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Chicas trans viajan a Alemania, Italia, España, Panamá y Colombia. Mafias se aprovechan de las necesidades de las jóvenes y les subsidian el viaje, luego cobran grandes intereses.

 

Susana viene de Maracaibo, tiene 25 años, de éstos ya 10 los ha vivido en la calle. Es una transexual rechazada por su familia y de baja condición económica. Tiene poco tiempo en Caracas, ciudad que ve como un trampolín para “volar” a Panamá, donde desea trabajar. No conoce el término trata de personas, ni le preocupa las consecuencias que éste implica.

 

La mujer está consciente de los riesgos que conlleva su empresa. Sabe que embarcarse en esta misión la pone en el ojo del huracán. Su llegada a Caracas no fue fortuita. Huyó de su ciudad natal tras el homicidio de una amiga. Las dos compartían el mismo oficio: trabajadoras sexual. La víctima fue marcada por la mafia que dirige el mercado sexual trans desde hace ya algunos años.

 

Desde el anonimato y amparada bajo un nombre ficticio, la chica transgénero sabe del difícil camino que busca transitar. No tiene los recursos económicos para emprender la aventura, ni el físico adecuado para ambicionar otros escenarios de vida. Aún no ha podido operar sus pechos, solo se ha inyectado agua destilada para generar cierto volumen, al cual ayuda con la toma de pastillas anticonceptivas, en lugar de hormonas.

 

“La vida que llevamos aquí es de perra. Nadie nos respeta. Todo el mundo nos maltrata, nos humilla, los policías nos golpean y roban cada vez que les da la gana, no podemos ni siquiera ir a una tienda, hasta los mismos vigilantes nos caen a palo. Hay hasta policías depravados que nos violan. Afuera por lo menos nos respetan más, tienen la mente más abierta, podré vivir mejor”, afirma, quien al igual que miles de personas está ideando su vida en otros horizontes.

 

A pesar del miedo que siente, la decisión está tomada. Lo primero es operarse, a cómo de lugar. Tiene a un amigo “que sabe ponerlas”. Tiene previsto hacerlo en la habitación de un hotel en Valencia. No sería ni la primera ni la última en optar por esta opción, en lugar del quirófano de una clínica. La oferta es de 600 mil bolívares. “Mi amigo ya lo ha hecho”, se repite como una especie de mantra para darse confianza. 

 

El siguiente paso es contactar a una de las tres chicas que en los actuales momentos controlan la mafia de la extorsión en Caracas, Maracaibo y Barquisimeto. “Cada vez ocupan más terreno”, asegura Yonatan Matheus, director de Venezuela diversa, quien observa horrorizado la modalidad de acción de estas mujeres bajo el amparo de la impunidad. 

 

Jóvenes trans son captadas por mafias en Venezuela.
 

Asegura que en cada ciudad del país ya hay una “madre” responsable de los cobros y pases de facturas a las chicas que se prostituyen, incluso aquellas que se anuncian por las páginas web Distintas.com, Rumbacaracas.com, entre otras. A la jefa de la mafia se le conoce como madre, equivalente al pram de la cárcel, es la que controla los pagos, las deudas y los cobros a las jóvenes que no han cumplido con las tarifas. Manejan millones de bolívares.

 

Las tradicionales tarifas de trabajo ya no solo son cobradas en bolívares, sino en moneda internacional. Ya no es suficiente con 20 mil para pagar el puesto de la calle, siete mil semanal para conservarlo y entre 15 y 20 mil de “regalito” cuando se comete una infracción. Éste último se debe pagar el mismo día que se notifica a la infractora de su error. 

 

“Si no pagas te viene palo. Te cortan, te pinchan los senos y los glúteos, si tienes prótesis. Te apuñalan”, dice una de las chicas que opera en Caracas. No se atreve ni a señalar su sitio de trabajo, mucho menos su nombre. 

 

Estas mismas mujeres son las que han creado la ruta hacia el exterior. Te cubren los gastos necesarios, hasta ayudan con el pago de las operaciones, facilitan la logística en la emisión del pasaporte, la compra del pasaje y la salida del país, afirma Matheus, quien asegura que las salidas al exterior se producen por el aeropuerto de Maracaibo, donde tienen sus contactos y colocan menos trabas a las transexuales al momento de pasar migración.

 

En el caso de Susana —que aspira viajar a Panamá— la deuda podría ascender a tres mil dólares, pero se vería obligada a cancelar 10 mil y en muy poco tiempo. Las personas que caen en esta red son sometidas a pagos periódicos de cifras altas, abultadas por tasas de interés manejadas a la conveniencia de la “madre”. La joven llegará a trabajar en un lugar controlado por ella, para poder ejercer vigilancia de cerca. 

 

En caso de que la persona no pueda cumplir con los pagos las agresiones físicas son cada vez peores y, en la última instancia, las denuncian ante las autoridades de la localidad para forzar su deportación. La red que opera desde Venezuela envía a las chicas hacia Panamá y Colombia, en el caso de Latinoamérica, y hacia España, Italia y Alemania, en el caso de Europa, explica el promotor de los derechos humanos de la comunidad Lgbti.

 

Cuando los viajes son hacia el viejo continente el monto a pagar es mayor, lo cual equivale a que la deuda puede ascender a 20 mil dólares, sin contar los gastos de manutención, pagos de habitaciones y alimentos. “Te vuelves esclava de la madre”, explica Matheus, quien ha acudido ante la Defensoría del Pueblo, el Cicpc y el Ministerio Público a interponer la respectiva denuncia, pero no ha recibido el apoyo necesario. “En la Fiscalía me dieron a llenar una planilla, más nada”, asegura. 

 

Yonatan Matheus asegura que reciben tratos de esclavas. Explica que el mercado sexual también abarca la prostitución homosexual. En el caso de los hombres son enviados hacia Colombia y Perú. De acuerdo con las informaciones que maneja Matheus esta situación tiene al menos tres años ocurriendo. 

 

Aunque Yulia, una trans “de la vieja generación”, como ella misma se califica, indicó que esto sucede mínimo desde hace 10 años y a medida que pasa el tiempo la situación se va complicando más. Considera que las jóvenes que caen en estas mafias se creen muy pilas, pero no tienen grados educativos, no saben realmente cómo es la cosa, además —explica— muchas son adictas a distintas drogas. 

 

“Esa fue una mafia creada por las mismas trans, por más nadie. Cuando yo viajaba lo hacía por cuenta propia, lo más que podía pasar era que una amiga me prestara el dinero y luego se lo pagaba, pero no como ahora. Antes era solo con las mujeres, mafiosos y chicas que eran obligadas a venderse. Ahora las trans que dominan la mafia son muy malas. Las llegué a escuchar en Italia: ’si no me paga le voy a echar ácido’ y ten la seguridad de que te denuncian para que te boten. En Europa se cuidan de que las denuncien. La policía va a buscarte y te sacan. Aquí las matan frente a ellos y ni se meten”, se lamenta la mujer de 52 años. 

 

Esta no es la primera vez que este tipo de denuncias cobra centimetraje. Hace cinco años el tema de las mafias en el mercado sexual de la trans —en territorio nacional— cobró notoriedad por repetidos homicidios ocurridos en la ciudad de Caracas. Las víctimas eran transgéneros que trabajaban como prostitutas. La gota que derramó el vaso fue un doble homicidio perpetrado en abril de 2011. Las autoridades tuvieron que intervenir.

 

Las investigaciones develaron la mafia de la Barbie y la Prince, “madres” de Caracas que controlaban a las chicas que trabajaban en la avenida Libertador. La Prince, identificado legalmente como Ernis Manuel Rodríguez Romero, fue detenida, mientras que la Barbie sigue prófuga de la justicia. Fuentes señalan que continúa controlando el mismo mercado, pero desde Panamá. No tiene difusión roja de Interpol sobre ella, a pesar de que está plenamente identificada y vinculada con varios homicidios. 

 

Desde el Ministerio Público aseguraron que para la institución estos casos son prioritarios e invitaron al director de Venezuela Diversa a interponer su denuncia formalmente. Ponen en duda la entrega de la mencionada planilla. Un alto funcionario señaló: “La dirección general contra la delincuencia organizada lleva el seguimiento en el caso de las tratas de persona, para nosotros estos son temas muy delicados”, afirmó.

 

Por su parte, Susana está decidida a seguir su plan. Conoce los riesgos y peligros, pero ella solo desea irse del país, probar suerte en otra parte, disfrutar de  la dignidad que se le ha negado en Venezuela, sin importar las consecuencias que sus acciones conlleven.

 

(Panorama)