Un 28 de julio de 1954, en un pueblito humilde de Barinas llamado Sabaneta, nació un niño que al hacerse hombre, se volvería amante de las letras, y que años después, gracias a su héroe El Libertador, se fijaría el ideal de cambiar la historia de la república.

Hugo Rafael, se llamó. Al que le decían el «bachaco», desde pequeño cultivó su amor por la patria, así como campesino a su siembra. Creció recorriendo el mundo con el pasar de miles de páginas. Carlos Marx y Vladímir Ilich Lenin lo guiarían en el camino de las batallas, por la construcción de un socialismo que pocos lograban entender.

Y es que cuando el Teniente Coronel, toma las riendas de una Venezuela, que se caía a pedazos, se da cuenta que había mucho por hacer.

Chávez, en su primer mandato, abre los ojos a un pueblo inmerso en la crisis, para demostrar que sí se puede alcanzar lo inalcanzable. Les dio esperanza, les tendió la mano para salir adelante. Por ello, sus seguidores forman con el pasar de los años, un ejército multitudinario que se convierte en su más fuerte aliado.

Aunque, sus fieles hoy lloran su ausencia, también celebran su legado. Para ellos, él cumplió su promesa, construyó la Patria Grande, Libre y Soberana, esa que Bolívar dejó como herencia.

La pérdida del líder revolucionario, no debilitó al pueblo, solo lo hizo más fuerte. Porque en medio de todo el caos que podría representar su partida, Chávez fue un gran visionario. Dejó trazado el sendero que garantizaría la continuidad del proyecto, a quienes lo acompañaron en el transitar de su vida política. Nicolás Maduro Moros sería entonces el defensor de la Patria de Hugo Chávez.

(YVKE)