Durante años, la maquinaria mediática opositora ha tratado de presentar a la torre de David como un emblema del fracaso de la Revolución. En estricto apego a la verdad, resulta ser todo lo contrario: es el símbolo del fracaso del modelo capitalista neoliberal salvaje que se había enseñoreado en Venezuela en las dos últimas décadas del siglo XX.

 

El daño estructural parcial que acaba de ocurrirle a esta obra inconclusa no hace sino remover esa historia aún muy reciente, pero que ha quedado sepultada debajo de las toneladas de trepidantes acontecimientos ocurridos en los últimos veinte años.

 

El sismo ocurrido el martes 21 de agosto hizo que se combaran varios de los pisos más altos de este rascacielos, provocando justificada alarma en la zona donde se asienta, la parte baja de la parroquia San Bernardino.

 

Así es el cuento

 

La torre de David nació para ser el ícono de una burguesía financiera opulenta que acumulaba más y más riquezas en un país cada día más pobre. Eran los años 80 y 90, cuando el capitalismo neoliberal era el único poder del mundo y la democracia venezolana oscilaba entre dos partidos supuestamente distintos, pero que representaban los mismos intereses.

 

El proyecto tenía una torre principal de 45 pisos y 190 metros (cinco pisos y 11 metros más que la del Mercantil, cinco pisos y 31 metros más que la del Provincial), ungida por un helipuerto que sería como la corona del rey David. Además tendría otros cinco componentes: un hotel de cinco estrellas, un apartotel, áreas comerciales, dos edificios auxiliares y un estacionamiento de 14 plantas. De haberse terminado en los plazos previstos, habría sido el noveno edificio más alto de Latinoamérica.

 

Estuvo a punto de cristalizar el sueño del banquero David Brillembourg, capitán del grupo Confinanzas-Metropolitano de tener un edificio más alto que los  construidos en la capital en esos años por algunos de los grandes bancos del país (Provincial, Mercantil, Venezuela, Latino, Consolidado, La Guaira Internacional). Pero no se cumplió porque cuando el rascacielos estaba en su etapa final de construcción sobrevino la crisis bancaria de 1993-94, que arrasó con todo el sistema financiero nacional y dejó millones de damnificados en las clases trabajadora y media. En tanto los dueños de los bancos, responsables de la debacle, se las arreglaron para salir ilesos y, antes bien, todavía más acaudalados porque les echaron mano a los llamados auxilios financieros que aportó un Estado alcahuete y cómplice.

 

El edificio quedó en manos del Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios (Fogade), igual que las torres de los otros bancos siniestrados. Pero como este se encontraba inconcluso y era una obra faraónica, nadie quiso cargar con semejante fardo cuando llegó la hora de las privatizaciones de las instituciones quebradas por los empresarios y reflotadas por el Estado.

 

Las torres de los bancos de Venezuela y Provincial fueron compradas por las entidades españolas que los adquirieron en subasta (Santander y BBVA). Las de los bancos irrecuperables, pasaron a ser sedes de organismos públicos como el Latino (Defensoría del Pueblo, tribunales y otras dependencias), La Guaira (Ministerio Público) y Construcción (Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz).

 

El barrio vertical

 

La Torre Confinanzas pudo también ser ocupada por algún organismo público. De hecho, se habló de instalar allí la Alcaldía Metropolitana. Pero el gran problema es que estaba sin terminar, y ya bastante deteriorada por el abandono de varios años. Recuperarla implicaba un enorme gasto. En 2001 se intentó subastarla, con un precio base de 60 millones de dólares, pero nadie se mostró interesado.

 

En 2007 comenzó a producirse la ocupación por parte de personas sin vivienda. Allí la derecha venezolana vio la oportunidad para poner al revés la historia de ese subproducto de las malas prácticas del capitalismo y transformarlo en una demostración del fracaso de la Revolución.

 

“Es una típica operación de manipulación mediática, otra de las tantas que se han efectuado en estos años de intensa lucha política. Los órganos de difusión masiva de la derecha borran las causas estructurales de los fenómenos y se ceban en sus expresiones más inmediatas con la finalidad de endosarle sus propias culpas al proceso revolucionario”, indica una investigación realizada hace algunos años por el Gobierno del Distrito Capital.

 

La operación mediática presentó así un cuento torcido, en el que la crisis financiera, los banqueros estafadores, los políticos corruptos, los mismos medios que se hicieron de la vista gorda, es decir, la sociedad de cómplices del capitalismo, son apenas algo anecdótico que se menciona de pasada. Mientras tanto, se colocó toda la responsabilidad sobre los pobres que habían tomado esos espacios y sobre el gobierno izquierdista que se lo permitió.

 

En algunos medios internacionales se llegó al extremo de asegurar que el edificio estuvo en funcionamiento y fue expropiado por el socialismo.

 

En su afán de imponer matrices contra la Venezuela chavista, hasta la industria cinematográfica se ocupó de la Torre de David, presentando escenas en las que los agentes imperiales se enfrentan con peligrosos terroristas  que la utilizan como guarida.

 

La prensa internacional hizo de las suyas hablando del gran barrio vertical o la favela más alta del mundo. El resumen del cuento de la derecha era que un símbolo de la prosperidad, la modernidad y el aire globalizado que el país pudo haber tenido se había transfigurado en la decadencia y la desolación por culpa de las hordas del chavismo invasor.

 

Comunidad premiada

 

Como en una suerte de justicia poética, un grupo de arquitectos encabezado por Alfredo Brillemburg (sobrino del fallecido David)  presentó el caso de esa ocupación urbana en la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia en 2012 y, para sorpresa de muchos -y furia de los expertos contagiados de supremacismo de clase-, se le otorgó el León de Oro a la comunidad por haber rescatado el edificio abandonado y hacerlo habitable.

 

Opuestos al traslado

 

Otro aspecto resaltante de la manipulación mediática que ha rodeado este tema siempre es la actitud que tomaron los órganos informativos cuando las autoridades resolvieron trasladar a las comunidades que habitaban 28 de los 45 niveles de la edificación a urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Aunque los medios habían denunciado la presencia de estas familias allí como una grave irregularidad, también criticaron  su salida, a la que siempre se refirieron como “un desalojo”. Varios de esos medios intentaron instigar a las comunidades para que realizaran protestas contra la medida, pero no lo consiguieron porque esta fue debidamente concertada en asambleas.

 

El sabotaje mediático se afincó entonces en satanizar a las familias que se encontraban viviendo en la torre de David, señalando que estaban en su mayoría formadas por  peligrosos delincuentes y que las comunidades de los urbanismos  adonde serían trasladados se oponían rotundamente a tenerlos como vecinos.

 

Igualmente pusieron a circular la tesis de que “el desalojo” tenía como finalidad entregar la obra a unas empresas chinas, situación que intentaron presentar como una pérdida de soberanía.

 

La Operación Zamora, como se denominó al traslado de los ocupantes del conjunto de edificios, se completó exitosamente. Las brigadas gubernamentales demolieron las estructuras internas que habían sido construidas por estas familias y la prensa nacional e internacional se olvidó de la Torre de David hasta que el temblor de este martes la ha puesto de nuevo en boca de todos.

 

El ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas, quien ocupaba el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Capital  cuando se ejecutó el traslado, celebró ayer que esas familias ya no estuvieran allí para el momento de ocurrir el percance.

 

“Se confirma así lo atinado de la desocupación ordenada por el presidente Nicolás Maduro. Fueron salvadas más vidas de las inicialmente estimadas. ¿Se imaginan 5 mil personas evacuando en pánico los 28 pisos que estaban ocupados? Una tragedia fue evitada. Enhorabuena”, dijo el ministro en su cuenta Twitter.

 

Mientras tanto, la maquinaria mediática está afanada buscando la manera de decir que lo ocurrido con los pisos más altos de la torre inconclusa desde 1994 es culpa del socialismo.

 

(LaIguana.TV)