sábado, 1 / 11 / 2025
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Parte 2 | EEUU y sus marionetas también subestiman a la FANB y a los cuerpos de inteligencia (+Clodovaldo)

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El poder imperial y sus delegados locales no sólo han subestimado a los líderes civiles y a las organizaciones políticas y populares del chavismo, sino que también han extendido su actitud de minusvaloración a la institución militar y a los aparatos de inteligencia y contrainteligencia del Estado venezolano.

En paralelo a ese desdén, sobrestiman su propia influencia en el estamento militar, así como sus capacidades para infiltrar los sistemas de seguridad del gobierno.

Adicionalmente, aunque nadie duda de que el antichavismo internacional y nacional cuenta con un colosal aparato mediático y de redes sociales, hay muchos indicios de que también respecto a la potencia de esa maquinaria incurren en el vicio de la sobrestimación.

Con estos tres aspectos quedará completa la revisión que nos propusimos hacer sobre el fenómeno de la subestimación del chavismo y del pueblo civil y militar por parte del poder imperial y de la oposición venezolana, un factor común de todas sus derrotas.

La subestimación en el campo militar

El militar es uno de los campos fundamentales en los que el poder imperial y sus representantes locales han incurrido en el error de subestimar al chavismo.

En 2002, tanto en el golpe de Estado como, posteriormente, en el intento de “insurrección militar por goteo”, en la plaza Altamira, la oposición y sus poderosos medios de comunicación claramente subestimaron el ascendiente de Chávez dentro de la FANB y sobreestimaron la influencia y la capacidad de movilización de tropas de los oficiales de alto rango ultraderechistas, anticomunistas o viudos del bipartidismo que había sido desplazado en 1999.

Cuando estos jefes militares se lanzaron al ruedo político, fueron derrotados por Chávez y los oficiales bolivarianos. Los generales y almirantes que se pavonearon el 11 y 12 de abril no aguantaron la presión del contragolpe popular y militar. Muchos de ellos quedaron convertidos en comodines mediáticos y participaron luego en la vergonzosa puesta en escena de Altamira, que se desinfló paulatinamente o “se cocinó en su propio jugo”, como dijo el comandante Chávez.

Ese montaje, fundamentalmente mediático, incluía figuras religiosas y faranduleras. Había una mescolanza de símbolos para tratar de darle fuelle a estos oficiales que, en realidad, como se dice en términos beisboleros, no tenían nada en la bola. Para colmo, varios de ellos, como el siniestro general Felipe Rodríguez, alias “el Cuervo”, terminaron revelándose como peligrosos criminales en oscuros episodios que, incluso, costaron la vida a varias personas. 

Durante los primeros años del gobierno, los flamantes militarólogos opositores aseguraban que el presidente no podría nunca ejercer el liderazgo militar porque “apenas” era un teniente coronel. En su afán de menospreciarlo, nunca quisieron entender la verdadera dimensión de Chávez, un auténtico comandante en jefe dentro y fuera de los cuarteles.

La tendencia a subestimar el control del chavismo sobre el componente militar se agudizó con la muerte de Chávez. Si en el campo civil la derecha tuvo expectativas de que la ausencia del líder fundamental significaría la debacle del chavismo, con más razón lo pensaron en la esfera castrense. Sacaron un cálculo de aparente sentido común: Chávez, como militar de carrera, conocedor profundo del pensamiento castrense, había logrado dominar las corrientes internas de la FANB, pero Maduro no lo conseguiría, por proceder del mundo civil. Otro grave error.

La realidad es que el presidente Maduro ha logrado consolidar a la FANB como uno de los pilares del proceso político, capeando varias tempestades que, tal como ocurrió en abril de 2002, le permitieron purgar las filas castrenses de disidentes de cuidado. En ese logro ha sido clave el liderazgo interno del general en jefe Vladimir Padrino López, quien en el actual trance de amenaza estadounidense ha estado en la vanguardia.

Recientemente, en medio del fragor de la guerra psicológica, de las provocaciones de EEUU y sus ejecuciones extrajudiciales en el Caribe, Padrino López lanzó una proclama que ha levantado rocha. Dijo que la FANB no va a permitir en Venezuela un gobierno subordinado y genuflexo ante los intereses estadounidenses y, para remachar, acotó: “Interprétenlo como quieran interpretarlo”.

Los mensajes del general en jefe Padrino López siempre son muy contundentes, pero este lo ha sido de una manera muy especial. Deja claro el enfoque antiimperialista de la FANB, un cambio estructural respecto al antiguo estamento militar, vigente hasta 1999, y muy diferente también a casi todas las demás fuerzas armadas del vecindario nuestroamericano.

No es casual que la estrategia del poder imperial y del sector extremista de la oposición se haya enfocado con tanto énfasis en la FANB, tratando de criminalizar a sus altos mandos y de generar disidencias en los cuadros medios. Todo el montaje del Cartel de los Soles apunta en esa dirección. Buena parte de las mal llamadas “sanciones” han estado dirigidas contra militares, con el propósito de conseguir un quiebre en la unidad interna.

La dirigente ultraderechista María Corina Machado se ha empeñado en acusar a los altos mandos de la FANB de lazos con organizaciones criminales, y, al mismo tiempo, pretende conquistar el apoyo de sectores internos de la institución.

Desde dentro de la misma estructura enemiga de Venezuela han señalado que Machado fue la autora de la infamia del Tren de Aragua y el Cártel de los Soles, los dos argumentos que ha esgrimido la administración Trump contra los migrantes venezolanos y para declarar al gobierno bolivariano como una organización terrorista.

Machado, en algunos de sus mensajes a la institución militar, expresa, sin diferencias notables, la doctrina de EEUU para las fuerzas armadas de América Latina y el Caribe. Ella aspira a reimplantar el control ideológico estadounidense sobre nuestra institución militar, vale decir, restaurar el statu quo existente antes de 1999.

 Cada vez que ella y otros voceros de la oposición cuestionan a la FANB, dicen que han sido cooptadas por Rusia, China, Irán y —por supuesto, no puede faltar— Cuba, es decir, los países adversarios de EEUU en un mundo multipolar que ya no tiene vuelta atrás. También se empeñan en denunciar falsamente que la institución armada venezolana está en manos de las FARC, el ELN, Hezbollá o Hamás, es decir, formaciones que, en diferentes momentos de la historia, han aparecido en el sur global como respuesta a gobiernos opresivos del capitalismo, el sionismo y las oligarquías.

No es casual que ella, a través de su organización política no registrada legalmente, Vente Venezuela, haya firmado un convenio con el partido israelí Likud, que lidera el genocida Benjamín Netanyahu, a quien ha pedido ayuda para derrocar al gobierno bolivariano.

Podemos afirmar, entonces, que la actitud de la representante del poder imperial respecto a la FANB no es ni siquiera de menosprecio, sino de criminalización, aunque en una conducta aparentemente bipolar, pues luego hace llamados a los militares a que la acompañen en su causa.

Machado, al menos declarativamente, asegura tener a su favor a la mayor parte de la FANB y su gigantesco aparato de propaganda en redes sociales y en los medios de comunicación internacionales lo repiten de manera incesante. Es una clara demostración de que no sólo subestiman el peso del chavismo dentro de la institución armada, sino también se engañan acerca de su propia influencia en esos círculos.

Otros dirigentes opositores, en sus quince minutos de fama, también sobreestimaron su influencia en la FANB. Uno de los casos más emblemáticos fue el de Leopoldo López y Juan Guaidó, cuando se lanzaron a la aventura del Golpe de los Plátanos Verdes, en 2019.

Guaidó llamó a las FANB aquella madrugada a unírseles en el distribuidor Altamira, cuando decían haber tomado la base aérea de La Carlota. Aseguraba que era un movimiento generalizado en todo el país, pero la verdad es que sólo estuvieron allí un puñado de soldados y oficiales, en su mayoría llevados bajo engaño. El intento de golpe fue un gran fracaso y ya a media mañana, Leopoldo López estaba refugiado en una embajada.

El episodio fue tan surrealista, que pasó a la historia como el Golpe de los Plátanos Verdes, debido a que los soldados que instalaron una ametralladora en el puente del distribuidor, tenían también un guacal con plátanos verdes. Nunca se explicó por qué.

Pese a ese tono humorístico que predominó, ese evento pudo haber significado un gran baño de sangre, pues lo que se pretendía era encender un enfrentamiento entre soldados activos de la FANB.

Los autores del fallido golpe se excusaron luego alegando que había varios altos jerarcas militares comprometidos, pero que, a la hora de las definiciones, se arrepintieron y dejaron de atender sus llamadas telefónicas y mensajes de WhatsApp.

Para no incurrir en el mismo error de la subestimación, hay que subrayar acá que el oficial de más alto rango que estuvo involucrado en la intentona fue nada menos que el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), general Manuel Cristopher Figuera, que antes había sido subdirector de la Dirección General de Contrainteligencia militar (Digecim).

Subestimación en el campo de la inteligencia y contrainteligencia

Esto nos lleva al penúltimo aspecto de este artículo, que es la subestimación en el área de la inteligencia y la contrainteligencia.

La salida de Cristopher Figuera del SEBIN, demostró la infiltración profunda de los cuerpos de inteligencia por parte de EEUU, pues el general fue a parar, de inmediato a ese país y apareció, muy orgulloso, en la sede de la CIA. Además, el vicepresidente de EEUU en el anterior mandato de Donald Trump, Mike Pence, apareció, en persona, para anunciar que le habían retirado todas las sanciones que pesaban sobre él por ser, supuestamente, uno de los grandes torturadores del “régimen”. Bastó que desertara para que todo eso quedara en el olvido.

Perdonarlo no fue tan fácil para algunos de los “exiliados” en EEUU, quienes —con o sin razón— veían a Cristopher Figuera como un esbirro. Por eso fue una tarea cuesta arriba para los medios de comunicación de EEUU, sobre todo los fanáticos antichavistas de Florida, convertir al oficial en un invitado estrella. Además de sus antecedentes, resultó que el hombre parece no tener el carisma mediático necesario.

Varias señales apuntan a indicar que luego de ese campanazo de alerta, el gobierno afinó drásticamente sus mecanismos de inteligencia. Ya en 2020, se logró detectar y abortar la llamada Operación Gedeón, contratada por López, Guaidó y el combo del llamado interinato. Lo que supuestamente sería una maniobra digna de comandos de alta factura, fracasó sin atenuantes.

El esfuerzo por hacer más efectivos los mecanismos de alerta y neutralización de amenazas se acentuó el año pasado, luego de las elecciones presidenciales, cuando el presidente Maduro designó al capitán Diosdado Cabello como ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz.

En los últimos meses, las redes de información de seguridad de Estado han logrado detectar numerosas maquinaciones y planes, entre las cuales destaca el caso del explosivo colocado en el monumento de la Victoria de Rusia en la Gran Guerra Patria, ubicado al lado de plaza Venezuela y de una de las sedes del SEBIN. Este atentado iba a tener graves resultados en cuanto a vidas humanas y daños materiales, además de un efecto simbólico muy agudo.  

Pero, sin ir tan atrás en el tiempo, tenemos que el pasado fin de semana, la vicepresidenta ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, denunció una operación de bandera falsa que se iba a ejecutar con complicidad de las autoridades de Trinidad y Tobago, para generar una causa de guerra que justifique la agresión militar estadounidense contra territorio venezolano.

En descargo de los planificadores de esos actos violentos, hay que acotar que los opositores, sobre todo los que están en Miami, Madrid y Bogotá, se dedican a hacer lo que se supone que no debería hacer nadie que esté implicado en un complot: hablar en exceso. Pero, ¿qué más pueden hacer, si son bocones por naturaleza y, además, viven de eso, de generar expectativas e ilusiones en sus seguidores?

La sobreestimación del aparato mediático

El último aspecto que revisaremos en esta aproximación reflexiva al tema es el de la sobrestimación del poder mediático y de redes del que disponen EEUU y sus aliados para atacar a Venezuela.

Es cierto que se trata de una maquinaria formidable, capaz de convertir en creencias populares las más absolutas falsedades. Pero, saberse en disposición de tan mortífera arma los lleva a menudo a cometer excesos. En ciertos momentos, a lo largo de esta historia, han creído que los medios y las redes son suficientes para ganar cualquier batalla.

Recordemos lo ocurrido el 12 y 13 de abril de 2002. El golpe de Estado había sido perpetrado bajo el liderazgo mediático. Las poquísimas voces que entonces tenía el gobierno constitucional (Radio Nacional de Venezuela, YVKE Mundial y Venezolana de Televisión) habían sido acalladas violentamente. Cuando comenzaron las grandes movilizaciones civiles y militares de la contraofensiva, los medios golpistas se silenciaron a sí mismos. No había en ese tiempo la gran variedad de opciones de comunicación que hay actualmente. Sólo existían los mensajes de texto y las llamadas telefónicas. Pero esas rudimentarias herramientas, junto a la comunicación de boca a oído, sirvieron para hacer valer la verdad sobre la impostura mediática.

La resistencia popular ante todas las noticias falsas o tergiversadas ha funcionado luego en infinidad de situaciones extremas a las que Venezuela ha sido sometida, tales como guarimbas, apagones a gran escala, guerra económica y olas migratorias inducidas. En las últimas semanas ha fracasado rotundamente una campaña feroz, destinada a sembrar el terror, provocar compras nerviosas y hacer trizas la normalidad.

El poder imperial y sus marionetas locales confiaron en que, a punta de operaciones psicológicas, rumores y declaraciones amenazantes, repetidas y aumentadas por el aparato mediático y de redes, se iban a producir traiciones y quiebres tanto en la esfera civil como en la militar y de seguridad del Estado. Una vez más incurrieron en el pecado de la sobrestimación. “Así les va”, decía el recientemente fallecido periodista Alberto Nolia.

(Clodovaldo Hernández / Laiguana.tv)


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