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En entrevista con La Iguana.TV, realizada por el periodista Clodovaldo Hernández al historiador Luis Felipe Pellicer, el también expresidente del Centro Nacional de la Historia y profesor de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, opinó que las asechanzas de la derecha nacional y global le dan mayor peso al ejemplo que ha sido la Revolución Bolivariana, para América Latina y para el mundo, desde su génesis hace 24 años.

 

En la entrevista, Pellicer dijo también lo siguiente:

 

Ø  No creo que esté en marcha una ola de restauración neoliberal y de retroceso de los gobiernos progresistas. Todo proceso histórico tiene reveses, tropiezos, dificultades, pero eso no significa que sea el comienzo del fin del empeño de de las sociedades en buscar la igualdad y la equidad social ni que se vayan a acabar los gobiernos que luchan por el bienestar de sus pueblos.

 

Ø  Todos y todas debemos ver esa historia reciente para comprenderla. No podemos tener una mirada edulcorada respecto al tiempo de la democracia representativa, pues ese modelo político sumió al país en su máxima pobreza, teniendo importantes recursos petroleros.

 

Ø  Para los revolucionarios el enfrentar la corrupción debe ser una cuestión moral y ética. Creo que en estos momentos se han dado pasos importantes, pero también creo que podría hacerse mucho más.

 

Ø  La mayoría del pueblo venezolano se siente muy en comunión, muy en fraternidad con su Fuerza Armada.

 

Ø  Los líderes de Primero Justicia y de otros partidos de la derecha, desde los más viejitos hasta los estudiantes universitarios, todos tienen una mentalidad retrógrada, recalcitrante.

 

Ø  En historia cualquier cosa es posible, pero me atrevo a pronosticar que si hubiese una restauración neoliberal, el tiempo de permanencia en el poder sería muy corto porque el pueblo venezolano ya tiene una conciencia de su propósito histórico muy superior a la que teníamos hace 24 años.

 

A continuación, la conversación completa:

 

-Este año, el aniversario del 4F llega en medio de una ola continental de restauración neoliberal, que parece tener su réplica en Venezuela, dados los resultados de las elecciones parlamentarias. ¿Qué significado nuevo adquiere la rebelión militar bolivariana en ese contexto?

 

-En particular pienso que esa restauración neoliberal y ese retroceso de los gobiernos progresistas, no es tan ola como se dice. Todo proceso histórico tiene reveses, tropiezos, dificultades, pero eso no significa que sea el comienzo del fin del empeño de de las sociedades en buscar la igualdad y la equidad social ni que se vayan a acabar los gobiernos que luchan por el bienestar de sus pueblos. El 4 de febrero, como movimiento cívico-militar de rebelión que buscaba la dignificación del pueblo venezolano y que se convirtió en un ejemplo para toda América Latina y para el mundo, hoy más que nunca tiene vigencia, en su esencia ideológica. La tiene por las asechanzas del capitalismo y de la derecha internacional y en el caso particular de Venezuela, por las asechanzas de una derecha que se vio fortalecida con los resultados electorales. Es importante rescatar ese espíritu de rebelión para aplicarlo ahora. En 1992 estábamos claramente en peores circunstancias en cualquier sentido que se le vea: pobreza crítica, desempleo, crisis educativa, de la salud… Y en ese escenario crítico se levantó una voz de rebelión popular que insurgió en contra de ese statu quo.

 

-Si se escucha con atención a los voceros de la contrarrevolución, especialmente a los que se han convertido en figuras de la Asamblea Nacional, están tratando de reescribir la historia reciente: dicen que antes de la Revolución todo era maravilloso, un país armonioso y en paz social… ¿Si eso fuera así, cómo se explicaría el apoyo popular a la rebelión que se potenció el 4F?

 

-Sí, es que la conflictividad social, la ruptura con el modelo político se fue gestando desde finales de los años 70, a pesar de la bonanza petrolera. Se consolidó en los 80 y se agudizó en los 90. Eso fue una crisis social de la máxima envergadura, que se hizo irreversible con la aplicación del paquete neoliberal a partir de 1989, por el gobierno adeco de Carlos Andrés Pérez. Eso prendió la mecha a una bomba social que existía en los sectores populares. Todos y todas debemos ver esa historia reciente para comprenderla. No podemos tener una mirada edulcorada respecto al tiempo de la democracia representativa, pues ese modelo político sumió al país en su máxima pobreza, teniendo importantes recursos petroleros. Hay que ver los periódicos de los años 80 y 90 para constatar todo lo que realmente estaba pasando entonces, los altísimos niveles de conflictividad social que existían.

 

-La corrupción fue uno de los factores de la caída del sistema político de Puntofijo. A esa conclusión han llegado estudiosos de derecha y de izquierda. Ese problema no se ha resuelto, sigue siendo un poder, un Estado dentro del Estado. ¿No se corre el riesgo de que la V República repita el descalabro histórico de la IV?

 

-Claro que la corrupción es un flagelo del poder, un cáncer que ataca a los que ejercen el poder. Pero hay que estar alertas porque siempre se usa ese argumento para atacar a los gobiernos. En la historia venezolana eso se ha repetido. Por ejemplo, entre las causas del derrocamiento de Pérez Jiménez también figuró la corrupción. Más allá de ese uso político, para los revolucionarios el enfrentar la corrupción debe ser una cuestión moral y ética. Creo que en estos momentos se han dado pasos importantes, pero también creo que podría hacerse mucho más.

 

-Estamos a 24 años del 4F y parece buen momento para preguntar si ¿sigue existiendo en el país la dicotomía militarismo-civilidad, que tanto se menciona en algunos círculos políticos e intelectuales?

 

-Para un sector amplio de la sociedad, esa dicotomía, esa escisión entre sociedades militares y civiles no existe. La mayoría del pueblo venezolano se siente muy en comunión, muy en fraternidad con su Fuerza Armada. Es indiscutible que todavía tiene algún peso la mentalidad histórica de esa división, que ni siquiera es del siglo XX, sino del XIX, se remonta a las luchas independentistas. Esa mentalidad también se refuerza por el contexto latinoamericano, donde ha habido muchas dictaduras militares. En Venezuela nunca resultó tan marcada esa división como lo fue en las naciones del Cono Sur o en la misma Colombia. Pero ahora mismo es todavía menos acentuada. La línea divisoria es mucho más difusa desde la llegada de la Revolución Bolivariana, sobre todo porque ahora vemos a los militares ejerciendo funciones que antes eran siempre de civiles. Se ha incrementado la igualdad. Antes uno veía un militar y tenía cierta aprehensión.

 

-Acaba de celebrarse el centenario del nacimiento de Rafael Caldera. ¿Qué responsabilidad puede atribuírsele a él y a otras figuras del bipartidismo en lo que ocurrió con el liderazgo de ese modelo político? ¿No fueron culpables de que, al llegar los años 90, se habían “pasmado” varias generaciones de dirigentes políticos?

 

-Bueno, en el caso de Caldera creo que tuvo peso su ambición personal de ejercer el poder directo, de protagonizar. Lo digo con el respeto que merece alguien que ha fallecido. Es cierto que se frustraron algunas generaciones de políticos, como es el caso de (Henry) Ramos Allup, que tuvo que conformarse con ser siempre un segundón y es ahora cuando tiene alguna figuración por cuenta propia. Pero, vamos a estar claros, si esas generaciones no se hubiesen frustrado, eso no hubiese significado un desarrollo distinto de los acontecimientos ni un cambio en la forma de hacer política porque se trataba,  y se trata, de un modelo destinado a favorecer a las clases dominantes internas, al imperialismo estadounidense  y al capitalismo mundial. Eso se nota incluso en generaciones mucho más recientes. Ahí están los líderes de Primero Justicia y de otros partidos de la derecha, desde los más viejitos hasta los estudiantes universitarios, todos tienen una mentalidad retrógrada, recalcitrante. Yo creo que hasta Caldera era un poco más avanzado que estos.

 

-Volviendo al contexto del aniversario del 4 de febrero, ¿qué posibilidades le atribuye a un retorno de Venezuela a la senda del neoliberalismo y los gobiernos de derecha, es decir, de los elementos contra los que insurgieron los mandos medios del Ejército en 1992?

 

-En mi opinión, creo que será difícil, con un alto costo social. En historia cualquier cosa es posible, pero me atrevo a pronosticar que si hubiese una restauración neoliberal, el tiempo de permanencia en el poder sería muy corto porque el pueblo venezolano ya tiene una conciencia de su propósito histórico muy superior a la que teníamos hace 24 años. No se trata solo de hambre o condiciones económicas, sino de la conciencia de los pueblos.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])