gabriela0301142.jpg

La extitular de la Defensoría del Pueblo, Gabriela Ramírez, reflexionó este domingo a través de su cuenta en la red social Facebook, acerca de lo ocurrido luego ser agredida en un restaurante ubicado en municipio Baruta del estado Miranda, por la joven Alexa Brandti, y los comentarios que han escrito algunas personas en Twitter, justificando el ataque del cual fue objeto.

 

En el texto, Ramírez se dio licencia para hacer algunas aclaratorias sobre las matrices de las que fue víctima por medios de comunicación de la derecha, sus periodistas y por opositores que siempre trataron de desprestigiar su gestión y la institución, a los que llamó como: “los ideólogos de la muerte, de la lucha fratricida entre hermanos”, los que “intentaron condenarme con la mentira más repulsiva y abyecta. Ligar mi nombre al abominable delito de la tortura”, escribió.

 

Asimismo, la exfuncionaria ratificó su lucha por el pueblo venezolano durante su desempeño al frente de la Defensoría, reiterando su compromiso en la profundización de la paz en el país.

 

A continuación el Correo del Orinoco reproduce textualmente las reflexiones de Gabriela Ramírez:

 

Es muy difícil persuadir a otra persona cuando tiene una posición fijada. Lo puedo leer en Twitter cuando, quienes se oponen al gobierno, justifican la agresión de la cual fui objeto. Algunos, como Nitu Pérez Osuna, han publicado en las redes fotografías de algunas de las jóvenes, víctimas de la violencia de este año, en sus últimos momentos, cubiertas de sangre y con la mirada perdida. Estos casos que han sido castigados y por los cuales hay personas procesadas, injustificables todos ellos, son usados para perpetuar la violencia y generar más odio.

 

Las víctimas identificadas con el gobierno como los guardias o civiles asesinados por francotiradores cuando levantaban escombros y los degollados por los alambres de púas, para ellos, sencillamente no existen. Justifican y promueven la discriminación acusándome de no “haber defendido al pueblo” o de “haber justificado la tortura”. Con respecto a lo primero y habiendo abandonado mi cargo, puedo asegurarles a todos que las puertas de mi despacho estuvieron abiertas para todas más víctimas.

 

Una madre, cuyo hijo fue aprehendido me dijo “Defensora, nosotros hemos sido las primeras víctimas de la campaña de desinformación en torno a usted y la Defensoría y las mentiras que dijeron sobre su supuesta justificación de la tortura. Lamento no haber venido antes”. El joven, me regaló un pequeño envase con aceite de la Rosa Mística. ¿Estas personas se cambiaron de acera? No lo creo pero seguramente hoy saben que todas las instituciones del Estado tienen su propio rol. Quienes las desprestigian sólo persiguen eso: que el pueblo no acuda a ellas. Jamás hice un show de lo que consideraba mi deber. También respeté la privacidad de estas personas, identificadas con una tendencia política, sabiendo que seguramente serían acusados de traidores por acudir a nosotros. Conversé con sus padres, atendimos sus peticiones de ser visitados y en los casos que consideramos necesarios, establecimos enlaces con los jueces para hacer aportes adicionales a sus expedientes. Todo eso quedó registrado en nuestro informe “Golpe a La Paz” sobre los eventos violentos en nuestro país.

 

A los opositores, que seguramente esperaban una declaración inflamable de la Defensora del Pueblo que contribuyera a la anarquía, esto seguramente los decepcionó. Que hayamos honrado nuestro juramento a los símbolos patrios sumándonos a la lucha por la paz. Ellos, los ideólogos de la muerte, de la lucha fratricida entre hermanos intentaron condenarme con la mentira más repulsiva y abyecta. Ligar mi nombre al abominable delito de la tortura.

 

La periodista de El Nacional que cubría el evento en el que establecí las diferencias entre tortura y tratos crueles me exigió que aclara que ella no había escrito eso. Otra periodista de ese mismo “diario” me dijo, hace poco, que esa situación generó una discusión interna porque además de poner en tela de juicio la ética de los periodistas que allí trabajan, atribuyéndoles cosas que ellos no habían escrito, se degeneraba su labor. Pero la línea editorial de El Nacional practica, no sin éxito, la máxima de Goebbels, “una mentira repetida mil veces se vuelve verdad”.

 

Así, muchos desinformados y la mayoría malintencionados, repiten esta bajeza, producto del índice de maldad del “periodismo” más vil. En lo personal, nunca tuve la más mínima expectativa de abandonar mi cargo entre aplausos o loas. Mi única ambición fue servirle al pueblo y eso hice, acompañada de un equipo leal y comprometido. Hoy, luego de haber sido agredida, leo estos comentarios terribles justificando la discriminación violenta por mi manera de pensar, intentado profundizar la brecha entre quienes tienen diferentes ideologías políticas y reflexiono sobre la enorme responsabilidad que tenemos quienes compartimos el amor por Venezuela. ¡A luchar por la paz! Nuestra patria es nuestra única madre.

 

(CO)