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El primer matrimonio igualitario binacional entre un venezolano y un colombiano se llevó a cabo en Cúcuta. 

 

En una ceremonia sencilla y acompañados por familiares y amigos Richard Viloria y Daniel Neme se dieron el si acepto que los convirtió en el el primer matrimonio igualitario binacional efectuado en Cúcuta. 

 

La ceremonia estuvo presidida por la notaria primera, Nelly Díaz Contreras de Cúcuta. 

 

Después de la lectura del acta los jóvenes de 26 y 28 años se dieron un corto beso y un largo abrazo que, entre aplausos, selló lo que será su vida en pareja.

 

El proceso

Aunque no sufrieron discriminación en el proceso de oficializar su relación ante el Estado, sí hubo dificultades por las dudas sobre esta nueva opción de matrimonio.

 

“El desconocimiento del tema tanto en las entidades públicas, como entre la ciudadanía, fue evidente”, expresó Viloria. “Queda un sinsabor cuando piensas en ello, que todavía no se reconocen estos derechos de la comunidad Lgbti”.

 

Aunque ambos soñaban con formalizar un hogar con una pareja estable, nunca se imaginaron que lo lograrían.

 

De hecho, Neme afirmó que jamás creyó que se legalizaría el matrimonio igualitario y, cuando esto ocurrió, supo que habría una oportunidad de lograr sus proyectos y apoyar a su pareja en los suyos, siempre juntos.

 

“Hablábamos y decíamos que sería bonito casarnos porque teníamos muchos planes en conjunto y hemos logrado algunos”, dijo Viloria. “Creo que fue un antes y un después cuando pasó el siete de abril. Ahí empezó la lucha”.

Para ellos, más que llevarse el protagonismo de esta historia, de ser los primeros en dar este paso y, sin querer, seguir hermanando a Colombia y Venezuela, el hecho de tomar la decisión fue un acto de valentía.

 

“Fue saber que tenemos derechos, que podemos ser vistos como iguales ante la sociedad”, agregó. “La verdad es que Colombia nos ha ayudado muchísimo y hoy abrimos paso para que se vea que en Norte de Santander, y en otras ciudades que no son grandes, también se está haciendo cumplir la ley”.

Además, la pareja no escapó a las dificultades por el cierre de la frontera, a tener que pasar por trochas para adelantar algún trámite y, en el caso de Viloria, ser señalado por su condición de venezolano, pues se ponía en duda la legalidad de su estadía en la ciudad.

 

Hoy, después de los pequeños y grandes tropiezos, de sobrevivir a las náuseas de la noche anterior al matrimonio, de pasar el temor por la tardanza de uno de ellos para llegar a la notaría, de escuchar el estruendo de una copa rota en la ceremonia, de regar al piso un poco de champaña, y de abrazar a las suegras diciendo: “ahora sí les va a tocar duro”, continúan con su proyecto de vida.

 

“Colombia ofrece muchas oportunidades y poder consolidar nuestro amor, es la prueba de ello”, puntualizaron. 

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(Agencias)