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No escuchó el disparo que mató a su hermano gemelo, pero sí lo sintió en su cuerpo. A José Miguel Chourio le palpitó el corazón, como si se hubiese asustado, y también le temblaron las piernas en el mismo instante en que José Javier — su hermano menor por cinco minutos— fue asesinado.

 

A los 15 minutos se enteró de la muerte del joven, de 20 años, cuando un primo lo observó desangrado en la carretera, en el momento que caminaba, la mañana del jueves, por el sector Los Techos Rojos, de la urbanización San Felipe III, de San Francisco.

 

“Sentí un dolor profundo en el pecho cuando mataban a mi gemelo. No sabía lo que pasaba, pero la sensación fue terrible, empeoró cuando me enteré que  mi hermano estaba muerto”, contó, conteniendo las lágrimas, el pariente, ayer, durante el velorio.

 

“Éramos los hermanos más unidos, nos queríamos mucho. A pesar de que  soy el mayor, él me protegía como si  hubiese sido un padre”,  contó, al mismo tiempo que abrazaba a sus familiares.

 

José Javier fue interceptado, a las 5:20 de la mañana, por dos delincuentes, cuando caminaba por el sector Los Techos Rojos hasta la parada de carritos de La Polar. Iba  hasta una procesadora de jugos en la zona industrial, donde trabajaba desde hacía seis meses.

 

“Siempre para que él no se fuera tarde de la casa y pudiera llegar temprano a su trabajo, yo le hacía el desayuno.  El jueves, le abrí la puerta de la casa a las 5:15 de la mañana, y cinco minutos después le quitaron la vida”, recordó el joven, desde la sala de la casa materna de la víctima, ubicada  en la vereda 26 de Los Techos Rojos.

 

En la pequeña vivienda velaron los restos de José Javier. Amigos, allegados y parientes se reunieron para despedirlo. La urna estaba abierta, con flores y coronas a su alrededor.

 

Al joven trabajador,  le dispararon con una escopeta en la boca, para despojarlo de 150 bolívares y un teléfono celular “viejito”  que tenía.

 

Los dos delincuentes que cometieron el crimen, ambos, de 17 años, resultaron abatidos el mismo jueves en la tarde por funcionarios de Polisur.

 

Trascendió que la mujer que gritó pidiendo que no mataran a José Javier, sería, presuntamente, una acompañante de los dos criminales. 

 

La víctima era ayudante de camión en Lácteos Los Andes. Tenía cuatro hermanos y residía con sus padres.

 

Lo describieron como un muchacho tranquilo y responsable.

 

“Jamás se metió en un problema. Su vida era trabajar y compartir conmigo y sus amigos”,  contó el hermano durante el velorio.

 

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(panorama.com.ve)