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Néstor Francia: “O entendemos la lección del pueblo o vamos directo al matadero”

 

En entrevista con La Iguana, el analista de entorno, publicista, poeta y humorista revolucionario Néstor Francia (Caracas, 1947) hizo un ejercicio de crítica interna descarnado, realista, duro, pero de ninguna manera repentino en él. Desde mucho antes de las elecciones parlamentarias, venía alertando, clamando en un desierto de oídos.

 

En este diálogo, el también licenciado en Letras, ensayista y moderador de programas televisivos dijo cosas como estas:

 

El pueblo tuvo razón en votar como votó, a lo mejor hizo algo muy bueno, porque nos dio un sacudón, nos jamaqueó. No nos dio una patada por el trasero, pero sí nos dio una cachetada para que nos despertemos. A nosotros nos toca entender la dimensión de la derrota y asumirla. Si no entendemos la lección del pueblo, vamos directo al matadero. Si no hacemos un acto de contrición, una rectificación profunda, vamos directo al matadero.

La derrota del 6D es estructural, y así debemos asumirla. Si la calificamos de circunstancial, no vamos a resolver nada ni vamos a superarla, en el sentido de convertirnos otra vez en la mayoría que éramos.

Maduro dice que hay que ir a las catacumbas del pueblo… bueno, las catacumbas del pueblo hoy son las colas.

Si este proceso de crítica y autocrítica se queda en lo cosmético, en un maquillaje, entonces se nos va a ver la cara más fea que antes.

Esa frase “ganar como sea” fue un grave error. Yo la critiqué desde el primer momento, pues refleja improvisación y genera un valor negativo. Nada que esté bien es algo hecho como sea. Fue una frase desesperada, que daba a entender que estábamos perdiendo.

Me pregunto si utilizamos apropiadamente la imagen de Chávez. Eso hay que preguntárselo porque nombrarlo mucho y poner su foto en todas partes no quiere decir que se esté utilizando bien la imagen del líder fundamental.

Yo me pregunto por qué el PSUV, que es el partido de la Revolución, no estaba en las colas, acompañando a la gente. ¿Dónde estábamos nosotros? En el 1 x 10 que es una vaina burocrática, unos carajos que andaban con un papelito, preguntando números de cédula y de teléfono.

Decir que hubo trampa porque grabaron a una señora en Amazonas hablando de unos reales me parece una ridiculez y una manera de respirar por la herida… Es un poco penoso todo eso.

Si el pueblo hubiese creído que en esta elección se estaba decidiendo el destino de la Revolución, hubiese votado de otra manera, pero como sabía que no era así, decidió hacer algo contundente.

Los opositores vienen con piel de cordero, no van a quitarse la careta para dejar ver su rostro neoliberal, han aprendido muchas lecciones y son hábiles, como lo acaban de demostrar, y muchas veces son más coherentes que nosotros, eso debemos reconocerlo. No son estúpidos, debemos dejar ya de subestimarlos.
 

A continuación, la entrevista completa:

 

-Usted ha venido haciendo varias páginas diarias de análisis político, durante todo este año. ¿Con ese bagaje de observación y estudio de la realidad, diría que esta derrota que ha sufrido la Revolución es circunstancial o es estructural?

 

-Es estructural, y así debemos asumirla. Si la calificamos de circunstancial, no vamos a resolver nada ni vamos a superarla, en el sentido de convertirnos otra vez en la mayoría que éramos. Es estructural  porque refleja problemas muy profundos. En primer lugar, es claro que estamos sometidos a un ataque sostenido de las fuerzas de la derecha internacional y nacional. Esa acción ha sido erosiva, corrosiva, y se radicalizó durante este año. Ese es un tema estructural porque tiene que ver con un plan que va más allá de Venezuela, una contraofensiva continental de la derecha. Y ese plan viene desde antes y va a continuar, no es algo momentáneo que se haya montado para unas elecciones. Por otra parte, la respuesta a la derrota tiene que ser estructural en muchos sentidos. Los errores que hemos cometido son tan serios y profundos que es necesaria una transformación radical de nuestro estilo de hacer política, de nuestro discurso, de nuestra relación con el pueblo en general. Es la estrategia de la Revolución la que está en juego. No son cambios necesarios porque hayamos perdido las elecciones, son cambios necesarios desde hace mucho tiempo y que ahora se han evidenciado con la derrota.

 

-Viendo la perspectiva inmediata, la que se nos vendrá encima empezando enero, ¿está el chavismo preparado para gobernar en minoría parlamentaria?

 

-No lo sé, ojalá lo supiera. El año que viene es un albur. Si este proceso de crítica y autocrítica se queda en lo cosmético, en un maquillaje, entonces se nos va a ver la cara más fea que antes. Ahora bien, el resultado puede ser positivo si ese proceso nos permite comprender que somos minoría y que debemos encontrar vías para convertirnos de nuevo en mayoría. Hay algunas señales buenas y otras, no tanto. Por una parte, todos sabemos que los problemas económicos van a seguir, y muchos piensan que se van a agravar, y eso fue un contenido importante entre las razones que llevaron a la derrota. Por otra parte, podemos oler, intuir con qué viene la derecha, pero no sabemos a ciencia cierta cómo actuarán. Ese será otro factor muy importante en el nuevo escenario. Yo pienso que ellos vienen con piel de cordero, no van a quitarse la careta para dejar ver su rostro neoliberal, han aprendido muchas lecciones y son hábiles, como lo acaban de demostrar, y muchas veces son más coherentes que nosotros, eso debemos reconocerlo. No son estúpidos, debemos dejar ya de subestimarlos.

 

-¿Cómo cree usted que terminará el proceso de autocrítica?

 

-Eso depende de qué postura se imponga. Hay muchos, dentro de la dirección revolucionaria, que ya están prácticamente a la defensiva. Hay quienes pretenden disolver la responsabilidad en el colectivo. Yo estuve una reunión en la que alguien planteó que “todos somos responsables” y yo le respondí que sí, todos lo somos, pero hay grados, hay niveles dentro de esa responsabilidad. A mí, por ejemplo, nadie me puede decir que soy tan responsable como los ministros… perdónenme, pero no es así. Yo no tengo dirección de políticas y, de hecho, venía haciendo un poco de críticas que si hubiesen sido tomadas en cuenta, tal vez nos hubiera ido un poquito mejor.

 

-¿Cuál cuota de responsabilidad asume usted personalmente?

 

– No fui suficientemente terco, persistente, radical y honesto al plantear mis críticas, fui un poco cómodo, acomodaticio, tal vez por conveniencia. No fui, como crítico, suficientemente sólido, insistente. Pero no me pueden hacer responsable de políticas con las que, incluso, he estado públicamente en desacuerdo. ¿Y quiénes dirigen esas políticas?, pues las dirigencia revolucionaria, el presidente, los ministros. Ellos son más responsables que yo y que tú.

 

-Usted hizo muchas críticas durante la campaña, y desde hace ya un par de años, a través de un Análisis de Entorno que envía disciplinadamente todos los días a una extensa lista de correo. ¿Qué receptividad tuvieron sus críticas en el liderazgo de la Revolución?

 

-Ninguna, sinceramente. Ahorita hay más, hay que decirlo. Siento que estoy siendo convocado a opinar y escuchado en niveles importantes. Pero antes de las elecciones no hubo nada de eso. Hice mil críticas a mil oídos sordos. Y no solo a través de los análisis que escribo, sino en conversaciones con altos funcionarios y dirigentes del partido. Era como hablar con la pared. Mao Tse Tung decía algo muy bueno: “Hay que ver las cosas en su anverso y en su reverso”. Una cosa mala puede tener un lado bueno y, viceversa. Esta derrota puede resultar muy buena  si la asumimos con seriedad, con profundidad y nos lleva a transformarnos. A la larga eso sería muy positivo, pues tal vez necesitábamos ese golpe para despertar de un sopor en el que había caído la Revolución.

 

-En todos los ejercicios de crítica endógena siempre surge el tema de la corrupción. Hay un discurso muy enérgico contra ella, pero no se ven resultados. ¿Qué habría que hacer para demostrar que existe una voluntad política de luchar contra la corrupción?

 

-La corrupción es un tema complejo porque los corruptos tienen poder, altos cargos, acceso a recursos y complicidades a todos los niveles. No es fácil enfrentarla. Nosotros tenemos varios años con el control de la Asamblea Nacional y no hemos aprobado una reforma a la Ley Anticorrupción suficientemente severa, que de verdad pueda castigar ejemplarmente ese tipo de delitos, con instrumentos eficaces, con un rol real  para la contraloría social, con posibilidad de que los trabajadores de las empresas públicas tengan acceso a las cuentas… Nada de eso se hizo y ahora, estos señores que ganaron tienen ese tema en su agenda legislativa.

 

-Hablando de contraloría social, hay síntomas de que la corrupción ha llegado también a las nuevas estructuras de participación, a los consejos comunales, las comunas, etcétera. ¿Qué hacer con respecto a algo tan alarmante?

 

-Eso es verdad, todo el mundo lo sabe. Tiene que ver con una mala concepción del Poder Popular, mediante la cual un grupo secuestra los organismos de participación. Hay consejos comunales integrados por cinco o diez personas que nunca se reúnen con la comunidad ni estimulan la  formación de comisiones o la realización de asambleas. Terminan siendo una burocracia de nivel comunitario y reproducen los mecanismos de la corrupción, pues reciben recursos y nadie los controla.  A veces son grupos dependientes del partido, que tienen relaciones con figuras del gobierno, con las alcaldías y por eso se distorsiona su rol: ya no son un poder alternativo sino un apéndice del poder constituido. Aparte de esa mala concepción del Poder Popular, tenemos un problema de valores. Nuestra comunicación es propagandística, pero no nos hemos preocupado por el tema de los valores. Mucha gente en los medios públicos cree que cumplen su papel metiendo mucha propaganda y mucha adulación, y no es así. Lo más importante debería ser transmitir educación en valores revolucionarios.

 

-¿Cómo se hace eso?

 

-Yo le propuse al canal del Estado realizar un programa específicamente sobre ese aspecto, pero ni siquiera me respondieron. Es que muchas personas que están en los medios del Estado creen que esos cargos son para jalar bola, para escalar posiciones. Lamentablemente es así. En nuestros canales más bien hay programas que difunden los valores contrarios a los socialistas como la humildad, la modestia, el amor, la tolerancia. Yo he visto unos programas en los que reina la prepotencia, la soberbia, el odio. Eso significa que no solo no estamos transmitiendo los valores revolucionarios, sino que estamos ayudando a perpetuar los valores que deberíamos estar combatiendo.

 

Una pésima campaña

-Usted, que tuvo una larga carrera en el campo de la publicidad, díganos cómo fue la campaña del chavismo para las elecciones parlamentarias, desde el punto de vista estrictamente publicitario. ¿Tuvo influencia en el resultado?

 

-Muy mala, malísima, y por supuesto que tuvo influencia en el resultado. Creo que eso estuvo en manos de gente que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, lo cual no es insólito, pues uno de los grandes defectos del chavismo es que no estudia, no investiga la realidad, mantiene una actitud de brujos, subjetiva, afincada en las intuiciones, en el “yo creo, yo pienso, vamos a hacerlo así”. Por ejemplo, esa frase “ganar como sea” fue un grave error. Yo la critiqué desde el primer momento, pero no me hicieron caso. No la critiqué por lo que dijo la oposición, que el gobierno iba a desconocer el resultado si perdía.  Mi crítica fue porque “como sea” refleja improvisación y genera un valor negativo. Nada que esté bien es algo hecho como sea. Es una frase desesperada, que daba a entender que estábamos perdiendo. En revolución, nada debería hacerse como sea. Las cosas necesitan investigación, estudio, preparación. Otro ejemplo de mala campaña publicitaria fue la cuña de los motorizados. Hay estudios serios de opinión que dicen que 80% de la gente no quiere confrontación violenta… ¿entonces, cómo vas tú a presentar a una pieza publicitaria que abona a la matriz de que había unos colectivos armados, formados por delincuentes, que atacan a los demás? Seguramente esos muchachos que participaron en la cuña son gente honesta y trabajadora, pero uno de ellos hablaba en un tono que muchas personas pueden identificar con el de un malandro, y decía “¡Como sea, vamos a ganar!”… ¡Coño!, esos son errores garrafales, consecuencia de desconocer la realidad y de una actitud soberbia, de creer que nos las sabemos todas porque somos los chavistas… No, no, no, vale, el pueblo nos dio una lección, nos dijo “ustedes no tienen a Dios agarrado por la chiva ni son el papá de los helados”.

 

-¿Qué otros elementos lo llevan a decir que la campaña fue malísima?

 

-Tengo otras dudas sobre la campaña, pero necesito estudiar más a fondo esos puntos. Por ejemplo, me pregunto si utilizamos apropiadamente la imagen de Chávez. Eso hay que preguntárselo porque nombrarlo mucho y poner su foto en todas partes no quiere decir que se esté utilizando bien la imagen del líder fundamental. Al contrario, a lo mejor estás despilfarrando esa imagen y vinculando a Chávez con factores que el pueblo no quiere, como las colas, por decir algo. Por otro lado, con todo respeto, el presidente Maduro no es un presidente con alta popularidad, de manera que había que analizar muy bien si era conveniente vincularlo tanto con Chávez y con la campaña. ¿Si los relacionamos permanentemente, no estamos perjudicando a Chávez, en vez de favorecer a Maduro? A lo mejor convenía más dejar a Chávez solo. Cuando Chávez era el presidente, cualquier campaña se asociaba con él porque era un presidente con altísima popularidad, pero ese no es el caso de Maduro. Eso hay que entenderlo sin apasionamientos. Las encuestas reflejan que las opiniones negativas sobre nuestro presidente son altas, no de él como persona porque es un hombre que cae bien, es agradable, sino sobre su gestión. ¿Entonces, fue acertada la decisión de sobreexponerlo durante la campaña?, ¿no hubiera sido mejor que él se mantuviera en lo suyo, dirigiendo la acción del gobierno, y que la campaña se concentrara en los candidatos y en una oferta electoral creíble, en una agenda parlamentaria seria? En suma, fue una campaña publicitaria muy mala, opuesta a aquella campaña excelente que se hizo en 2004, para el referendo revocatorio, utilizando las imágenes de Florentino versus el diablo. Yo escribí en ese entonces un libro que se llamó Revolución en la publicidad. Habría que escribir uno sobre esta experiencia de 2015 y titularlo Revolcón en la publicidad porque la verdad es que pusimos la torta.

 

-¿Y la campaña, más allá de lo publicitario, también fue mala?

 

-Es que le dimos la espalda al pueblo. Yo me pregunto por qué el PSUV, que es el partido de la Revolución, no estaba en las colas, acompañando a la gente. ¿Dónde estábamos nosotros? En el 1 x 10, que es una vaina burocrática, unos carajos que andaban con un papelito, preguntando números de cédula y de teléfono. Incluso, puede decirse que todo era una mentira, porque la gente lo hacía para cumplir con un requisito. De pronto, tú presentabas el 1 x 10 con personas de tu trabajo, que ya estaban en el 1 x 10 de otro militante, en su zona de residencia. Mientras nosotros andábamos en esa pendejada, la oposición estaba utilizando los medios y las redes sociales estimulando más y más la rabia. La verdad es que la tenían muy fácil y solo tuvieron que esperar que llovieran los votos desde las nubes del descontento.  Si hubiéramos estado al lado de la gente en las colas, aunque sea oyendo sus quejas, dando apoyo, llevando agua, gorras, sillas para los viejitos, hubiésemos cumplido el rol que le corresponde a un partido de vanguardia en una revolución. Chávez decía que hay que sufrir al lado del pueblo, y Maduro dice que hay que ir a las catacumbas del pueblo… bueno, las catacumbas del pueblo hoy son las colas.

 

-Más allá de la campaña, ¿cómo le ha parecido el manejo comunicacional de la derrota?

 

-Ha habido cosas buenas. Por ejemplo, el rápido reconocimiento de los resultados por parte del presidente porque es coherente con lo que se venía diciendo. La convocatoria al debate de crítica y autocrítica es otra cosa positiva y se está dando, aunque todavía hay que esperar a ver qué resultados da. Creo que se ha comenzado a cometer errores, que no deberían cometerse. Por ejemplo, esto de decir que hubo trampa porque grabaron a una señora en Amazonas hablando de unos reales… Eso me parece una ridiculez y una manera de respirar por la herida… Es un poco penoso todo eso. El pueblo va a decir “bueno, como estos perdieron, andan cogiendo piedra”. Nosotros hemos jurado que el voto es secreto, que es imposible saber por quién votó alguien, que el sistema electoral venezolano es el mejor del mundo, y de repente perdimos y eso se acabó… Es una incoherencia que nos hace perder credibilidad y eso es grave porque ya el pueblo no nos está creyendo. Tenemos que darnos cuenta de eso. No creo tampoco que haya comenzado a creer que la derecha va a resolverle los problemas, pero sí les está creyendo que nosotros lo estamos haciendo mal, que todos los problemas son culpa nuestra, del socialismo. Esa pérdida de credibilidad es algo muy serio, muy grave. Hay muchas razones, entre ellas eso de que el presidente esté a cada rato anunciando que va a anunciar un anuncio y no anuncia nada. Eso nos corroe la credibilidad. O cuando alguien del gobierno dice que va a presentar unas pruebas y no lo hace, como en el caso de Ledezma. Yo digo que Ledezma está preso sin pruebas, a menos que se considere prueba un cartón con unas rayas y unos teléfonos. A mí me importa un comino que él esté preso, porque bastantes cosas malas que ha hecho para merecerlo, pero específicamente en este caso, deberían presentarse las pruebas que se han ofrecido. Todo eso abona a la pérdida de credibilidad de los revolucionarios y eso es muy, muy peligroso.

 

-En suma, tiene usted una visión muy sombría de los tiempos por venir para la Revolución…

 

-Bueno, mi intención es que se tomen las medidas correctivas. Es evidente que no nos las sabemos todas, es evidente que hemos estado de espaldas a la realidad, al pueblo, es evidente que hemos perdido credibilidad, es evidente que la gestión de gobierno no es buena… entonces, ante todas esas evidencias tenemos que comenzar a actuar de otra manera, ser más humildes frente al pueblo, no frente a la derecha. Del pueblo hay que aprender, ellos nos dieron una lección, vamos a aprender el pueblo. El pueblo tuvo razón en votar como votó, a lo mejor hizo algo muy bueno, eso está por verse, porque nos dio un sacudón, nos jamaqueó. Además, lo hizo en una elección parlamentaria, de manera que el pueblo sabía perfectamente que con esa decisión no acababa con el gobierno de Maduro ni con la Revolución. Yo pienso que si el pueblo hubiese creído que en esta elección se estaba decidiendo el destino de la Revolución, hubiese votado de otra manera, pero como sabía que no era así, decidió hacer algo contundente. No nos dio una patada por el trasero, pero sí nos dio una cachetada para que nos despertemos. A nosotros nos toca entender la dimensión de la derrota y asumirla. Si no entendemos la lección del pueblo, vamos directo al matadero. Si no hacemos un acto de contrición, una rectificación profunda, vamos directo al matadero.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])