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Los resultados preliminares de un estudio en ratones sobre el riesgo de cáncer con los celulares revivió una vieja discusión que ya se creía zanjada. El trabajo evidenció que entre el 2 y 3 por ciento de los machos expuestos a un tipo de radiación similar a la que emiten estos aparatos desarrollaron glioma, un cáncer maligno del cerebro. Asimismo, entre 6 y 7 por ciento presentaron schwannomas, un raro tumor en el corazón.

 

A un costo de 25 millones de dólares, el National Toxicology Program, entidad adscrita al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, realizó la investigación para despejar las dudas que por años habían existido sobre el tema. Si bien se encuentra mucha literatura científica, al sol de hoy no se ha podido demostrar de forma concluyente que usar celular aumente el riesgo de cáncer.

 

Todo parece indicar que la investigación que iba a sacar de dudas a los expertos solo logró revolver aún más el avispero. Por ejemplo, el riesgo de cáncer solo apareció en los machos y no en las hembras, lo que resultó sospechoso para los investigadores. También les pareció extraño que ninguno de los ratones en el grupo de control, que no estuvieron expuestos a radiaciones, hubiera desarrollado algún tipo de cáncer. Otro dato raro fue observar que los ratones expuestos a la radiación vivieron mucho más que los del grupo control. También resultó peculiar que aunque los schwannomas pueden darse en cualquier parte del cuerpo, solo se presentaron en el corazón. Y para completar, el nivel de exposición a estas ondas fue mucho mayor a las que un usuario generalmente está expuesto.

 

Ante estos hallazgos muchos expertos cuestionaron la validez del trabajo. “No puedo aceptar esas conclusiones”, dijo Michael S. Lauer, director adjunto de investigaciones del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. “Este estudio parece tener un riesgo de ser un falso positivo”, señaló Aaron Carroll, decano de Monitoreo en Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana. David Carpenter, director del Instituto de Salud y Ambiente de la Universidad de Albany, Estados Unidos, le dijo al diario The New York Times que un solo estudio no debe ser suficiente para hacer una recomendación sino que se deben sumar a la evidencia epidemiológica ya existente. Y la que hay sobre el tema del cáncer y los celulares es extensa. Un trabajo en Gran Bretaña y otro en Dinamarca, ambos hechos con amplias muestras, no pudieron establecer un vínculo.

 

Otros, sin embargo, no parecen dispuestos a despachar el estudio así no más.

 

Christopher Potier, quien comisionó el trabajo hace unos años, señaló a la revista Scientific American que se trataba de una de las investigaciones más serias hechas hasta hoy. “Habrá que hacer un trabajo arduo para traducir este hallazgo en humanos pero lo cierto es que esa es la evidencia en ratones. De hecho me preocupa el resultado y yo soy un experto”, señaló. Lo mismo opina la epidemióloga Devra Davis, fundadora del Environmental Health Trust, quien dijo a SEMANA que “este es el estudio mejor diseñado y desarrollado sobre este tema”.

 

Uno de los trabajos más citados en este campo es Interphone, una revisión internacional publicada en 2010 por la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC). Si bien no logró en términos generales determinar un riesgo con los celulares, sí dio indicios de un mayor riesgo de gliomas entre el 10 por ciento de los usuarios con mas horas de exposición al celular. A pesar de esto, los errores y los sesgos no permitieron establecer una relación causal. A raíz de ese estudio, la OMS clasificó este tipo de ondas en la categoría de posibles carcinógenos, igual que el café y los vegetales encurtidos.

 

Elizabeth Cardis, coordinadora del estudio Interphone, emitió un comunicado que le hizo llegar a esta revista en donde expresa que los resultados de esta nueva investigación eran interesantes, debido a que en su trabajo también encontró evidencia de que podría existir una asociación entre el uso del celular y el desarrollo de gliomas y schwannomas.

 

La paradoja es que si bien la gente usa los teléfonos celulares masivamente, no se ha visto un aumento de los casos de tumores en el cerebro. Al contrario, la estadística de nuevos diagnósticos por esta enfermedad se ha mantenido estable desde 1992 a pesar del enorme crecimiento de los celulares. De esta forma, muchos consideran más peligrosos comportamientos como mandar mensajes de texto al manejar o al caminar.

 

Pero Davis afirma que “la ausencia de una epidemia de cáncer de cerebro en este momento no prueba que dichos aparatos sean seguros”. Para ella, este tema se está manejando igual al asbesto, el humo de cigarrillo de segunda mano y la terapia de reemplazo hormonal, que al principio parecían inocuos pero luego resultaron no serlo. Por eso cree que hay lugar para preocuparse. “Es el tercer estudio en animales en los últimos seis años que encuentra un aumento de cáncer después de exposición a radiación al mismo nivel del emitido por los celulares”, dijo a SEMANA. “Los celulares no son juguetes”, agregó.

 

Pero lo cierto es que hay que ver los estudios en contexto y por ahora la evidencia señala que no tiene sentido alarmarse. Las posiciones de organismos como la OMS, la Sociedad Estadounidense de Cáncer y el Centro de Control de Enfermedades (CDC), entidades que no encuentran peligro en el uso de estos aparatos, no ha cambiado por este trabajo.

 

Los investigadores hicieron su estudio en ratones y no en humanos, y por ahora los resultados son preliminares. Habrá que esperar a que terminen y los pares lo revisen para publicarlo en una revista indexada. Pero el trabajo demostró que aún hay voces en la comunidad científica que no están convencidas de que los celulares sean inofensivos.

 

La distancia, el mejor amigo

 

Elizabeth Cardis señala que ante la duda lo mejor es la cautela. Ella recomienda lo siguiente:

 

Las precauciones, según Cardis, cuestan poco o nada. Si el riesgo existe, con ellas se habrá reducido muchísimo la exposición y, por tanto, el peligro.  “Y si en realidad no hay riesgo, tampoco habremos perdido mucho adoptándolas”, dice.

 

– El nivel de exposición a radiofrecuencias emitidas por tecnologías de la comunicación depende muchísimo de la distancia entre el teléfono u otro dispositivo y la cabeza. Por lo tanto, alejarlo unos pocos centímetros reduce mucho el riesgo.

 

– También importa la duración. “Estamos expuestos solo cuando el dispositivo emite y no cuando leemos nuestros mensajes o ‘mails’”. 

 

– Utilice un kit manos libres o el ‘modo parlante’ del dispositivo.

 

– Prefiera mensajes o mails en lugar de llamadas de voz. Cuando se manda un mensaje de texto, la exposición solo toma el tiempo que dura el teléfono para enviarlo, es decir, milisegundos. Mientras tanto, durante una conversación, la radiofrecuencia se emite buena parte del tiempo en que se habla. 

 
 

(semana.com)