A 235 años de su nacimiento, VTactual enumera siete obras de El Libertador -o sobre él- como recordatorio de este héroe que forjó las bases de la independencia de los pueblos del Nuevo Mundo.
1.- Discurso ante la Sociedad Patriótica* 3 de julio de 1811
Bolívar se presenta ante los miembros de este “Club Patrótico” que buscaba la declaración de la Independencia de Venezuela y el establecimiento de un régimen republicano y democrático.
2.- Manifiesto de Cartagena (15 de Diciembre de 1812)
Es considerado el primer gran documento político de Bolívar. Allí analiza los errores de la Primera República, plasma los primeros trazos de la estrategia revolucionaria continental y los principios fundamentales de la nacionalidad nuestramericana.
3.- Carta de Jamaica 6 de septiembre de 1815
Redactada en Kingston, es la respuesta de El Libertador a una carta del británico Henry Cullen. Allí enumera las razones que provocaron la caída de la Segunda República, solicita apoyo al gobierno inglés para proseguir la lucha por la libertad y expone con exactitud y acierto lo que ocurriría unos años más tarde en casi todos los países americanos.
4.- Congreso de Angostura (15 de febrero de 1819)
Fue convocado por el Libertador en el contexto de la guerra de independencia en Venezuela. Según algunos historiadores se trata del mejor discurso de Bolívar.
5.- Congreso Anfictiónico de Panamá 22 de junio de 1826
Su instalación ocurrió en medio de las conquistas independentistas en Hispanoamérica, tras la liberación del Alto Perú (actual Bolivia).
6.- Carta sobre la muerte Sucre (dirigida al General Juan José Flores)
A causa del asesinato del Gran Mariscal Antonio José de Sucre, Bolívar expresó su sentir por la pérdida de uno de sus más leales y consecuentes compañeros de armas.
7.- Diario de Bucaramanga
Según algunos estudiosos, este diario (escrito por el francés Luis Perú de Lacroix donde reseña la estancia de Bolívar en la Villa de Bucaramanga, en 1828) es la mejor guía para conocer a Bolívar lejos de las estatuas, los elogios o las diatribas a que nos tienen acostumbrados los historiadores.