La trigésima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) fue inaugurada oficialmente este lunes en la ciudad amazónica de Belém do Pará, bajo un fuerte llamado del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a enfrentar el negacionismo climático y sustituir la inversión en guerras por financiamiento para la vida y la justicia ambiental.
Desde la Zona Azul, espacio oficial de la cumbre, Lula compartió escenario con el presidente de la COP, el diplomático brasileño André Corrêa do Lago, y con el secretario ejecutivo de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, Simon Stiell, quien alertó sobre las consecuencias económicas y sociales de la inacción ante la crisis ambiental global.
“Quienes se queden al margen de la acción climática enfrentarán estancamiento e inflación”, advirtió Stiell durante su discurso inaugural, en el que instó a los países a “unir las negociaciones con las acciones reales en la economía” y a “luchar juntos contra la crisis climática, no entre nosotros”.
La COP30 reúne a delegaciones de más de 190 países y se extenderá hasta el 21 de noviembre. Es la primera vez que la conferencia se celebra en el corazón de la selva amazónica, una región símbolo de la lucha global contra la deforestación y el cambio climático.
Menos gasto militar, más financiación climática
En su discurso, Lula da Silva condenó la ausencia de los líderes que promueven conflictos armados, en clara alusión a los gobiernos de Estados Unidos y varias potencias europeas, y criticó el aumento del gasto militar mundial frente a la escasa inversión en mitigación climática.
“Si los hombres que hacen la guerra estuvieran en la COP30, entenderían que sería mucho más barato destinar 1,3 billones de dólares anuales para acabar con el problema del clima que los 2,7 billones que gastaron el año pasado en hacer la guerra”, expresó el mandatario brasileño.
Lula recordó que los países desarrollados aún no han cumplido su promesa de financiamiento climático, originalmente fijada en 300.000 millones de dólares, y propuso ampliar el fondo a 1,3 billones anuales hasta 2035, una meta respaldada por las presidencias de la COP29 (Bakú) y COP30 (Belém).
La hoja de ruta conjunta plantea nuevas fuentes de recaudación global, entre ellas impuestos a la industria de lujo, la tecnología y los productos militares, como mecanismos para garantizar justicia financiera y climática.
Descienden las emisiones, pero el mundo ha de avanzar más rápido
En su intervención, Simon Stiell reconoció los avances logrados desde la firma del Acuerdo de París, del cual se cumplen diez años, pero advirtió que el mundo debe avanzar mucho más rápido en la reducción de emisiones y el fortalecimiento de la resiliencia de las comunidades vulnerables.
“La curva de emisiones ha descendido gracias a lo que se acordó en salas como esta, pero no voy a endulzar la situación. Nos queda mucho trabajo por hacer”, afirmó.
El funcionario de la ONU también parafraseó al expresidente estadounidense Franklin D. Roosevelt al elogiar a quienes luchan por soluciones reales: “No es el crítico quien cuenta, sino quien está en la arena, con el rostro manchado de polvo, sudor y sangre, luchando valientemente.”
Durante la ceremonia inaugural, jóvenes y adolescentes de seis estados brasileños —entre ellos pueblos indígenas, comunidades quilombolas y habitantes de riberas y periferias urbanas— participaron representando los esfuerzos de la juventud en defensa del territorio y la biodiversidad, en coordinación con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no participó en la cumbre y tampoco envió representantes de alto nivel, fiel a su postura negacionista frente al calentamiento global. El mandatario republicano reaccionó el domingo a través de su red social Truth Social, calificando de “escándalo” la construcción de una circunvalación de 14 kilómetros en Belém, alegando deforestación.
El Gobierno del estado de Pará aclaró que la vía se construyó sobre un trazado previamente deforestado para un tendido eléctrico, negando cualquier daño ambiental adicional.
Lula celebró la realización de la COP30 como una “proeza brasileña”, destacando que Belém es una ciudad donde la mitad de la población vive en favelas y muchas comunidades carecen de saneamiento básico, lo que —según el mandatario— simboliza la necesidad de vincular justicia social con justicia climática.
“No habrá justicia ambiental sin justicia social. No habrá transición verde si los pueblos del Sur siguen siendo los más pobres y los más sacrificados”, enfatizó.
(teleSUR)
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