La compleja situación económica que vive Venezuela, no solo golpea con crudeza el presente de la sociedad de ese país, sino que su alcance amenaza peligrosamente al futuro. Uno de los mayores trofeos que reposaba en las vitrinas de la Revolución Bolivariana, era la inclusión escolar, una deuda social que por años arrastraba la nación caribeña y que fue compensada con la creación de numerosos planteles educativos y la expansión de muchos otros.

 

Pero la gravedad de la situación venezolana está causando profundas heridas en el sistema educativo en todos sus niveles, siendo el más grave problema el de la deserción. Resulta muy difícil cuantificar estas cifras cuando no se cuenta con un balance oficial desde el año 2015, pero a cambio se obtienen variados informes de ONG contrarias al gobierno, que valoran la situación desde lo dramático, hasta lo muy dramático.

 

Lo cierto es que según el reporte del Ministerio de Educación al inicio del período escolar 2017-2018, anunció el arranque de 25 mil planteles en septiembre del año pasado, cuando en 2014-2015 se contabilizaron 27 mil 600 planteles dando inicio al año escolar. Esa cifra alerta sobre el posible cierre de dos mil seiscientas escuelas en todo el país. Los datos manejados por  Memoria Educativa Venezolana de la UCV, 250 mil niños no retornaron a clases para el año pasado y se estima que unos 100 mil más lo abandonaron durante ese período.

 

Nuevo año escolar de incertidumbre

 

Si ya las cifras (oficiales o no) vienen dibujando panoramas desoladores para el sistema educativo inicial y primario en Venezuela, el venidero año escolar no aporta buenos augurios. Es difícil manejar un presupuesto aproximado de lo que costará enviar un niño al colegio, pues mientras se escriben estas líneas, los precios están cambiando.

 

Un juego de uniforme escolar, que incluye una (1) camisa, un (1) pantalón, un (1) par de medias, una (1) ropa interior, una (1) franela y un (1) par de zapatos, no baja de 90 millones de bolívares, unos 25 dólares. Mientras el salario mínimo mensual ronda los 1,6 dólares según el mercado paralelo, que por la vía de hecho influye en todos los parámetros de la economía venezolana.

 

La lista de útiles escolares también es otro dolor de cabeza. Pese a los esfuerzos de solidaridad que muchos docentes han hecho con los padres y sus representados, pocas listas bajarán de los 100 millones de bolívares (unos 27 dólares). Cada libro de texto oscila entre 15 y 20 millones de bolívares, una resma de papel de carta varía entre los 11 y 13 millones de bolívares y una caja de lápices de madera no baja de 5 millones de bolívares. Todos estos precios se observaron a principios del mes de julio, cuando todavía no ha dado comienzo a la venta masiva de útiles escolares.

 

Por su parte el Gobierno adelanta programas sociales para facilitar el regreso a clases. Uno de ellos se basa en la recepción del bono de escolarización, una herramienta que otorgará una especie de beca mensual por cada niño inscrito en el sistema educativo nacional a través del mecanismo del Carnet de la Patria. Otro aporte es la dotación de morrales y libros de la ya acostumbrada Colección Bicentenaria, que se distribuyen de manera gratuita a más de 4 millones de niños en edad escolar.

 

A sortear obstáculos

 

De los países de la región, Venezuela es uno de los que históricamente se ha jactado de brindar educación gratuita y de calidad a sus ciudadanos. Hoy muchas naciones que reciben venezolanos migrantes, elogian la preparación académica de estos ciudadanos, y la ubican muy por encima del promedio de la región.

 

Tal vez por ello resulte tan doloroso que miles de niños hayan desertado y muchos no puedan continuar en el sistema educativo. Ante este nuevo reto, docentes de instituciones públicas ya se preparan para lo que será un duro año escolar, en el cual probablemente tengan que flexibilizar muchas normas y condiciones.

 

Jazmín Parra, docente de una escuela pública en Caracas, señala que el cuerpo docente y directivo de la institución a la que presta servicios, han sostenido reuniones para evaluar cómo impactará la crisis al nuevo año escolar. “Estamos previendo recibir alumnos sin uniforme y con los libros que traigan. Se tendrá que trabajar con pocos textos escolares y con los utensilios que tengamos a la mano. No podemos privar del derecho a la educación a los niños, pero igual estamos esperando algún anuncio al respecto por parte del Ministerio (de Educación)”, comentó.

 

(VT Actual)