Julio Borges no ha sido detenido, pero en muchos sentidos ya ha confesado.

 

En el mensaje que envió por redes sociales la noche del jueves admite que tiene cuatro meses fuera del país ocupado en convencer a los gobernantes de otras naciones, para que presionen a Venezuela y generen un clima tal de conflictividad que el país sea ingobernable.

 

“Vamos a seguir luchando en lo que hemos hecho. Seguir metiendo toda la presión internacional, toda la presión nacional, toda la presión que sea posible en la crisis que está viviendo Nicolás Maduro, desde la crisis social, la crisis política y hasta la crisis militar para que nosotros podamos reventar ese bloque de poder, esa dictadura, y poder poner en Venezuela la Venezuela que queremos”, expresó.

 

En sus palabras, desde Colombia donde se encuentra protegido por el Gobierno del recién juramentado presidente Iván Duque, Borges declara que las fuerzas opositoras están tratando de fracturar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. “Lo que sostiene a Maduro es el miedo porque ni siquiera la mayoría de las Fuerzas Armadas apoyan a ese régimen”, dijo.

 

No nos interesan las acusaciones

 

En cuanto a los señalamientos directos de su participación en el magnicidio frustrado del sábado 4 de agosto, Borges intentó descalificarlos y atribuirlos específicamente a Maduro, aun cuando han sido respaldados por las declaraciones de algunos de los implicados.

 

“Vamos a seguir adelante, vamos a seguir luchando, no nos interesan las acusaciones que hagan”, se limitó a decir.

 

Para el momento en que difundió su mensaje aún no se sabía que el diputado Juan Requesens había confirmado las versiones de los implicados (y de algunas figuras mediáticas que han cobrado protagonismo en el tema) acerca de que fue Borges quien ayudó a los autores materiales del atentado a movilizarse entre Venezuela y Colombia.

 

En una declaración previa a una cadena de noticias internacional, Borges había procurado banalizar los hechos de la avenida Bolívar, diciendo que Maduro lo ha acusado antes de otros 30 atentados en su contra.

 

Amenazas reiteradas

 

En el video, que fue elaborado con la intención de mostrar al dirigente venezolano “en la clandestinidad” (en realidad, reside en una zona exclusiva de la capital neogranadina), Borges lanza amenazas directas contra Maduro: “Usted que denuncia magnicidios y asesinatos, va a terminar preso pagando por todo lo que le ha hecho a la familia venezolana”, dijo. “Vamos a salir de esta dictadura y tendrán que pagar frente al pueblo y la justicia. Que no vengan a llorar como si fueran víctimas”.

 

Borges dio a entender que vendrán nuevas acciones para derrocar a Maduro, al asegurar que “estamos en el esfuerzo final, metiendo toda la presión todos”.

 

En el comunicado emitido el domingo 5 por Primero Justicia, ya se advertía que vendrían acciones aún más contundentes, a pesar de que el partido marcaba distancia de ellas.

 

Largo historial

 

Borges tiene un largo historial en este punto de las advertencias y amenazas. Horas antes de los sucesos del 11 de abril de 2002, él fue el vocero de una declaración colectiva de la dirigencia de Primero Justicia en la que exigieron la renuncia del presidente de la República, de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, de los integrantes del Consejo Nacional Electoral, el Poder Ciudadano y el Poder Legislativo, en lo que fue prácticamente el adelanto del decreto de tierra arrasada que Pedro Carmona Estanga dictó el 12 de abril, luego de autojuramentarse.

 

En 2004, cuando se organizaron las primeras guarimbas, Borges y otros dirigentes de este partido que tenían funciones de alcaldes, como Henrique Capriles Radonski y Leopoldo López (entonces de PJ), asumieron la autoría de las trancas ilegales.

 

Años después, Borges parecía haber recapacitado y madurado políticamente. En una entrevista para el periódico Ciudad Ccs en 2011, Borges expresó que “siempre he sido contrario al radicalismo por principio y porque políticamente es un grandísimo error. Todas las jugadas que lideró el radicalismo culminaron en un fracaso total y aún no terminamos de pagar esas facturas: llámese abril, plaza Altamira o paro, fueron errores enormes. Siempre he pensado que lo radical es lo contrario: ganarse las ideas, la voluntad, el cariño, la adhesión en los barrios y zonas rurales. Las derrotas que le hemos dado al Gobierno han sido por esa vía”.

 

Guarimbas y Golpe Azul

 

A pesar de esa declaración contra el radicalismo, Borges mantuvo una postura ambivalente durante las guarimbas de 2014, tal vez a la espera de saber cuál sería el desenlace de la aventura de “La Salida”.

 

En 2015, Borges fue implicado por varios oficiales en un plan para derrocar a Nicolás Maduro que fue denominado como «Golpe Azul».

 

El general de brigada Oswaldo Hernández Sánchez,  detenido en abril de 2014 por incitar a oficiales de la Aviación a alzarse, fue uno de los que atestiguó que Borges había trazado los puntos que serían bombardeados en la capital.

 

En 2017, Borges mantuvo la misma actitud que en 2014 acerca de la violencia: apoyo sostenido a los grupos violentos mientras denunciaba supuestos excesos represivos del Gobierno. También, acentuó su labor como “canciller de la MUD” y a partir de entonces comenzó la abierta solicitud de sanciones y bloqueo financiero y económico contra Venezuela.

 

El que pateó la mesa

 

A comienzos de 2018, habían surgido expectativas de que se concretara un entendimiento entre el Gobierno y la oposición con miras al año electoral presidencial. Borges, junto a otros dirigentes de la MUD, participó en reuniones en Venezuela y en República Dominicana. Cuando estaba todo listo para firmar un acuerdo básico, fue el dirigente de Primero Justicia el encargado de hundirlo.

 

Los representantes gubernamentales aseguraron que esta decisión no la tomó el propio Borges, sino que le fue impuesta mediante una llamada procedente de Bogotá, donde en ese momento se encontraba de visita el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson. Luego de colgar esa llamada, pateó la mesa de diálogo.

 

La interrupción de las negociaciones fue seguida por la decisión de los grandes partidos opositores de no presentar candidatos a la Presidencia de la República, con el propósito de deslegitimar su resultado. A pesar de ello, los comicios se realizaron con la participación de Maduro y de tres candidatos opositores.

 

Borges está fuera del país desde antes del proceso electoral. Durante estos cuatro meses se ha dedicado intensamente a viajar por los centros de poder del capitalismo hegemónico para solicitar más y más sanciones contra funcionarios venezolanos, que en realidad se convierten en medidas que afectan la capacidad del país para adquirir alimentos, medicinas, equipos, maquinarias y repuestos.

 

Paralelamente, según lo que han declarado los autores materiales del atentado fallido contra el presidente, estaba participando en la planificación de una acción realmente violenta, cuyas consecuencias son difíciles de imaginar. Tal parece que, luego de haberse convencido de los errores del radicalismo, ha decidido volver a esos rumbos.

 

(LaIguana.TV)