Escribo estas líneas desde la primavera eterna de Caracas, y desde un país cuyo pueblo valeroso resiste en medio de acosos, ataques y provocaciones de todo tipo, incluso ahora bélicas. Estamos luchando a esta hora testarudamente por mantener la paz, el más preciado de los bienes. Solo en ocasiones como la que estamos viviendo se comprende cuán difícil es mantener el sutil equilibrio de la paz.
Los venezolanos y las venezolanas luchamos cotidianamente por no caer en la psicología de la guerra llevada a cabo por el gobierno imperial de Donald Trump y su brutal plataforma tecnológica de la muerte.
Hoy día, en la Patria de Bolívar, cuando un niño y niña venezolanos va a la escuela cada mañana, está desafiando el terror cotidiano que trata de inocular el imperio de los Estados Unidos contra todo un pueblo. Hoy día, mientras un pescador venezolano se adentra en alta mar, está desafiando a ocho destructores estadounidenses, un submarino nuclear, aviones caza frente a sus costas y mil doscientos misiles apuntando contra gente de paz. Hoy día, cuando un agricultor ara la tierra de sol a sol, está desafiando los intentos coloniales por hambrear a todo un país.
Hoy día, mantener la cotidianidad, la normalidad y la paz, es un acto subversivo, de resistencia, rebeldía y afrenta contra los vientos de guerra que soplan desde el norte.
En medio de este contexto, se me ha dado la responsabilidad de asumir la Coordinación Internacional de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, herencia histórica de los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.
Si hace 20 años, al momento del nacimiento de esta Red, la lucha por la humanidad era una tarea trascendental, hoy día se convirtió en una lucha por la supervivencia misma. ¡Vaya qué sentido de futuro tuvieron ambos líderes! Ellos convocaron a los hombres y mujeres de intelecto e ideas, de arte y belleza, de solidaridad, para juntos, como un solo puño, levantarse mundialmente para hacer más humana la humanidad, como cantaba nuestro gran Alí Primera.
El genocidio en Gaza, transmitido en live no es solo maldad. Es la sistematización de la maldad. Es un ataque alevoso contra la humanidad toda. Es un mensaje claro contra todos los pueblos del planeta. La cacería de nuestros migrantes en las calles de los Estados Unidos no es una política coyuntural, o solo el desvarío de un puñado de supremacistas. No. Es el plan racional y sistemático del neofascismo en su etapa de expansionismo planetario.
El bloqueo —o medidas coercitivas unilaterales— contra países como Venezuela y Cuba es un muy bien maquinado y racional acto de guerra total, no solo contra nuestras economías, sino contra la psique, el espíritu y el alma misma de nuestros pueblos. Los supremacistas ya no quieren solo someternos y esclavizarnos como otrora, no. Quieren también aniquilarnos física y espiritualmente. Los pueblos del sur del mundo estamos de más en sus muy bien pensadas ecuaciones. No nos quieren en el planeta y, por cierto, tampoco quieren al planeta. Ellos no están locos. Ellos practican, al pie de la letra, un plan imperialista, neofascista y expansionista en su etapa de decadencia terminal.
Sin embargo, hay que aclarar que dicha guerra total la han declarado contra los pueblos del sur del mundo, incluso cuando el sur se encuentra en el norte.
Trump, días hace, en un discurso en la base del Cuerpo de Marines de Quántico en Virginia, le declaró la guerra a Venezuela, pero también al pueblo de Chicago. Amenazó en la misma alocución a los venezolanos y a los soldados estadounidenses negros, latinos, «gordos» y mujeres.
No tengamos la menor duda: la guerra total es contra la humanidad.
Desde esta Caracas amenazada, desde esta Venezuela acosada durante 25 años, a través de intentonas de golpes de Estado, paros petroleros, gobiernos paralelos, intentos de magnicidios, invasiones, blackouts eléctricos, bloqueos económicos, comunicacionales, diplomáticos, y en nombre de la humanidad que somos, los insto a luchar por la dignidad de nuestros pueblos, por la vida en la Tierra, por la igualdad y la verdadera libertad de la Patria, las Patrias, la Patria grande, a través de nuestra Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales.
Desde nuestra Venezuela estamos haciendo lo propio, luchando y resistiendo con una nación que no se ha dejado doblegar, una economía que no se ha dejado aplastar, y un pueblo que lucha con trabajo cotidiano, con votos en elecciones, e incluso con armas, si fuese necesario, a través de millones de venezolanos y venezolanas que nos hemos alistado, entre los cuales me cuento.
Caracas, 12 de octubre de 2025
(Miguel Ángel Pérez Pirela)
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