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En entrevista exclusiva realizada por Clodovaldo Hernández para LaIguanaTV, la articulista y humorista Carola Chávez (Caracas, 1964) expresó que en la pugna que ya comienza a perfilarse entre los principales dirigentes opositores por una eventual candidatura presidencial, “quienes tendrán la última palabra serán los gringos” y pronosticó que tal vez se decanten por un señor como Lorenzo Mendoza, que también anda en campaña.

 

En la conversación, la también blogera radicada en Magarita dio opiniones como las siguientes:

 

-Me impresionó mucho la rabia de los opositores porque yo suponía que una victoria electoral les traería una gran alegría, pero no, la primera reacción fue rabiosa. En mi blog me decían: “¡Ajá, ahora sí, te fregaste, ¿dónde te vas a meter?” y ese tipo de cosas. Yo pensé: Dios mío, ni cuando ganan se alegran.

 

-Algunos de los chavistas que no fueron a votar ya se arrepintieron. Creo que pensaron que su ausencia no iba a afectar tanto el resultado y ahora están como sacudidos, tratando de reagruparse, de enmendar la torta que se puso.

 

-En los momentos claves, los mismos factores que han provocado el desencanto de algunos sectores del chavismo se disfrazan también de autocríticos. Son muy astutos: todos los días se ponen una guayabera roja y cuando vienen tiempos como estos, “se ponen” un discurso autocrítico.

 

-Tal vez ocurra algo como lo que está pasando ahora mismo en Argentina. Mucha gente estaba en ese plan de que era necesario un cambio porque el kirchnerismo había cometido demasiados errores en doce años de gobierno… y en dieciocho días, Macri los puso a todos a pegar brincos.

 

-Pienso que los tiempos que vienen van a traer una depuración del chavismo, no solo porque la Asamblea estará en mano de la oposición, sino también porque hay mucho menos dinero y por eso hay menos margen para el error y para el desvío del dinero hacia la corrupción.

 

-Chávez es el corazón de nuestro movimiento político. Cuando él se fue yo sentí el miedo de la disolución, de que el tiempo lo fuera borrando. En estos momentos creo que tenemos que empezar por volver a llamarlo Chávez. Cuando estaba vivo, le decíamos Chávez. Él, cuando hablaba de sí mismo, se llamaba Chávez. Después de su muerte, comenzamos a llamarlo “el Comandante Supremo” o “el Comandante Eterno” y eso lo pone en un plano inaccesible.

 

A continuación, el diálogo completo:

 

-Usted es una especie de antena del chavismo en la clase media opositora, eso que en sus artículos suele llamar “la gente decente y pensante de este país”. Y esa gente, por primera vez, se comió las famosas “hallacas sin Chávez”. ¿Cómo cree que le supieron?

 

-Me impresionó mucho su rabia porque yo suponía que una victoria electoral les traería una gran alegría, pero no, la primera reacción fue rabiosa. En mi blog (Como te iba contando, https://carolachavez.wordpress.com/ ), por ejemplo, que está abierto a comentarios, lo que me decían era “¡Ajá, ahora sí, te fregaste, ¿dónde te vas a meter?”,  y ese tipo de cosas. Yo pensé: Dios mío, ni cuando ganan se alegran. Luego de ese furor rabioso, creo que volvieron a sus asuntos. A mí me parece que nuestra clase media opositora está politizada pero desde un punto de vista exclusivamente electoral y a la hora de comentar en los restaurantes y cafeterías, pero la política en realidad, no les interesa. Fíjate que luego del 6D no se han involucrado en las discusiones que han tenido sus voceros. Lo único que les importa es que sacaron a los chavistas de la Asamblea Nacional, parece que lo que hagan quienes ganaron, sus diputados, no les interesa en lo más mínimo. Vamos a ver qué van  a hacer cuando empiecen a aprobar leyes que los afecten… tal vez tampoco reaccionen y se comporten estoicamente, como lo hicieron durante las guarimbas de 2014. Acá en Margarita, la clase media opositora fue la que más sufrió con esa locura, pero nadie se quejó. Se la calaron.

 

-Justamente, quería preguntarle ¿cuánto tiempo les da a los sectores  medios y populares que votaron por la MUD antes de que comiencen a arrepentirse?

 

-Algunos de los chavistas que no fueron a votar ya se arrepintieron. Creo que pensaron que su ausencia no iba a afectar tanto el resultado y ahora están como sacudidos, tratando de reagruparse, de enmendar la torta que se puso. Pero, los que no se han dado cuenta aún, lo harán cuando modifiquen la Ley del Trabajo o cualquier otra ley que toque sus derechos. Y luego habrá que ver cómo reaccionan los que votaron porque se creyeron el cuento de que la oposición al llegar a la Asamblea iba a acabar con las colas. Tal vez ocurra algo como lo que está pasando ahora mismo en Argentina. Mucha gente estaba en ese plan de que era necesario un cambio porque el kirchnerismo había cometido demasiados errores en doce años de gobierno… y en dieciocho días, Macri los puso a todos a pegar brincos. Me imagino que acá puede pasar algo así. Si la oposición no sabe administrar su victoria, bien rápido un montón de gente se dará cuenta de lo que en verdad quiere hacer ese sector político con el poder. Ojalá que eso se traduzca en organización social para enfrentar esas posibles acciones.

 

-Usted, que ha sido también una voz significativa de la crítica interna, ¿dónde cree que va a desembocar este proceso de análisis endógeno surgido después de la derrota?

 

-Son procesos muy complejos. Yo creo que el chavismo siempre ha sido muy crítico, nunca se ha tragado las cosas ni se ha quedado callado. Eso es así desde tiempos de Chávez, lo que pasa es que en los momentos claves los mismos factores que han provocado el desencanto de algunos sectores del chavismo se disfrazan también de autocríticos. Son muy astutos: todos los días se ponen una guayabera roja y cuando vienen tiempos como estos, “se ponen” un discurso autocrítico. Sin embargo, pienso que los tiempos que vienen van a traer una depuración, no solo porque la Asamblea estará en mano de la oposición, sino también porque hay mucho menos dinero y por eso hay menos margen para el error y para el desvío del dinero hacia la corrupción. Eso puede servir para que el chavismo se depure: habrá quienes salten la talanquera y otros que se retirarán más discretamente. Eso debe traer una etapa de esclarecimiento de ideas.

 

-Usted ha sido una de las figuras del humorismo revolucionario, un campo muy complejo porque el humor político siempre es más fácil de hacer desde la oposición. ¿Cómo cree que el humorismo revolucionario puede participar en el proceso de autocrítica?

 

-Yo, particularmente, lo hago calibrando los tiempos. Siento que estoy en una trinchera en  la que recibo disparos de lado y lado. A veces es tiempo de la crítica hacia dentro, y para eso tengo un personaje llamado Escarlatina Rojas Bermellón, una señora que se las arregla para tener cargos en el gobierno sin ser chavista, sin creer en el chavismo. Ella lo que hace es repetir frases, que si rodilla en tierra, que si todos contra el imperialismo… repite los lemas de la Revolución hasta que los gasta, pero lo único que le interesa es su propio beneficio. Ahora bien, en otros momentos, como el actual, la prioridad es defender la Revolución del ataque al que está sometida por factores externos. Cuando Chávez estaba con nosotros, él era como una muralla, pero luego de su muerte quedamos desprotegidos, las balas vienen directo hacia nosotros y debemos responder. Nicolás es nuestro presidente, ha hecho un esfuerzo enorme, ha tratado de construir un liderazgo, en medio de esa balacera tan tremenda. En estas circunstancias, yo decidí que era necesario disparar hacia los que están tratando de destruir la Revolución. En una situación como la actual, un humor que se enfoque hacia dentro del chavismo tal vez pueda ayudar, pero es mucho más útil tratar de resolver problemas concretos de la gente.

 

-Con la experiencia de haber acompañado al comandante Chávez en las presidenciales de 2012, ¿cómo evalúa la forma como se utilizó su imagen en la campaña electoral del 6D?

 

-Chávez es el corazón de nuestro movimiento político. Cuando él se fue yo sentí el miedo de la disolución, de que el tiempo lo fuera borrando. En estos momentos creo que tenemos que empezar por volver a llamarlo Chávez. Cuando estaba vivo, le decíamos Chávez. Él, cuando hablaba de sí mismo, se llamaba Chávez. Después de su muerte, comenzamos a llamarlo “el Comandante Supremo” o “el Comandante Eterno” y eso lo pone en un plano inaccesible y significa dejar de tratarlo como lo tratábamos antes. Esas cosas pareciera que, con el tiempo, diluyen sus ideas. Lo que creo que debemos hacer es recordarlo como era, retomar todas sus enseñanzas. Él dejó dicho algo para cada situación, para cada tema. Así que usar su imagen y sus ojitos en la campaña era algo imprescindible porque Chávez tiene que estar presente siempre en el chavismo. Ahora bien, que se haya usado esa imagen apelando a lo emocional, no estoy tan segura de que haya sido efectivo porque nuestro compromiso y nuestro afecto hacia él estarán allí siempre, pero también uno vota por razones, pensando en el futuro. Me parece que en ese punto, la campaña falló porque no bastaba con recordar a Chávez y defender lo que hasta ahora se ha logrado, sino también de explicar racionalmente qué más tiene la Revolución para conquistar al lado del pueblo. Nosotros tenemos muchísimos argumentos y razones para defender nuestro proceso, pero no los utilizamos correctamente en la campaña.

 

-Volviendo al terreno del humorismo, con el foco puesto en la oposición, vemos que sin que haya entrado en funciones la nueva Asamblea Nacional, ya la MUD está envuelta en una lucha por la candidatura presidencial, entre Henrique Capriles Radonski y Leopoldo López… ¿Usted a quién le apostaría?

 

-Yo le apuesto al Tío Sam. Al final, en la oposición, quien va a tomar las decisiones es el Departamento de Estado de Estados Unidos. La MUD es un montón de grupitos, cada uno jalando para su lado, con un solo interés común: acabar con la Revolución. Cierto que están Capriles y López peleando, pero también está Ramos Allup haciendo un tremendo lobby a través de los medios y de las redes sociales. Él está impulsando un proyecto personal, pero independientemente de eso, la última palabra la dirá el Tío Sam. Y en esa pelea, Leopoldo tiene mucho que perder porque recuerdo un audio que sacaron en los Mazazos, en el que alguien decía que “a ese loco no lo quieren ni en los Estados Unidos”. Ellos van a mostrar todas sus miserias y rivalidades internas. Deberían tener un poquito de pudor, que no se les notara tanto, pero no se aguantan…

 

-¿Tal vez todos se quedarán con las ganas y surja un outsider?

 

-Seguramente tienen por ahí algún personaje del empresariado, con buena aceptación del público. Tal vez suene loco, pero podría ser Lorenzo Mendoza, que anda en su propia campaña publicitaria. Ya no promueve sus productos sino que se dedica a decir lo maravillosa que ha sido su empresa con la gente, con Venezuela, con la cultura… Y tiene un índice de aceptación alta entre la gente. No sería raro que los gringos ordenen a la oposición que se lancen por ahí y no por el lado de estos políticos que, sean viejos o jóvenes, ya están demasiado desprestigiados porque han estado metidos en todas las cosas terribles que han ocurrido en el país (el golpe de 2002, el paro petrolero, la descarga de la arrechera, la guarimba…) lo que podría tener un alto costo político en una campaña presidencial.

 

(Por Clodovaldo Hernández / [email protected])