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De las vías constitucionales que planteó la Mesa de la Unidad como su Hoja para el Ruta 2016, Leopoldo Puchi, exsecretario general del MAS, se casa con la opción del referéndum revocatorio. 

 

En la entrevista que concedió a PANORAMA aseguró que hay  “un sector radical en la oposición que quiere que se dé una especie de ruptura”. Por otro lado, considera que  “hace falta la cohabitación” entre el Ejecutivo, el TSJ y la Asamblea Nacional.

 

—De las tres vías  constitucionales que planteó la oposición al país  frente al Gobierno, si usted tuviera que elegir ¿cuál tomaría?

 

— La que reúne el carácter legal y constitucional es el referéndum revocatorio porque fue concebido en el momento en el que se redactó la Constitución como el mecanismo explícito para ponerle cese a los mandatos por elección popular. Recordemos que la Constitución de 1961 no tenía ningún mecanismo expreso y por eso se creó ese artículo para este tipo de casos.

 

—No cree que  este mecanismo  podría ser torpedeado por el TSJ…

 

— Esta es una opción que fue creada para estos casos,  no puede ser declarado inconstitucional como si pueden ser declarados otros elementos que polémicos porque no es dudoso, ni confuso y existe una tradición en Venezuela porque ya se ha celebrado con anterioridad un referéndum revocatorio como el caso del presidente Chávez, es legal y existe una experiencia, no creo que haya un obstáculo para recoger los requisitos. En el caso de la enmienda es distinto, porque  no está hecha para revocar un mandato y porque ya existe un artículo en la Constitución que cumple con ese papel. Puede emplearse sí con otro propósito y  además es polémico sí es retroactivo. Si ya existe un artículo de cómo proceder no tiene sentido buscar atajos de otro tipo.

 

 —La MUD pidió salir a la calle sin violencia, pero  hay un sector que insiste en convocar a La Salida  cuando tiene antecedentes como los hechos ocurridos en el 2014, ¿cómo se lee este llamado?

 

— Hay un sector radical en la oposición que quiere que se dé una especie de ruptura  que no se limita especificamente a ponerle cese al mandato del Presidente en los términos constitucionales, sino que quiere una ruptura global con el sistema que existe en el país, el tomar directamente todos los poderes públicos para que haya equilibrio de poderes  y  cambiar las características económicas vigente.

 

—¿Está preparada la dirigencia política opositora para encarar la crisis?

 

— En materia del mecanismo que proponen de la práctica y a la conclusión a la  que han llegado que es convocar un  referendo revocatorio sí, pero acuérdate que tienen diferencias y hay sectores radicalizados que no les gustaría  un simple cambio de Presidente sino que quieren asumir todos los poderes públicos y cambiar globalmente el sistema,  tienen un proyecto político para ejercer la función presidencial y para hacerlo con mayor sosiego y con mayor respaldo popular  tendrían que romper con estos sectores radicalizados que no tienen respaldo en el país y podrían hacer que la gestión gubernamental sea más conflictiva si se trata de desmantelar conquistas y logros y la forma de funcionamiento del sistema que desde el punto de vista social  originarían mucha resistencia en el país. 

 

—¿Quién cree usted  quiere llegar a Miraflores?

 

— Las clases sociales y élites políticas que fueron destacadas en el poder, me parece que son las  tienen el interés de retomar las riendas del Estado venezolano, además  hay interés de parte de  Estados Unidos a que haya un cambio y  desde el punto de vista de líderes de los partidos políticos  que se han agrupado en la Mesa de la Unidad que con diferentes corrientes e ideologías  aspiran por razones de participación partidista. Ya no se trata de clases sociales sino de participación partidista que evidentemente están interesados en acceder a la Presidencia de la República dentro de la dinámica normal de cualquier país del mundo donde las posiciones gubernamentales pueden alternarse dentro de las diferentes corrientes dentro del sistema. 

 

—  Qué opina de que la oposición acuda a la intervención extrajera en situaciones internas del país…

 

—Eso los aisla de los propios venezolanos y es contrario al interés nacional. Las decisiones políticas que sean tomadas por poderes extranjeros, quienes han venido sosteniendo esta propuesta, le hacen mucho daño al país y tienen muy poco sentido de nacionalidad. En Venezuela existen los mecanismos normales para llevar la vida política; pero  se han visto casos de representar intereses lo que es  una visión contraria a la idea de una nación independiente. Es un gran error y le hace daño a los sectores de la oposición y quienes lo han planteado se comportan como agentes de intereses externos al país.

 

— ¿Tendrá esto que ver con la renovación del decreto del presidente Obama en el que  señala a Venezuela como una amenaza?

 

— Son corrientes dentro de la oposición que existen desde hace mucho tiempo, no podemos hablar que  toda la oposición tenga una idea desnacionalizada, sino algunos factores estrechamente vinculados a intereses extranjeros que seguramente quieren volver al esquema de subordinación que perjudica al interés nacional.

 

— ¿Cómo percibe usted el hecho que algunos expresidentes vengan  a dar su posición contra el Gobierno? 

 

—Se ha venido conformando como una especie de confederación internacional de la derecha que defiende intereses y perjudica también al país, e incluso, desprestigian a la propia Mesa de la Unidad que debería tener, más bien, un talante más nacionalista, porque la oposición tiene una fuerza electoral importante y no necesitan, ni de muletillas, ni de intervenciones extranjeras y por lo demás su gran mayoría sin darle lecciones éticas a nuestro país. Eso es muy feo y desagradable que vengan a dar una especie de cátedra personas que han tenido responsabilidades en fracasos políticos en sus respectivos países, pero una especie de solidaridad internacional por razones ideológicas entre fuerzas políticas que comparten una visión, eso no se había visto con anterioridad, una campaña excesiva, una especie de hostigamiento, cuando en el resto de países de América Latina y Estados Unidos y en Canadá existen situaciones delicadas sobre las cuales pudieran ocuparse, como por ejemplo, el caso de Argentina donde miles de personas fueron lanzadas a la calle por el desempleo con el nuevo Gobierno, el ataque a la libertad de expresión, cierre de emisoras, es de lo que bien pudieran pronunciarse. Es evidente que hay un sesgo y un interés político-partidista y en razón de eso se han venido moviendo, una solidaridad útil sería una intermediación que Venezuela, personas neutras como mediadoras a impulsar el diálogo que hace falta.

 

—Han pasado dos meses de la instalación de la AN y no hay ningún tipo de señal entre el Poder Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo, ¿cómo se define ese acertijo?

 

—El mecanismo que le pudiera dar respuesta es el de la cohabitación, un entendimiento donde se mantengan las confrontaciones propias de la vida democrática, pero que al mismo tiempo cada quien respete ciertos límites sobre la base del diálogo. Creo que en esa materia debería establecerse un esquema, no solo de manera transitoria, sino que en el país van a existir fuerzas contrapuestas con una gran base social que ninguna va a desaparecer independiente de quien haga las elecciones como ha quedado demostrado a lo largo de estos años, que lo más recomendable y útil es que se establezca un espacio de cohabitación que no implique la renuncia a los ideales o a los principios, pero que tenga unas coordenadas mínimas de funcionamiento eso es lo más conveniente para Venezuela, pero no ha habido un esfuerzo en esa dirección de ninguno de los dos factores. Sino que se ha actuado más que todo en vencer al otro factor, y en este sentido la presentación, iniciando el año, de la propuesta de salida del Presidente  en lugar de facilitar el sistema de cohabitación es un mecanismo de desenterrar el hacha de la guerra y lo que hizo fue tensar más la situación política, entonces no hubo una contribución en ese mensaje inicial de la nueva AN en esa función de cohabitación entre poderes públicos, fuerzas partidistas y sociales en el país.

 

(Panorama)