El 5 de julio afirmé, en el discurso de orden,  que la Constitución Bolivariana es letra viva. A veces no estoy tan seguro, por lo menos en aquello de que somos un “Estado de Derecho y de Justicia”. En lo de “justicia” la realidad se empeña en refutarme, como en la triste historia que contaré de inmediato, donde la justicia es una oquedad y el derecho un interés.

 

Hace cuatro años publiqué un artículo titulado “Un pillo en tu casa”. Era y es el caso de una familia que compró y pagó un apartamento, con un estafador adentro al que un tribunal  le dio casa por cárcel. No hubo poder que  le cambiara de sitio de reclusión y, luego de cumplir la pena, se niega a entregar la vivienda al matrimonio y a  sus dos jóvenes hijas, entonces  liceístas y ahora universitarias.

 

Esta familia esta desmembrada, habitando con distintos parientes y pagando  condominio y otros gastos de una vivienda que otro ocupa. Cuando escribí sobre esta injusticia hace casi un lustro, me llamaron la entonces presidenta del TSJ, la Fiscal General, el gobernador de Aragua  y el vicepresidente del país, quien me dijo que, como diputado, yo tenía instancias a las qué recurrir antes de publicar en los medios. ¡Ay, las instancias de los diputados como yo!

 

Recordé los derechos reivindicados por Chávez en “La Bicha” y toqué esas teclas: en todo despacho con una mujer al frente, iba y contaba la historia, como una letanía. Hablé con la presidenta de la  Comisión de la Mujer de la  AN. Pedí audiencia a la Ministra para la Mujer. Escribí a la ex Defensora del Pueblo, hoy tan locuaz, pero entonces muda e inmutable. Por la adolescencia de las  hijas, me fui por la Lopna. Nada. Un día me pregunté: ¿De verdad yo seré diputado? Como hoy me pregunto: ¿Para qué  sirve un constituyente inútil a su pueblo?

 

Los tribunales -¿la justicia?- vienen favoreciendo al sentenciado por estafa inmobiliaria (las estafas sí pagan)  y los victimarios pasan a ser los estafados. En  2014, compatriota presidente de la República y camarada presidente de la ANC, escribí: “Yo seguiré gritando esta injusticia hasta el último hálito de mis letras y hasta que la Revolución Bolivariana haga lo que hacen las revoluciones cuando son de verdad”. En eso seguiré, desde esta desoladora impotencia constituyente.

 

(Por Earle Herrera)