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Hace 246 años nació en Caracas Simón Carreño Rodríguez, uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, cuya obra educativa y sus análisis de la realidad latinoamericana de su época se cuentan entre los primeros intentos de reivindicar la especificidad cultural de nuestros países, y quien abrió al Libertador, Simón Bolívar, los horizontes del pensamiento libertario.

 

Partidario de la causa independentista por su contacto con el ideario de la Ilustración, en 1797 se vincula al proyecto emancipador del pedagogo mallorquín Juan Bautista Picornell, en asociación con los venezolanos Manuel Gual y José María España. Al fracasar esta tentativa revolucionaria, Rodríguez se trasladó a Jamaica, donde adoptó el nombre de Samuel Robinsón.

 

Posteriormente, se trasladó a Europa y, en 1805, acompañando a Bolívar, quien había sido su discípulo, fue testigo del famoso juramento del monte Sacro, el día 15 de agosto.

 

Con sus escritos defendió ideológicamente la obra de Bolívar, ejemplo de los cual es “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas” (1830).

 

Hacia el final de su vida ejerció la docencia en Quito y Guayaquil (Ecuador), donde un incendio destruyó gran parte de su obra escrita.

 

Murió en 1854 en el pueblo de Amotape. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al panteón de Perú, y luego a su Caracas natal, hallándose desde 1954 en el Panteón Nacional.

 

En su honor, el Comandante Eterno, Hugo Chávez Frías, creó la Misión Robinson, cuyo objetivo es que todos los venezolanos, sin importar edad, condición o ubicación geográfica, puedan leer y escribir.

 

(Yvke Mundial / Nota de Prensa)