En exclusiva para teleSUR, la mandataria brasileña recordó que para que se proceda al impeachment es necesario que haya un delito de responsabilidad.

 

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, reiteró este jueves que un juicio en su contra no puede llevarse a cabo solo por un recelo político de la derecha de ir en contra de los 54 millones de ciudadanos que votaron a su favor.

 

En entrevista exclusiva para teleSUR con el periodista Ernesto Villegas, la mandataria brasileña recordó que para que se proceda al impeachment es necesario que haya un delito de responsabilidad y una base jurídica porque los cargos que intentan imputarle no tienen base para alejar a un jefe de Gobierno de su cargo.

 

«No me están acusando de un delito de corrupción porque no lo he cometido, no tengo cuentas bancarias en el extranjero, no tengo procesos contra mí por haberme aprovechado o haber sacado ventaja de cualquier aspecto del Gobierno, se trata de una discusión sobre cuentas públicas, sobre administración presupuestaria, y este tipo de administración no es base para alejar a un presidente de la República de su condición de jefe del Ejecutivo», argumentó.

 

Desde el Palacio de Planalto, la mandataria explicó que en el parlamentarismo es posible alejar de su cargo a su presidente por un recelo político o por una falta de confianza, así como la máxima autoridad de la Cámara de diputados puede disolver un parlamento y convocar nuevas elecciones generales, procedimiento que no puede producirse en el presidencialismo.

 

Respecto a esto, manifestó que cuando se trata de un jefe de Estado, este tipo de acciones no tienen lugar, debido a que quien llega a la Presidencia de la República lo hace a través del voto mayoritario de la población y no con un voto proporcional «como pasa en el caso de los diputados o senadores que actúan en el régimen parlamentarista».

 

Lo que busca la oposición

 

Dilma Rousseff destacó que desde el principio de su segundo mandato la oposición quedó infeliz por haber perdido esa elección, y esa infelicidad se transformó en un intento de alcanzar el Gobierno, » a través de vías no electorales».

 

Hasta el momento la derecha ha llevado a cabo una serie de acciones para intentar destituirla y así arremeter contra la voluntad de más de 50 millones de brasileños que le dieron su voto en los últimos comicios presidenciales.

 

«Pidieron el reconteo de los votos, lograron hacerlo y se demostró que habíamos ganado efectivamente las elecciones. Después pidieron una auditoría, una verificación de las urnas electorales y pasó lo mismo, pidieron una comprobación de estas urnas y no había ningún tipo de problemas ni manipulación. Después de esto hicieron intentos para impedirme que tomara posesión en el Tribunal Superior Electoral y esto también se mostró inviable porque mis cuentas fueron aprobadas y yo tomé posesión, pero no estaban satisfechos y siguieron con este proceso», explicó.

 

La mandataria recordó que en diciembre de 2015, Eduardo Cunha, destituido este jueves de su cargo como presidente de la Cámara de Diputados, fue sometido a una comisión de ética, de la cual necesitaba solo tres votos para no ser condenado, situación ante la cual el diplomático amenazó al partido del Gobierno de abrir un proceso de impeachment si no votaba a su favor.

 

Cunha tiene en su contra «acusaciones de cuentas en el extranjero, tiene un proceso y denuncias contra él y tiene también un proceso de investigación de sus actividades por blanqueo de dinero», destacó Rousseff.

 

Consecuencias del golpe

 

La mandataria brasileña aseguró que luchará para que el golpe en su contra no se consume. «Nosotros aceptamos la democracia y sus reglas y vamos a luchar dentro de estas reglas», enfatizó.

 

Rousseff advirtió que de llevarse a cabo el golpe de Estado las consecuencias para Brasil serían muy graves, porque la democracia fue un proceso de lucha muy intensa a través del cual se logró la prosperidad.

 

«La lucha por la democracia fue además un proceso doloroso porque nosotros luchamos y hubo personas que perdieron sus derechos políticos, que fueron torturadas y exiliadas. Existe un largo período de lucha en Brasil que desemboca en la Constitución del 88 que permitió que se hiciera el proceso de inclusión social».

 

Respecto a esto, aseveró que la consecuencia más dramática es la desvalorización de la democracia, y la segunda sería perder los derechos conquistados. «Por eso hay que luchar. La lucha apenas está empezando y esta lucha no se agota en este primer momento».

 

Impeachment contra la seguridad social

En sus declaraciones a teleSUR, la dignataria cuestionó cómo el programa de Gobierno de la derecha que se intenta implementar es el mismo que fue derrocado en las urnas en 2014.

 

«Desean alejarnos y van a adoptar un programa de Gobierno distinto al nuestro», y agregó que esa acción se traduce en que los brasileños dejarán de beneficiarse de los programas sociales que se han levantado para el bienestar de los ciudadanos.

 

Asimismo, añadió que la derecha dice que el proceso de impeachment es legal porque está previsto en la Constitución, sin embargo, el resto de la situación no es explicada.

 

«En la Constitución está previsto que un presidente puede ser alejado del Gobierno por un delito de responsabilidad y me acusan de seis decretos presupuestarios, de créditos suplementarios, los cuales son muy pocos cuando tomamos en cuenta que el expresidente Fernando Enrique Cardozo emitió 101 decretos en el año 2001», refirió.

 

Latinoamérica víctima de golpes no convencionales

 

Cuestionada sobre la situación de Latinoamérica frente a las acciones de la derecha internacional, Rousseff hizo énfasis en que las élites de la región están sustituyendo los métodos de guerras, en las que se usaban las armas, por otros tipos de golpes.

 

El ejemplo más claro- dijo- son los golpes parlamentarios que ya se ejecutaron en otros países y que se intenta replicar en su país.

 

«En el conflicto ejecutivo-legislativo pasa lo siguiente: los gobiernos electos por la mayoría de los votos populares, que provocan inconformidad y el acceso a determinadas fuerzas políticas, están siendo víctimas de una acción de derrocamiento a través de mecanismos aparentemente democráticos, que son utilizados para sacar estas representaciones de la dirección del Poder Ejecutivo y sustituirlas por gobiernos que van a cambiar esta orientación», añadió.

 

Debilidad mediática

Dilma Rousseff consideró que en su país hace falta la presencia de medios de comunicación con enfoques diversos, debido a que de todos los existentes, una gran cantidad se rigen bajo un mismo lineamiento.

 

Lamentó que en su país no existan grandes televisoras o periódicos que difundan información con una visión distinta de los ya establecidos, en su mayoría con tendencias derechistas.

 

Rousseff manifestó que esto no es solo responsabilidad del Gobierno sino también de la sociedad, porque «nada debe impedir que tengamos medios de comunicaciones diversificados».

 

Hizo referencia a países como EE.UU. y Alemania, donde a pesar de los modelos políticos, existe una gran variedad de visiones en los medios. «Lo que nos salvan son las redes sociales», dijo.

 

Estados Unidos y el golpe

Sobre la presunta relación de Estados Unidos con las intenciones de ejecutar un golpe de Estado en Brasil, Rousseff explicó que lo que se sabe hasta el momento es que el país norteamericano no ha tenido un gesto en contra o a favor del hecho.

 

«No podemos atribuirle a Estados Unidos una participación en este proceso de Brasil, de ninguna manera, sería atribuirle a los Estados Unidos un rol que no desempeñan aquí y sobre el cual no tienen responsabilidad», añadió.

 

La dignataria indicó que las acciones golpistas por ahora solo pueden ser explicadas con la insensibilidad de segmentos de la élites brasileñas. EE.UU «se ha mantenido hasta este momento alejado de este proceso».

 

(teleSUR)

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