La Marcha Campesina Admirable puso a la disposición de todos saberes muy importantes. Eso, claro, es diferente de afirmar que “nos enseñó algo a todos”, afirmación que no puede hacerse a la ligera porque para eso necesario que la otra parte esté dispuesta a aprender. Y resulta evidente que algunos no quieren tomar ese tipo de enseñanzas. Al menos no por ahora. Ojalá lo hagan luego. 

Mostró, por ejemplo, cómo se puede protestar pacíficamente de verdad-verdad. No “pacíficamente” (con retorcidas comillas) al estilo del ala pirómana de la oposición venezolana o de su versión nicaragüense 2018. Los campesinos anduvieron 400 kilómetros sin quemar un caucho, sin tumbar un árbol, sin regar una bolsa de basura, sin agredir a nadie… Dios quiera que aprendan.

Mirando hacia la otra orilla política, los caminantes campesinos pusieron en evidencia que se puede ser muy partidario de la Revolución sin por  ello renunciar a la crítica y a la denuncia. El hecho de que la marcha haya llegado apenas unos días después de los actos centrales del Congreso del PSUV permitió poner en contraste esas dos actitudes opuestas. Qué bueno sería que en el partido de gobierno tomaran el ejemplo de los vegueros y dejaran de dar tantos cheques en blanco. Y de pedirlos…

Lo mismo puede decirse de la cumpleañera Asamblea Nacional Constituyente, en la que la señal de costumbre ha pasado a ser la aclamación, mientras el debate es un artilugio extrañísimo. Ojalá, en el segundo año de actividades, muchos constituyentes que han sucumbido ante esa modalidad de trabajo, imiten a los campesinos andariegos, den sus opiniones (por duras que resulten) y formulen sus propuestas de solución.

A quienes expresamos opiniones públicamente (y por ello a veces nos ponen ese apelativo de «analistas», tan estimulante de la vanidad), los voceros de la Marcha Campesina Admirable nos dieron una clase de claridad y sencillez. Sin rebuscamientos y en pocas horas, dijeron mucho más que algunos opinadores profesionales en años. En verdad, tenemos mucho que aprender de la sabiduría rural.

Lo ocurrido durante los 22 días de la marcha, en la jornada de su arribo a Caracas y en las horas siguientes también dio insumos para la reflexión y el aprendizaje de unos cuantos intelectuales e influencers del sector revolucionario. Al menos esa es una de las conclusiones que puede extraerse de su cambio de actitud ante lo sucedido. Veamos: a lo largo del recorrido, estas personas se sumaron a lo que parecía ser una posición oficial (¿o sería oficiosa?) de no darle relieve a la marcha e, incluso, ridiculizarla o demonizarla un poco. Algunos hasta intentaron descalificar y presentar como contrarrevolucionarios a los factores o individualidades que habían expresado respaldo a la protesta o que le habían dado alguna visibilidad pública. Curiosamente, a partir del momento en que el presidente Maduro recibió a los campesinos y les dio un trato de alta consideración (una actitud digna de muchos  aplausos), estos mismos intelectuales e influencers se transfiguraron en militantes radicales de la causa de los manifestantes. Si uno no los conociera hasta podría creer que andan con los pies llenos de ampollas porque se vinieron con ellos caminando desde Guanare.

¿A qué se debió este viraje literalmente de la noche a la mañana? ¿Será que cayeron en cuenta de los razonables argumentos de los marchistas o solo habrán cambiado la frecuencia para seguir una línea política?  Confiemos en que sea lo primero.

Algo semejante pasó con los medios de comunicación públicos. Durante la marcha en sí, aplicaron la línea informativa de ignorar o poner apenas como un relleno las noticias sobre los avances de la movilización. Luego, cuando se produjo el encuentro con el presidente, comenzó a destacarse el carácter épico de la protesta. Los campesinos, frente a estas raras acrobacias, también dieron clases de conciencia política: atendieron a todos los medios, pero dejaron siempre claro que solo los alternativos y algunas figuras individuales de los medios públicos (a través de sus redes sociales personales) les dieron apoyo a lo largo de toda la ruta, y no solo cuando llegaron a palacio. Tremenda lección.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)