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El terrorista más buscado de Europa tras los atentados de noviembre en París y el «hombre del sombrero», el tercero de los terroristas que provocó una masacre en el aeropuerto de Zaventem el pasado 22 de marzo, son la misma persona: Mohamed Abrini.

 

Este sábado, tras un día de interrogatorio, la Fiscalía Federal belga pudo, por fin, corroborar que se trataba del mismo individuo, pero sólo después de que el propio Abrini lo confesara. «Tras serle presentados los resultados de diferentes pruebas periciales confesó su presencia en la escena del crimen. Explicó que [tras salir del aeropuerto tras los ataques] tiró su abrigo a una papelera y que después vendió su sombrero», anuncio por la noche la Fiscalía en un comunicado. Según Eric Van Der Sypt, portavoz oficial, confesó su participación en ambos ataques.

 

Apenas cuatro horas antes, en otro texto enviado a los medios de comunicación, el juez antiterrorista encargado de la investigación por los atentados de París informaba de que se había puesto a Abrini en custodia acusado de «participación en actividades de un grupo terrorista y asesinatos terroristas». Sin embargo, decía, la Policía no podía confirmar por el momento si era el «hombre del sombrero».

 

Tras una nueva ronda de preguntas el sospechoso admitió su participación, lo que lleva la tranquilidad, o al menos un poco, a un país completamente en vilo. Las autoridades respiran por poder pasar página en dos cuestiones absolutamente críticas. En realidad, en tres, pues los investigadores fueron capaces unas horas antes de confirmar una de las grandes incógnitas que traían de cabeza al país. Naim Al Hamed, alias Osama Krayem, que fue arrestado el viernes casi de forma simultánea con Abrini, es el hombre que aparece en las cámaras de vigilancia minutos antes de la detonación de Maelbeek. El segundo terrorista del metro.

 

Apenas dos días después del ataque se filtró que un segundo hombre aparecía en los vídeos en el andén junto a Ibrahim El Bakraoui. Un medio local aseguró citando a fuentes policías que dos personas hablaban, que ambas cargaban mochilas pero que uno, justo antes de la explosión, se retiraba, no entraba al vagón y no moría. Pero durante tres semanas, silencio absoluto. Ni una confirmación ni una negación.

 

Ahora está probado que Osama era ese individuo y que él también fue el que compró las maletas que se usaron para llevar los explosivos. Hay registros de él en el centro comercial City 2, a apenas dos paradas de metro del conflictivo barrio de Molenbeek. Lo que no está nada claro es si estaba previsto que él también se detonara o no. Ayer, el diario De Standaard, citando a fuentes anónimas de la investigación, explicaba que esas grabaciones en el subterráneo mostraban a Osama con una mochila idéntica a la de Khalid El Bakraoui. Y sospechan que puede haber una carga de explosivos sin localizar en la ciudad.

 

¿Quién la tendría? El periódico flamenco apunta a un sospechoso concreto, un hombre no identificado pero que se sabe que llegó a Bruselas, desde Alemania, con Salah Abdeslam. En octubre Abdeslam acudió a recoger a tres personas en coche. Dos de ellas, Osama Krayem y Amine Choukri, ya están bajo custodia, pero el otro no. En primera instancia la Policía pensó que podría ser alguno de los arrestados el viernes. Sin embargo, y de forma llamativa, los dos hombres que fueron detenidos junto a Abrini y pese a que sabían perfectamente quién era, han sido puestos en libertad tras ser interrogados. Sin cargos.

 

De la declaración de Abrini no se sabe nada más hasta el momento, al menos oficialmente. Sin embargo, el diario L’e Echo, a través de fuentes de la investigación, apuntaba a que el objetivo inicial de la célula no era Bruselas, sino de nuevo París, pero que, según habría admitido Abrini, tras la captura de Salah Abdeslam precipitaron la operación ante el temor a ser arrestados.

 

(Agencias)