani o al-Sharaa: exterrorista. Ya solo falta que le digan exasesino, con lo cual, supone uno, los muertos que él mató pasarán a ser exmuertos. Pero, de nuevo, no es el tema central].

Escena 5: El genocida habla en la ONU

Tal vez la imagen más icónica de todas las relacionadas con la Octogésima Asamblea General de la ONU sea la del genocida Benjamín Netanyahu hablando en la tribuna de honor, negando la masacre y anunciando que seguirá adelante con ella.

Más allá del hecho de que la mayoría de las delegaciones nacionales abandonó la sala, un gesto que demuestra el repudio mundial al genocidio, vale preguntarse, con palabrita incorrecta incluida, ¿qué coño hacía un asesino de niños en un recinto como ese?

Según la Carta de la ONU, su misión es procurar la paz, la seguridad, el respeto a los derechos humanos y garantizar la ayuda humanitaria a las poblaciones afectadas por la guerra o los desastres socio-naturales. Entonces, al jefe de una pandilla que viola todos esos nobles propósitos no deberían permitirle ni siquiera entrar como público de galería.

Por otro lado, sobre Netanyahu pesa una orden de captura de la Corte Penal Internacional desde finales de 2024, por crímenes de guerra y de lesa humanidad, entre ellos hacer morir de hambre a miles de personas, incluyendo niñas y niños. Si bien la CPI no es un organismo de la ONU, ambas entidades tienen una relación directa, normada en 2004 y hasta una oficina de enlace. Entonces, ¿por qué este prófugo de la justicia internacional puede presentarse en la ONU como si nada?

Escena 6: Petro se calienta

Bueno, no todo en la ONU fueron matones (o exmatones) ni gente que se hace la idiota o que se arrastra servilmente ante ellos. También hubo discursos tan memorables para las luchas populares que hicieron recordar los del Che Guevara, Fidel y Chávez.

El más notable fue el de Gustavo Petro, tantas veces acusado —y no sin razón— de ser demasiado tibio, pero que en esta oportunidad se calentó horrores y habló en nombre de todos los países oprimidos por las guerras, los genocidios, las agresiones unilaterales y las sanciones de quienes quieren mantener su hegemonía.

Habló de los misiles lanzados sobre embarcaciones civiles en el Caribe o sobre gente hambrienta en Gaza; fustigó a la sociedad rica, blanca y racista que se cree la raza superior o un pueblo elegido de Dios; cuestionó la fracasada guerra contra las drogas y dijo que “necesitan violencia para dominar a Colombia y a América Latina, necesitan destruir el diálogo y lanzar misiles asesinos sobre jóvenes pobres en el Caribe”.

Afirmó que “este recinto es testigo y cómplice de un genocidio”, y propuso formar un ejército multinacional para defender a Palestina ante la agresión sostenida por Israel, avalada por EEUU. 

Mientras Petro decía que la política antidrogas de Trump es dirigida o asesorada por aliados de la mafia de la cocaína, del paramilitarismo narcotraficante colombiano, la delegación de EEUU se retiró de la sala. ¿Qué mejor imagen para demostrar que el mandatario nuestroamericano estaba soltando verdades a chorros?

(Clodovaldo Hernández / Laiguana.tv)


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