El Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano Gilberto Rodríguez Ochoa está arribando a sus primeros doce años con más de 11 mil pacientes intervenidos, toda una marca para centros de esta especialidad en el mundo.

 

LaIguana.TV visitó las instalaciones del centro asistencial, ubicadas en Montalbán, Caracas, y conversó con su directora, la médico hemodinamista Isabel Iturria, quien aseguró que el hospital les ha dado a los niños y las niñas con cardiopatías congénitas la oportunidad de vivir que el capitalismo les había negado.

 

Iturria denunció que la situación de bloqueo financiero al que se ha sometido al Estado venezolano le ha causado enormes dificultades al hospital durante los últimos meses para la adquisición de materiales, insumos y repuestos.

 

A continuación, una versión del diálogo sostenido por la doctora Iturria con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Cuál es el balance de estos doce años?

 

-Son doce años de este hospital que es hijo del presidente Hugo Chávez. Esos doce años se cuentan desde el 20 de agosto del 2006, el día en que el Aló Presidente fue un recorrido por estos espacios. Era ya el tercer recorrido que realizaba el presidente, además de los que había hecho desde la mesa, pensando, empujando, soñando este hospital. Por eso es que yo siempre digo “Por aquí pasó Chávez y aquí seguimos teniéndolo”. Y pasó como era él, preguntando desde el detalle más minúsculo, desde qué calibre era la sutura que se usaba para fijar los parches de una comunicación interauricular, hasta el diseño, la construcción de esta infraestructura tan hermosa. Así se hizo este hospital que está al servicio de una necesidad de las personas, de los niños, niñas y adolescentes que necesitaban esas respuestas y que encontraron aquí la oportunidad de vida que el capitalismo les había negado, que el neoliberalismo les había pospuesto hasta el día de la muerte de ellos.

 

Recordó Iturria que la idea del Cardiológico nació en un recorrido de Chávez por el Hospital de Niños JM de los Ríos, al lado del que fuera su primer ministro de Salud, Gilberto Rodríguez Ochoa. “Desde la necesidad de las madres surgió para él el compromiso de vida de hacer este hospital, que luego se convirtió también en mi compromiso de vida, en mi goce y disfrute mucho más allá de un trabajo”.

 

-Los niños no son cifras pero las cifras hablan de los resultados. ¿Cuáles son esas cifras que puede mostrar el Cardiológico en estos doce años?

 

-Este hospital tiene más de 11 mil 200 intervenciones entre cirugías cardíacas y cateterismos cardíacos. Ese número parece poquito, pero es un promedio de casi mil intervenciones anuales y esa cantidad en intervenciones pediátricas son muy pocos los hospitales del mundo que pueden hacerlas. Uno se encuentra por toda Venezuela a esos pacientes y a sus mamás. A veces uno está en la playa y de repente se te acerca alguien y te dice que estuvo en el Cardiológico o que allí operaron a un sobrinito o a un compañerito de escuela… Ha sido en verdad una transformación de la vida de los niños, niñas y adolescentes con cardiopatías congénitas en toda Venezuela. La transformación ha sido radical, no solo por el número de personas, sino también en lo cualitativo. Cada uno de esos niños y niñas pudieron llegar a la cirugía cardíaca no porque sus familias tenían el dinero en la cuenta bancaria ni porque estaban asegurados, pues los seguros privados excluyen a las patologías congénitas porque es la concepción de la salud como mercancía, no como un derecho, que es la visión socialista. Cada uno de esos niños y cada una de esas niñas llegaron aquí sin pagar ningún dinero. Eso es hermoso porque todos nosotros los venezolanos, los que estamos sanos, somos quienes pagamos con los recursos del Estado. Eso es el socialismo: que el dinero que a mí me correspondería se use para salvar a un niño. Es la construcción de todos para quien más lo necesite. ¿Y quién puede necesitarlo más que un recién nacido o un niño pequeño?

 

Continuando con el balance, la directora del hospital indicó que los pequeños pacientes han tenido una atención de altísima calidad técnica con un elevado porcentaje de resultados favorables, de más de 95% de los casos, un nivel difícil de alcanzar en cardiopatías congénitas. “La cirugía cardíaca es una actividad muy compleja, que tiene un costo muy alto y requiere un equipo humano muy bien preparado y acoplado para que todo funcione a tiempo y bien. Adicionalmente, ellos se van con el cariño que le sembramos. De la misma manera, muchos de nosotros también estamos sembrados en este lugar”, puntualizó.

 

-Como los seguros excluyen las patologías congénitas, supongo que ustedes han tenido que atender a muchos niños de clase media, cuyas familias tienen cierto poder adquisitivo y un HCM, pero que no los protege…

 

-De la clase media, de la clase alta y de todas las clases. Aquí vienen niños nacidos en la Concepción Palacios y en la clínica privada más costosa. Las operaciones de cardiopatías congénitas complejas que se han hecho con buen resultado en Venezuela, prácticamente todas se han realizado aquí. Son poquitos los casos que se han podido operar en el sector privado porque no hay ninguna clínica privada que esté tan preparada como este hospital para atender este tipo de patologías.

 

La entrevistada indicó que en el hospital han sido intervenidos niños de etnias indígenas como yanomami y pemón, y también pacientes de países tan lejanos como Gambia y otros de África pues el concepto que mueve al Cardiológico es no solo atender a toda Venezuela, sino también practicar la solidaridad internacional, en especial en un sentido Sur-Sur.

 

Bloqueo contra los niños

 

-En los últimos años, muchas personas se han marchado del país, en busca de mejores horizontes. El personal especializado, en particular los médicos venezolanos, está entre los más buscados en otros países. ¿Cuál es la situación de los expertos en cardiología infantil en este sentido?

 

-Complicada. Hay diversas especialidades médicas que están llevando los golpes de esta situación. A nosotros la crisis nos ha golpeado desde muchos ámbitos. Por ejemplo, de los repuestos para los equipos médicos, cuya adquisición por el Estado venezolano se ve impedida por el bloqueo financiero internacional. Son repuestos que tienen un costo no tan grande en dólares, pero no podemos comprarlos porque las transferencias son bloqueadas o el proveedor te dice que no puede porque su sede está en un país que ha sancionado a Venezuela. Eso nos afecta para repuestos, materiales e insumos. Además está el problema del personal altamente calificado que ha migrado a otros lugares. Yo creo que lo hacen con lágrimas en los ojos, deseando volver, y migran por diversas razones que sería largo analizar. A nosotros no nos queda más que redoblar esfuerzos y lo estamos haciendo. Aquí venimos a hacer entre todos lo más que podamos por la mayor cantidad de niños posible. Multiplicamos nuestras capacidades y hacemos cada día más cosas para sacar adelante a los pacientes. También seguimos ampliando la formación, como quedó establecido desde el Compromiso de Sandino, que suscribieron Chávez y Fidel para formar cada vez más médicos para las necesidades  de nuestros pueblos latinoamericanos. Eso ha sido retomado con mucho esfuerzo por el presidente Maduro, que le ha dado un impulso total a la formación, ha contribuido con la creación de la Universidad de Ciencias de la Salud. Por supuesto que es una necesidad muy importante la alta especialidad y debemos seguir trabajando en eso. Y así como se han ido muchos, también tenemos médicos que vienen de fuera. Está por llegar un cirujano cardiovascular de Uruguay que se interesó en el Cardiológico Infantil justamente por los logros que este hospital ha mostrado.

 

-El Cardiológico Infantil es un hospital clínico. Forma estudiantes de posgrado, ¿cierto?

 

-Sí, aquí hay formación de posgrado en distintas especialidades, como cardiología infantil, inmunohematología para banco de sangre, anestesia cardiovascular pediátrica… Además tenemos los libros que hemos producido. Este año vamos a sacar un libro digital con el apoyo del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información. Es la actualización del primer libro de hicimos, que reúne las pautas nacionales para el manejo de pacientes con cardiopatías congénitas. Tenemos un Atlas de cardiopatías congénitas, con imágenes de tomografías y resonancias hechas en el hospital, y también una Guía para padres de pacientes anticoagulados o el libro Por el corazón de un pueblo, que cuenta la historia del hospital.

 

Iturria explicó que el hospital procura compartir los saberes tanto en el nivel especializado como en las relaciones con la comunidad. Una prueba de ello es la emisora comunitaria que funciona dentro del centro asistencial y que trata temas de salud y calidad de vida. “Es nuestra manera de cumplir con el mandato constitucional de promover la salud y la calidad de vida, aun cuando somos un hospital orientado a la curación de patologías muy complejas”.

 

-¿Cómo influye la crisis nacional en la incidencia de  las cardiopatías infantiles?

 

-Las cardiopatías congénitas preceden incluso al nacimiento y sí tienen algunos factores predisponentes, pero que no son tan afectadas por los determinantes sociales de la salud, como ocurre con las patologías  del adulto. Uno habla en el adulto de las enfermedades socialmente transmisibles que están relacionadas con hábitos de vida inadecuados, tabaquismo, sedentarismo, alimentación exagerada y rica en grasas que lleva a obesidad, falta de ejercicio físico. Claro que caminar más, como producto del problema del transporte, puede ser saludable, pero tampoco puede considerarse como algo a añorar porque hasta puede convertirse en una burla. La gente debe tener su posibilidad de acceso al transporte. Que todos bajemos un poco de peso puede ser beneficioso, pero no debe hacernos olvidar que hay problemas de nutrición. En ese tipo de cosas puede ser que la crisis ayude a la salud, pero en lo que más nos ayuda es en la capacidad de afinar la imaginación para encontrar soluciones  nuevas a problemas viejos y de transformar la vida y el modo como hacemos las cosas. La crisis nos ayuda a entender que somos soberanos, que tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones y que debemos ser capaces de salir el rentismo petrolero a un modo diferente de hacer las cosas. En el hospital aprendimos a reducir el desperdicio de papel, de alimentos, de aparatos. Esa cultura dispendiosa de botar y comprar algo nuevo termina por convertir al planeta en una enorme esfera de bolsas plásticas, en lugar de un campo con arbolitos. Si los seres humanos no estamos por la vida, por la felicidad, por compartir la alegría de respirar el aire, por ver el cielo, por ver pasar las guacamayas… ¿para qué estamos aquí? Probablemente esa sea nuestra misión como seres humanos: poder compartir la mayor suma de felicidad posible de la que nos hablaba Bolívar.  La crisis nos ayuda a desprendernos de una costra suntuaria e innecesaria y a valorar desde lo pequeño, desde lo sencillo, las alegrías que nos da la vida

 

Sobre el hospital para adultos

 

-La gente valora mucho la labor del Hospital Cardiológico Infantil, pero se pregunta por qué no se completó el proyecto que contemplaba el hospital cardiológico para personas adultas, una obra que se inició y nunca ha sido concluida. ¿Qué ha pasado?

 

-No tengo todos los elementos para decir las razones. Creo que ha habido diversas dificultades que han impedido que se concluya. Es un proyecto que se debe retomar. Pero voy más allá del tema de la construcción, de los bloques y las cabillas. Creo que hay que afinar muchas cosas y se están haciendo esfuerzos muy grandes por lograr que aquello que está construido funcione mejor y que la salud le llegue a las personas. El cambio en materia de salud en Venezuela ha sido descomunal. El Estado venezolano ha volcado la atención para transformar el primer nivel y la formación de los profesionales en el área, en particular los médicos integrales comunitarios (MIC), para la atención general de la calidad de vida, la atención del sano para que no se enferme y la detección temprana de los problemas para que no avancen. Son elementos que han sido transformadores en materia de salud. No por eso hay que dejar de lado que las patologías complejas requieren atención y de muchas cosas a la vez: personal, infraestructura, insumos muy costosos. Sabemos que nos falta mucho por hacer. Este año ha sido muy difícil dentro del  hospital. Pero nuevamente vamos con Bolívar: en medio de las dificultades deben surgir los sueños más hermosos que se convierten en realidad. Somos un pueblo de paz, de trabajo, muy solidario. Por eso estoy segura de que siempre vamos a encontrar las soluciones.

 

-Como médica formada en la carrera tradicional de la Medicina, ¿qué balance haces de los médicos integrales comunitarios?

 

-En la escuela tradicional vas a encontrar compañeros muy comprometidos y muy bien preparados, y también vas a encontrar otros que no lo están tanto. Lo mismo pasa entre los  MIC y entre todos los profesionales de cualquier otra rama. Creo que la formación de los MIC es la acertada para nuestras necesidades como pueblo. La escuela tradicional nos forma para la ultraespecialidad desde el primer día. Yo que estudie pregrado y posgrado en la Universidad Central de Venezuela recuerdo que cuando uno salía a hacer el ruralito y el año rural, ¡cónchale!, uno como que estaba más acostumbrado a atender las patologías poco frecuentes del ambiente hospitalario, y le costaba trabajo, se sentía un poquito asustado ante lo que te llegaba normalmente al consultorio de la medicatura rural: un niñito asmático, con una infección respiratoria o con gastroenteritis, una embarazada que iba a su control. Eso pasaba porque nuestro día a día venía de un hospital orientado a patologías más complejas y de un ambiente de sofisticación para el tratamiento. No estábamos preparados para la atención cotidiana de la comunidad. No considerábamos los otros determinantes sociales de la salud, como el acceso al agua potable, la disposición de la basura, el adolescente en peligro de caer en problemas de drogas, la abuelita que no tiene familia y necesita apoyo para comer. Ese espíritu se ha sembrado en Venezuela. Lo sembró Chávez muy fuertemente y está en los MIC. Claro que deben estudiar, que deben tener herramientas técnicas y saber lo que hay que hacer, pero también deben ver esos aspectos que son determinantes para la salud y estar dispuestos a acompañar en el dolor y ayudar a la gente a afrontar los problemas con el liderazgo colectivo.

 

-Para finalizar, háblanos un poquito de Gilberto Rodríguez Ochoa, el epónimo de este hospital.

 

-No estuve tan cerca de él, pero sí un poco porque justamente cuando me tocó hacer el ruralito, en San Carlos de Río Negro, en la punta sur del estado Amazonas, el doctor Rodríguez Ochoa era el director de Salud de Amazonas. Era quien recibía  los estudiantes, se sentaba con nosotros a hablar de cosas que debíamos saber antes de meternos en la selva. Era una persona comprometida con la perspectiva de la promoción de la salud y la calidad de vida, y a la atención primaria de salud. De hecho, en Aragua trabajó muy fuerte en esa materia. Él habría estado contento, más que de este hospital, de la gran transformación en salud, de la formación de los MIC y del trabajo para que en cada barrio, hasta en la punta del cerro, haya un establecimiento de salud y, más que eso, que haya el pensamiento de la salud, que haya un compañero que está viendo los problemas y  que haya el entendimiento colectivo de que la salud va mucho más allá de la hospitalización y de la cirugía. Él estaría contento de los que se ha avanzado, pero siempre con el hormiguillo de lo que nos falta por hacer, buscando de qué modo vamos a hacerlo, y cómo vamos a recuperar lo que hayamos podido retroceder, que siempre ha sido medio paso para luego dar un gran salto.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)