Detalles que han comenzado a trascender acerca de los hechos ocurridos el sábado 4 de agosto, con el intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro, renuevan las sospechas de que los directivos, y probablemente también algunos trabajadores de los medios, están involucrados en los planes más violentos de las fuerzas adversarias de la Revolución.

 

Nadie discute ya si los medios de comunicación pertenecientes a corporaciones del capitalismo hegemónico forman parte o no de las conspiraciones que se arman contra los Gobiernos de izquierda en diversos lugares del planeta. Todo el que conoce más o menos sus características está convencido de que es así. Lo que se debate es qué tan protagónico es su rol.

 

Por ejemplo, en el escenario venezolano, ¿los medios son piezas fundamentales o solo material de apoyo de las acciones perpetradas por fuerzas de la ultraderecha venezolana, con apoyo internacional, para derrocar al Gobierno?

 

Algunos hechos demuestran que la maquinaria mediática interna ha perdido la fuerza que tuvo en 2002, cuando prácticamente comandó el golpe de Estado del 11 de abril. Pero los medios internacionales, globalizados ahora por las nuevas tecnologías, han pasado a desempeñar un papel clave.

 

La “suerte” de Telemundo

 

Los videos mostrados por la cadena Telemundo parecen indicar que este medio de comunicación manejaba información de inteligencia privilegiada acerca de lo que iba a ocurrir, información que solo pudo provenir de los perpetradores del atentado.

 

El primer factor sospechoso lo resaltó el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, quien acotó que hace mucho tiempo que esas cadenas dejaron de cubrir actos como el que se realizaba ese día en la avenida Bolívar. Sorpresivamente aparecieron dándole cobertura y con un despliegue de equipos tal que les permitió captar el momento en que el segundo dron interceptado por los cuerpos de seguridad presidencial se estrelló contra un edificio residencial ubicado bastante lejos del lugar donde se realizaba la parada militar. ¿Eso se llama suerte o estar bien dateado?

 

Remembranzas de Altamira

 

La exclusiva toma de Telemundo trajo de nuevo a discusión dos acontecimientos ocurridos en 2017, en medio de la ola de violencia desatada por la oposición extremista entre abril y julio.

 

Uno de esos sucesos ocurrió precisamente el 30 de julio, mientras se realizaban las elecciones de los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente. Una caravana de policías y guardias nacionales bolivarianos pasaba frente a la plaza Altamira cuando se produjo un gigantesco estallido que lesionó a varios funcionarios y pudo causarles la muerte a unos cuantos, lo que afortunadamente no ocurrió.

 

La explosión fue captada por un cúmulo de camarógrafos y fotógrafos de medios internacionales y locales que estaban inmejorablemente ubicados: ni tan cerca como para salir lesionados ni tan lejos como para que la toma perdiera contundencia. La gráfica ocupó las primeras planas de casi todos los periódicos enemigos del proceso revolucionario venezolano en Estados Unidos, el resto de América Latina, España y otras naciones europeas. En todos esos medios, por cierto, se atribuyó la enorme explosión al Gobierno de Maduro, a pesar de que fue evidente que se trató de un atentado perpetrado por los grupos que habían encabezado la violencia durante cuatro meses. Fue una operación de posverdad absolutamente descarada.

 

Previamente, en los días más candentes de esta violencia, unos centenares de metros más abajo de la plaza, en el distribuidor Altamira, había ocurrido un hecho parecido. Decenas de reporteros gráficos estaban ubicados con una exactitud propia de una locación hollywoodense en el lugar apropiado para captar el momento en que una bomba estalló al paso de varias parejas motorizadas de policías y guardias antimotines.

 

En círculos periodísticos (donde, por vicio profesional, muchos tienen tendencia a aflojar la lengua) ha trascendido la información de que en ambos casos, los organizadores de la protesta indicaron a los medios lo que se proponían hacer, y estos guardaron el secreto a cambio de obtener espectaculares tomas, haciéndose cómplices de la emboscada. Fue una degradada imitación de los trabajos que hicieron los fotógrafos de guerra conocidos por el libro El bang-bang club, que cubrieron numerosos confictos en África en los años 90.

 

Como CNN en abril

 

Los recuerdos similares llevan hasta la reconstrucción de los sucesos del ya referido mes de abril de 2002. El entonces corresponsal de CNN en Caracas Otto Neustald reveló (algún día se sabrá por qué) que los oficiales alzados contra el presidente Hugo Chávez habían grabado un video en el que hablaban de muertos y heridos en Caracas, cuando estos acontecimientos aún no habían ocurrido. Su testimonio fue clave para desmontar la gigantesca operación mediática que fue el golpe de Estado. Luego de ese arranque de sinceridad, Neustald fue sustituido por CNN y pasó a estar de tan bajo perfil que a veces pareciera haber desaparecido del mapa mediático.

 

La falsa toma de la Plaza Verde

 

El uso de los medios de comunicación como componente de la estrategia para derrocar un Gobierno requiere de operaciones que en oportunidades implican la complicidad masiva de los trabajadores de dichos medios.

 

Si se necesita un ejemplo, piénsese en la falsa toma de la Plaza Verde de Trípoli, un montaje realizado por la cadena de noticas de catarí Al Jazeera, en el que obligatoriamente participaron centenares de personas, incluyendo el personal de dicho medio de comunicación.

 

Este vergonzoso episodio del periodismo ocurrió en 2011, cuando se recreó en Qatar, al estilo de los grandes estudios de cine, esta emblemática plaza para hacer creer al planeta entero que los rebeldes libios habían derrocado a Muamar Gadafi y se encontraban allí celebrando su victoria.

 

Cuando se descubrió el engaño, los responsables y los medios occidentales (alineados en ese caso con Al Jazeera) le restaron importancia con el argumento de que fue una operación psicológica contra un Gobierno tiránico. Un discurso que a mucha gente por estos lares le debe sonar conocido.

 

(LaIguana.TV)