El Caribe vive momentos decisivos. La reciente escalada agresiva del gobierno de Estados Unidos contra Venezuela —con despliegue de flotas de guerra, ofertas de recompensa por la cabeza de nuestro Presidente y ejecuciones extrajudiciales en nuestros mares— evidencia una nueva fase del proyecto imperialista de dominación regional. Frente a esta ofensiva, que viola abiertamente el derecho internacional, la respuesta de nuestros pueblos debe ser clara y contundente: solo la construcción de una Soberanía Relacional basada en la Unidad Sur-Sur como Autodefensa Colectiva puede garantizar nuestra supervivencia como naciones libres.
La agresión imperial y la necesidad de una respuesta colectiva
Las actuales acciones del gobierno estadounidense contra Venezuela no son un hecho aislado. Forman parte de una estrategia histórica de dominación que busca fracturar nuestra región para imponer su hegemonía. El falso discurso del «narcoterrorismo» encubre el verdadero objetivo: quebrar la autodeterminación de los pueblos caribeños y suramericanos para recolonizar nuestros territorios y recursos.
Frente a esta amenaza existencial, la clásica noción de soberanía nacional aislada se revela insuficiente. La defensa efectiva exige trascender las fronteras políticas para construir una soberanía relacional que conciba el Caribe como un cuerpo-territorio colectivo indivisible. Como enseñaba Patrice Lumumba, la verdadera independencia es colectiva o no es.
Pilares de la Soberanía Relacional Caribeña
La soberanía relacional que proponemos se sustenta en cinco pilares fundamentales de autodefensa colectiva:
1- Unidad política y diplomática Sur-Sur: Fortalecer y expandir los mecanismos de integración como el ALBA, CELAC, entre otros, transformándolos en verdaderos escudos de defensa mutua. La unidad caribeña debe ser nuestra primera trinchera contra la agresión imperial.
2- Sistemas conjuntos de alerta temprana: Establecer mecanismos regionales de monitoreo y respuesta inmediata frente a cualquier tipo de agresión —militar, económica o mediática— garantizando que ningún pueblo caribeño enfrente solo las presiones imperialistas.
3- Defensa jurídica colectiva contra el lawfare: Crear brigadas jurídicas internacionales y sistemas de defensa legal coordinada para neutralizar el uso del derecho como arma de dominación imperial.
4- Autosuficiencia económica regional: Desarrollar mecanismos de complementariedad económica, sistemas de comercio compensado y monedas regionales que nos liberen de la dependencia del dólar y las sanciones unilaterales.
5- Soberanía cognitiva y descolonización de las subjetividades: Como señalaba Frantz Fanon, la independencia formal es solo el primer paso; la verdadera liberación exige una descolonización radical de la conciencia. Debemos construir infraestructuras propias de pensamiento —medios comunitarios, educación popular, sistemas de comunicación alternativos— que nos permitan resistir la guerra cognitiva imperial. La soberanía cognitiva implica la capacidad de narrar el mundo con nuestras propias palabras, forjando una conciencia liberadora que rompa el bloqueo mental impuesto por los aparatos culturales del imperialismo.
De la solidaridad a la autodefensa colectiva
La grave situación actual exige que evolucionemos de la solidaridad declarativa a la autodefensa colectiva organizada. Esto implica:
- Coordinación militar disuasiva entre los países del Caribe y Suramérica
- Ejercicios conjuntos de defensa de nuestra soberanía marítima y territorial
- Sistemas compartidos de inteligencia e información estratégica
- Mecanismos de respuesta coordinada ante cualquier forma de agresión
Conclusión: La unidad como único camino
El momento histórico que vive nuestro Caribe nos convoca a una elección crucial: someternos individualmente al proyecto hegemónico imperial o unirnos colectivamente en un proyecto de liberación regional. La soberanía relacional no es una opción, es una necesidad de supervivencia.
Como nos legó el Comandante Chávez, la única manera de defender la humanidad es yendo a la ofensiva. Hoy, ofensiva significa construir esa unidad indestructible del Caribe que convierta nuestra región en un territorio de paz, soberanía y autodeterminación.
El llamado es urgente: transformemos la agresión imperial en oportunidad histórica para edificar esa Patria Caribeña unida, soberana y libre que soñaron nuestros libertadores. Nuestros pueblos, unidos en su diversidad, tienen no solo el derecho sino la capacidad de escribir su propio destino.
(Artículo exclusivo para la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales En Defensa de la Humanidad)
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