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La visita del ultraderechista español Albert Rivera a Caracas “casi nadie la entendió”. Así lo dijo el periodista español Esteban Hernández en un artículo de opinión que escribió para el diario El Confidencial.

 

En su texto, Hernández asegura que la visita del español generó “muchas más críticas que alabanzas” y que además lo que buscaba Rivera era “algún protagonismo” debido a la campaña electoral que se desarrollaba en España.

 

A continuación el texto íntegro publicado por el periodista:

 

El primer giro argumental en esta campaña interminable no han sido los corazoncitos de Unidos Podemos y su rollo feliz, ni tampoco la hostilidad del tenso debate de Salvados, sino que arrancó con la presencia de Rivera en Caracas, una visita aparentemente sorprendente, que casi nadie entendió necesaria y que generó a C’s muchas más críticas que alabanzas. Ver a Rivera haciendo proclamas en favor de los opositores de Maduro y en contra de Podemos resultaba un poco gratuito, implicaba ir a pelear en un terreno que no parecía favorecerles y que les podía granjear animadversiones por su electoralismo. Sin embargo, estratégicamente era un movimiento preciso para resituarse en campaña.

 

El marco

 

Los debates públicos, como en buena parte de Occidente, se han polarizado en torno al nuevo eje entre partidos sistémicos y antisistémicos. PP y Podemos han aceptado de buen grado esa recomposición política porque ambos salen beneficiados: utilizaron profusamente esa táctica antes de las elecciones generales, y lo han intensificado de cara a la segunda vuelta.

 

A los populares les permite tejer su estrategia a partir del combate contra radicales peligrosos que hundirán a España si llevan a cabo unas políticas ilusas y notablemente arriesgadas, lo cual les proporciona distintas ventajas: les ayuda a canalizar el voto del miedo, les evita tener que dar explicaciones sobre sus errores, contribuye a invisibilizar a C’s (Ciudadanos), convirtiéndolo en una opción irrelevante, y relega al PSOE al papel de probable socio de los de Iglesias. A Podemos este marco le conviene enormemente porque le erige como única fuerza real que podría sacar al PP del poder, toda vez que tanto C’s como PSOE se aliarían directa o indirectamente con los populares en caso de necesidad.

 

La situación no era fácil

 

Frente a este escenario, Rivera y su equipo han buscado formas de salirse del marco propuesto y cobrar algún protagonismo. El problema era cómo hacerlo: su programa económico (lo esencial en la política contemporánea) difiere poco del propuesto por los populares, y apenas del de los socialistas, con quienes pactaron una serie de medidas que les atan. En cuanto a modelo de estructuración territorial tiene muchos puntos en común con el PP, y su visión de cómo debería ser la sociedad española en los próximos años no se separa (con algunos matices) de lo que populares y socialistas han puesto encima de la mesa. La situación no era fácil. Y ahí entró en juego Venezuela.

 

El viaje de Rivera a Caracas supuso un intento evidente de combatir con el PP el mismo terreno en que quería hacerse fuerte. Dado que los de Rajoy han fiado su campaña a señalarse como el único partido moderado que, por sus opciones reales de gobernar, puede poner freno al bolivarismo podemita, C’s decidió aceptar el marco y llevarlo un paso más allá. Si todo consistía en parar los pies a Iglesias, Rivera podía proponerse como un actor protagonista en esa pelea, y qué mejor lugar que Venezuela para hacerlo visible. El debate de Salvados respondió también a ese propósito, con esa actitud hostil y con frecuentes enganchadas que dejaban claro que el de la coleta tendría enfrente a un enemigo feroz, y no al joven colega de ocasiones anteriores.

 

El escenario en el que debe moverse C’s es complicado, porque las previsiones, también las de las encuestas, apuntan a que van a perder votantes porque la campaña del miedo de los populares les perjudica con su alusión implícita al voto útil y porque ser el cuarto partido es algo que se paga en nuestro sistema electoral. Además, estar destinados a ser la formación de apoyo al gobierno de otro, que es lo máximo a lo que pueden aspirar, implica la posibilidad cierta de convertirse en un partido irrelevante en un par de años, como le ha pasado a Clegg en Gran Bretaña, máxime cuando todavía no tienen asentado un núcleo de votantes inequívocamente propio. Y eso sin olvidar el asunto de fondo, que el potencial de crecimiento de los de Rivera pasa fundamentalmente por que el PP se debilite y ellos puedan recoger lo que los populares pierdan, y el actual no es el mejor escenario para que eso se produzca.

 

Más visibilidad y menos voto útil

 

Convertirse en un partido menos amable y más feroz es su huida hacia delante, su manera de asentarse en este contexto difícil. Es también la opción más sencilla, porque les puede ofrecer mucha más visibilidad, y porque tiende a alejar las tentaciones de posibles votantes de refugiarse en la opción segura, la de los populares. Evidenciar que si el problema es Podemos ellos son parte de la solución les puede beneficiar en ambos aspectos. De modo que veremos a Rivera en modo killer con mucha frecuencia en esta campaña. Otra cosa es que esa sea la opción estratégica más inteligente de cara al futuro, pero quizá les rente a corto plazo, y como sabemos, nadie piensa ya más que en el corto plazo.

 

(LaIguana.TV/El Confidencial)