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Líder no es quien quiere, sino quien puede. Y parece que los dirigentes opositores demuestran su impotencia en este terreno, a pesar de que Ramos Allup diga que tienen sendos motores en las partes pudendas del cuerpo.

 

Para ser líder, además de una cierta dosis de carisma y sentido de la oportunidad, que son indispensables, se necesitan varias condiciones prácticamente inexistentes en eso que llaman la dirigencia opositora.

 

En primer lugar, se necesita un proyecto. Y en este punto pareciera de Perogrullo aclarar, pero tumbar antes a Chávez y ahora a Maduro no es un proyecto. Un proyecto se construye con propuestas, con metas claras que respondan a un interés superior y no a asuntos subalternos.

 

En segundo lugar, se requiere coherencia. No se puede decir una cosa y hacer otra. No se puede ser líder y tener agendas ocultas. Decirle a la gente que lo que se debe hacer es tal cosa y luego, buscar por una intención mezquina, otra muy diferente detrás de las cámaras.

 

En tercer lugar, es indispensable predicar con el ejemplo. No se puede pedir a los demás que hagan lo que uno no está dispuesto a hacer. El testimonio de vida arrastra más que un millón de palabras. Y por eso se tiene que ser transparente a la hora de plantear propuestas o, como en este caso, una “ruta” a seguir. Pero en esa “ruta” lo menos que hay es transparencia, puesto que cada quien tiene una parcelita que defender, aunque no lo declaren públicamente.

 

Podríamos seguir incluyendo requisitos en la lista, pero con estos tres es suficiente para evidenciar que la dirigencia opositora está muy, pero que muy distante de lo que significa un verdadero liderazgo.

 

La falta de liderazgo y el desperdicio del capital político

 

El pasado 6 de Diciembre, un número muy importante de personas votó en contra del Gobierno. Otro grupo significativo, que usualmente hubiera respaldado la opción Bolivariana, dejó de ir a votar. Esto trajo como consecuencia que la oposición resultara favorecida con una amplia mayoría en la Asamblea Nacional, algo que no habían logrado en todos los años del proceso revolucionario.

 

La consecuencia de esta circunstancia es que el año 2016 arrancó con un importantísimo capital político para la oposición, el cual, en poco menos de tres meses, ya se ve mermado, justamente porque no existe un liderazgo con proyecto coherente y ejemplar que pueda canalizarlo.

 

El ejemplo más patético de esto ha sido el anuncio de la cacareada “ruta” para tratar de sacar del poder al Presidente Nicolás Maduro.

 

Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario

 

Después de crear una expectativa inmensa, casi comparable con la que se ha generado para el estreno de la nueva temporada de “Games of Thrones”, y de retrasar ese fulano anuncio por más de tres semanas, lo que sucedió fue que leyeron un escueto comunicado de unos tres o cuatro párrafos que lo único que decía, palabras más, palabras menos, es que la “ruta” eran todas. Es decir, que la ruta no es una, sino que cualquier cosa puede ser la ruta. Si suena absurdo o complicado, salvo mi responsabilidad, porque eso fue lo que dijo la dirigencia de la MUD, no yo.

 

Es ridículo anunciar que estás en conversaciones para escoger un camino a seguir y después de varias semanas pararse de cara a la gente y decirle pueden irse por donde quieran.

 

El asunto es que esa bufonada en la cual se convirtió la tan anunciada rueda de prensa para anunciar la famosa “ruta”, no sucede por casualidad. Simplemente es un síntoma, no solo de la falta de liderazgo, como ya hemos dicho, sino de las profundas diferencias que existen entre quienes se auto proclaman dirigentes de la oposición. No se hablan, no creen los unos en los otros, no se tienen confianza, ni siquiera se respetan (hay que ver lo que dicen unos de otros detrás de las cámaras). ¿Y todo esto por qué?: porque no tienen nada en común, porque cada quien tiene su propia agenda, la particular, la inconfesable….

 

Pero para que esta agendita personalísima se pueda dar, primero, cada cual, necesita que eso que llaman“la unidad” (que es la cosa menos unida que yo conozca), trabaje para intentar sacar a Maduro.

 

Y en el supuesto negado de que algún día lo lograran, el espíritu de Carmona Estanga invadiría los cuerpos de los señoritos dirigentes y la pelea a cuchillo con liguita sería para ver quién es el primero que llega a Miraflores a derribar los cuadros de El Libertador Simón Bolívar (todos hacen eso, parece un ritual cabalístico) y a leer un papelito tembloroso: “yo, fulanito, en mi condición de Presidente de Venezuela (sin lo de República Bolivariana), juro….”

 

Afortunadamente, este pueblo es demasiado sabio, y como siempre, lo están subestimando.

 

(notiminuto.com / Por Mary Pili Hernández / [email protected])