El único hombre del mundo que ha estado en más ediciones ininterrumpidas de la Copa del Mundo, y que tiene ya tres récords, cuenta que lo mueve la pasión.

 

Lo más sorprendente de las hazañas de Hely Garagozzo, que tiene tres récords Ginness por asistir a más mundiales de fútbol consecutivos, es que Venezuela, su país de origen, nunca ha participado en la Copa del Mundo.

 

La historia de Garazzo, relacionada con el balompié desde la niñez, se cuenta en palabras y cifras. Actualmente posee tres Guinnes: haber asistido a nueve mundiales consecutivos, desde España 82 hasta Brasil 2014; ser la persona que ha ido a más partidos en ese evento (71) y haber presenciado el mayor número de finales (siete).

 

Los números no paran aquí. Romper marcas mundiales no es una tarea que conceda pausas. En esta oportunidad, en Rusia 2018, espera «superarse a sí mismo» y batir sus propios marcadores.

 

Cuando este venezolano, de 64 años, atravesó las puertas del Estadio Luzhnikí, en Moscú, el pasado 26 de junio, en el duelo entre Francia y Dinamarca, sabía que era «un día histórico» porque había roto dos récords: «Le demuestro al Guinnes que estoy en el mundial por décima vez y además estuve en el partido 72».

 

Una prueba más lo espera. Hasta esta entrevista, no tenía certeza si podría asistir a la final entre Francia y Croacia. Si lo consiguiera, un nuevo Guinness podría endosarse a su lista: haber estado en ocho finales de la Copa del Mundo y acumular así seis récords. «Más que Shakira y Messi», que tienen tres cada uno, afirma en sus redes.

 

El Mundial mejor organizado

 

No hablar ruso no ha sido un problema. «Me defiendo con el inglés», que conoce al igual que el italiano. Explica que los voluntarios manejan varios idiomas y que «tratan muy bien a los turistas».

 

«Este ha sido el Mundial con mejor organización. La planificación y la seguridad son increíbles», manifesta este experto que ha estado en 65 ciudades del mundo en los últimos 36 años de torneos de la FIFA.

 

«Acabo de conocer el que considero el mejor estadio del mundo, el Estadio Krestovski, en San Petersburgo. Es espectacular, está dentro de un parque lleno de pinos», explica.

 

Cuenta que la salida de los recintos es muy ordenada y que existe fluidez a pesar del volumen de personas, que puede llegar a las cien mil. «El Metro no se congestiona», agrega Garazzo, que explica que la tecnología lo ha sorprendido, pues con su carnet de «fan addict» ha tenido acceso gratuito a los medios de transporte que lo han llevado a los recintos deportivos, que también lo han asombrado.

 

Los objetos que atesora para él también son récords. Tiene llaveros, gorras de todos los mundiales, afiches, revistas, objetos alegóricos, zapatos, balones. Sin embargo, habla con especial atención de un huevo de Fabergé que compró en esta oportunidad. «Nunca había visto algo tan hermoso», afirma el entrevistado, explicando que en el interior de esta pieza de joyería se encuentra un miniatura de la copa que recibirá el ganador el domingo. «Cuando alguien vaya a mi casa, se la tengo que mostrar».

 

Aventuras rusas

 

Garagozzo se mueve entre Moscú y San Petersburgo. Ha reseñado parte de sus recorridos diarios en las redes sociales. En una de las publicaciones de su cuenta de Facebook cuenta su aventura inesperada, cuando se quedó dormido en un tren que lo llevó 30 kilómetros más allá de su destino y fue ayudado por los trabajadores.

 

Este ‘recordista’, que confiesa que al final del día, cuando por fin llega a su hotel, siente el peso del cansancio, no ha parado de recorrer las dos ciudades rusas, que lo han maravillado, y de compartir información con sus seguidores.

 

«Al principio sentí angustia de estar en Moscú y no conocer nada, solo tener la reservación del hotel, pero cuando llego a un sitio lo primero que pido es un mapa», refiere. «Siempre me doy ánimos».

 

En San Petersburgo, luego de visitar el Museo Le Hermitage, encontró a unos ecuatorianos que cantaban en la calle. Les preguntó si conocían una canción venezolana y de inmediato los jóvenes interpretaron ‘Moliendo Café’, una canción emblemática de su país.

 

¿Cómo se consigue un récord?

 

Garozzo, nacido en el estado Lara, en el occidente venezolano, tardó dos años en juntar las evidencias que le pedían los encargados de evaluar los recaudos de los aspirantes a recordistas. «Son muy estrictos», asevera y recuerda que tuvo que enviar unas 500 evidencias de su proeza.

 

Entre las «pruebas» estaban los pasaportes con sus respectivos sellos de entrada y salida a cada país donde se hizo el mundial, para comprobar que hubiera estado en la inauguración y en las finales; boletos aéreos; entradas a los juegos; dos testigos internacionales que pudieran dar fe de que estuvo en esos mundiales; recortes de prensa y videos donde se refirieran a él.

 

Entre tantos documentos, solo le aprobaron 71 partidos del máximo torneo futbolístico, cuando, según sus registros, presenció 89 (sin contar los de Rusia). Algunos encuentros no quedaron en su marca porque tenía fotos fuera de los estadios pero no dentro. «En España fui a doce juegos pero creo que perdí seis o siete» por no tener las imágenes requeridas.

 

No le teme al papeleo y cuenta que tendrá que enviar la documentación de sus recientes proezas nuevamente para que sean evaluadas por los jurados de Guinness.

 

Todo empezó con una camioneta

 

Desde adolescente Garagozzo estuvo relacionado con el fútbol. A los 17 años ya pertenecía a la selección de su estado, a los 21 una lesión lo alejó de las canchas y a los 28 cometió una «locura» que lo llevaría hasta su décima Copa del Mundo.

 

Entre risas, recuerda, vendió la camioneta que su padre, originario de Italia, le había ayudado a pagar para que hiciera los traslados de su empresa de construcción. El dinero de la venta lo destinó para ir a España 82. «No le conté nada, me preguntaba por el carro y le decía que estaba reparándolo».

 

Para esa época ya estaba casado y tenía una hija de dos años. «Probablemente fue un acto de irresponsabilidad, pero era lo que me gustaba, si no lo hubiese hecho no habría ido nunca a ningún Mundial», afirma.

 

Le extrañó que a su regreso a Venezuela nadie fuera a recogerlo al aeropuerto. «Papá duró cuatro meses sin hablarme, lo único que me ayudó fue que Italia quedó campeón, en casa nadie me hablaba». Así empezó todo.

 

«Es mi pasión»

Al leer la historia de este fanático que ha viajado desde hace 36 años y ha estado en cada torneo del balompié mundial, cualquiera podría pensar que se trata de un magnate que acumula récords. Solo basta una conversación telefónica con Garagozzo para salir del error.

 

Con su hablar sencillo y lleno de entusiasmo cuenta sus logros por teléfono, desde la habitación de su hotel a las afueras de Moscú, en la madrugada. «Vas en contra la corriente, vas por tu pasión. He vivido tantas historias que es probable que escriba un libro».

 

Este empresario de las construcción ha ahorrado durante cuatro años para estar en cada cita. «Cuando uno está muy mayor no pide mucho, lo único que necesito es vida para seguir yendo a los mundiales», afirma lleno de emoción.

 

El Museo en casa

 

En su casa en Barquisimeto, capital del estado Lara, tiene un museo con objetos que ha ido agregando tras cada viaje. En una comunicación que le envió el gerente general del Museo de la FIFA, este le manifestó que estaban «altamente sorprendidos de que una persona, sin que su país haya participado en un mundial, sea la persona que haya ido a más mundiales», y que sabían que tenía piezas importantes de la historia de los mundiales que quisiera exhibir.

 

Garagozzo habla de ‘El Maracanazo’, ocurrido en el estadio Maracaná, en el Mundial de Brasil 1950, cuando Uruguay venció al anfitrión. En el último partido Uruguay terminó imponiéndose 2-1. Quien hizo el gol, a once minutos para el final, fue Alcides Ghiggia, «que se convirtió en el personaje histórico más emblemático de la historia de los mundiales de fútbol», dice.

 

En un viaje en 2013, mientras era gerente del equipo Deportivo Lara, se reunió con el «héroe de El Maracanazo», que le firmó la alineación hecha por él y una camiseta. «Está en mi museo, no tiene precio, y lo voy a donar a la FIFA».

 

Entre sus palabras y cifras, quedan las 65 ciudades donde ha estado, 127.500 kilómetros recorridos, cuatro continentes, 56 selecciones sobre la cancha y el récord de haber asistido casi al 50% de los 21 mundiales que se han realizado desde 1930.

 

Por ahora, sigue disfrutando de Moscú 2018 y perfila su próxima aventura, y marca mundial, para Catar 2022, cuando será su oportunidad de estar en las gradas de un estadio mundialista por décima primera vez y cumplir 40 años ininterrupidos de haber comenzado esta historia detrás del balón.

 

(Nathali Gómez / RT)