El almirante estadounidense Frank Bradley ha sido responsabilizado por la Casa Blanca y el propio secretario de Guerra, Pete Hegseth, por supuesta mente ser quién dio las órdenes en el ataque del 2 de septiembre que eliminó a dos sospechosos que habían sobrevivido a un primer ataque contra una embarcación en el Caribe, cerca de Venezuela, un crimen de guerra de libro que primero puso en el fuego mediático al jefe del Pentágono.
El ataque del 2 de septiembre es parte de la campaña militar de Estados Unidos ordenada por Donald Trump bajo la justificación de combatir al narcotráfico, y Bradley, jefe del Comando de Operaciones Especiales y en aquel momento jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC), será cuestionado por el Senado este jueves.
La cúpula del Pentágono, encabezada Hegseth, está bajo el escrutinio de senadores bipartidistas que han calificado de “vergonzosa” la actuación de las fuerzas armadas y han pedido “consecuencias graves” si se confirma que se atacó a los sobrevivientes del primer ataque por parte de un comando del afamado Seal Team 6.
Por su parte, Bradley, con 30 años de carrera militar y una dilatada experiencia tomando decisiones en centros de mando en medio de ataques cambiantes, ha sido puesto en el centro de la diana por la propia Casa Blanca, que le responsabiliza de dar la orden del segundo ataque y el martes el mismo Hegseth dijo que las decisiones se tomaron en plena “niebla de la guerra” y que él no estaba presente durante la última ronda de bombas contra la lancha.
Dilatada carrera
Bradley es desde este año el encargado del Comando de Operaciones Especiales (USSOCOM), el mando supremo de las fuerzas especiales de Estados Unidos, y desde hace más de 10 años toma decisiones en operaciones de fuerzas especiales extremadamente volátiles y frente a fuerzas hostiles irregulares, como en el caso de Afganistán.
Aunque la Casa Blanca respalda públicamente al almirante, rechazando acusaciones de “crimen de guerra” y afirmando que actuó “bajo sus facultades”, el hecho que hayan buscado ponerle al frente la decisión que ordenó matar a los ocupantes de la lancha supuestamente cargada de drogas en el Caribe, cuando se agarraban a los restos de la embarcación tras un primer impacto, lo coloca en una posición extremadamente delicada.
Bradley, originario de Texas, ha ocupado diversos cargos dentro de las fuerzas especiales, desarrollando una carrera centrada en operaciones de élite y mando estratégico.
Su perfil destaca que en 2001 fue de los primeros soldados estadounidenses en ser desplegados en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre, consolidando su experiencia en operaciones de alto riesgo y conflictos internacionales. La Armada describe a Bradley como un oficial preparado para liderar operaciones de “máxima sensibilidad” en múltiples escenarios, con varias unidades élite bajo su mando.
¿Apoyo o traición?
La presión sobre Bradley se incrementó cuando las publicaciones de Hegseth y la Casa Blanca manifestando su apoyo lo expusieron al escrutinio público. Expertos citados por Time sugieren que la Administración ha “traicionado” al almirante, provocando “escalofríos en su cadena de mando” por temor a la información que pueda entregar ante el Senado.
Según una primera publicación del Washington Post, diferentes miembros de las Fuerzas Armadas han declarado que Hegseth habría sido el autor de la orden directa de eliminar a los sobrevivientes del primer ataque del 2 de septiembre.
Aunque Hegseth aseguró públicamente respaldar a Bradley, el presidente Trump señaló que el secretario le aseguró que la orden de eliminar a los sobrevivientes no vino de su parte.
(EFE)
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