La Casa Blanca publicó recientemente en su página web la nueva «Estrategia de Seguridad Nacional», la cual fue firmada por el presidente estadunidense, Donald Trump, donde se señala a América Latina como el punto de partida de un plan expansionista, trayendo a la vida nuevamente a la Doctrina Monroe, a través de lo que se ha denominado el «Consorcio Trump».
De acuerdo con el documento, uno de los principales puntos a tratar sería profundizar en las prioridades globales de Washington, donde se señala al hemisferio occidental como un «espacio vital» para sus intereses, que buscaría impedir el acceso de potencias emergentes como China a esta región para tener «influencias estratégicas», el claro ejemplo de la infame consigna «América para los americanos».
¿Qué pretende Trump?
En base a lo que reza este nuevo plan de la administración del magnate inmobiliario, el gobierno norteamericano estaría buscando «impedir que potencias extrahemisféricas adquieran activos estratégicos o controlen infraestructura crítica», así como redirigir recursos militares a operaciones como lucha contra el narcotráfico. Cabe recordar que, desde el pasado mes de septiembre, el Comando Sur lleva a cabo un despliegue en el mar Caribe bajo esa narrativa con el objetivo de invadir a Venezuela, a fin de generar un cambio de régimen y apropiarse de manera ilegal de los recursos naturales y minerales de la nación suramericana.
Otro de los puntos que contempla este proyecto imperialista es el de condicionar acuerdos comerciales, créditos, cooperación o exenciones, para que gobiernos de la región limiten la participación que entidades no americanas. También propone usar recursos como la energía en todos sus niveles, así como comercios e inversiones como armas de dominación que haga que los países latinoamericanos y caribeño se alineen «sí o sí» con los intereses gringos.
Además, se estima que los gobiernos alineados con las ideas de Trump puedan establecer alianzas, mientras que aquellos que difieran o adversen las mismas, cooperen con el imperio «si comparten intereses de seguridad».
La tiranía del emperador
Tras dejar clara su posición para todo el hemisferio occidental, la «Estrategia de Seguridad Nacional» también estaría buscando hacer «control de daños» bajo un principio rector enfocado en el tema fronterizo. Así, el texto establece un control migratorio, donde se decidirá quién entra en el territorio gobernado por el imperialismo y quién no.
Pero este modelo de tiranía no solo se enfoca en el dominio humano, sino también en los recursos estratégicos que sirvan a los intereses de Washington, aplicando un esquema de reindustrialización, dominio energético y supremacía tecnológica, mientras que la economía deja de ser estar aislada de la política exterior norteamericana como su principal motor geopolítico y el corazón de su estrategia.
En materia global, estaría buscando sacar a lo que llama su «competencia» del continente, señalando así a China como el competidor sistémico más importante. También subraya el «reequilibrio comercial, frenar el espionaje industrial, detener dependencias tecnológicas y reforzar alianzas en el Indo-Pacífico para evitar un conflicto mayor, especialmente en torno a Taiwán».
Añadido a esto, el programa estaría buscando meter su mano más allá de América. Esto significa que pretende meterse en los asuntos europeos y ejercer poder sobre estos en cuanto a migración, crisis política y declive demográfico se trata. Detalla entre los principales problemas el conflicto con Ucrania, donde desea imponer responsabilidades militares de este país al Viejo Continente mediante aumentos drásticos en el gasto en defensa bajo el llamado «Compromiso de La Haya», que eleva la meta de la OTAN a 5% del PIB.
Otro caso similar sería en Medio Oriente, donde Trump estaría dispuesto a que haya menos despliegues, más acuerdos energéticos y tecnológicos, y una ampliación de los Abraham Accords como eje regional, al tiempo que, en África, se elimine por completo la lógica asistencialista y se imponga el modelo de la inversión, donde buscaría sacar del camino también a Pekín para hacerse con el control de recursos estratégicos como los minerales críticos.
Este proyecto se asemeja a lo que, en su momento, el presidente James Monroe quería establecer a su país, bajo el pretexto de que sus acciones eran en defensa de EEUU, pero que, con el tiempo mutó y se convirtió en un plan de expansión e injerencia sobre la soberanía de otras naciones del continente americano. Ahora, Donald Trump amenaza a la región y al mundo entero con un plan que va más allá de la ambición, destinado a establecer una tiranía donde, nada pase si el consentimiento de Washington.
(Laiguana.tv)
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