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Estamos en uno de esos tiempos. Yo los llamo tiempos del “saludo preguntón”. Se nos acerca un amigo y en lugar de hacer las preguntas de rigor sobre la salud y la familia (nuestros más preciados bienes), nos dispara sin preámbulos una interrogante sobre el más reciente acontecimiento político. 

 

En el caso actualmente en desarrollo, esa pregunta es “¿Qué te parece lo de Padrino?” o alguna de las tantas variaciones, bemoles y acentos de esta interrogante, que mucho dependen, naturalmente, de la postura política del interrogador.

 

Como tengo la suerte de publicar mis puntos de vista, los tiempos de saludos preguntones son para mí particularmente escabrosos. Mucha gente cree que un articulista que escribe para ciertos medios de difusión ha de ser una persona muy bien conectada, que tiene unas fuentes de alto nivel o que se telefonea a menudo con “los chivos”, como suele decirse. De allí que cuando ocurre un hecho como este de la conversión del general en jefe Vladímir Padrino López en superministro-más-que-vicepresidente-casi-presidente, esa gente piensa que uno maneja información privilegiada, que está dateao, pues.  Y entonces, súbitamente, te llaman incluso “amigos” que casi nunca lo hacen, esperando oír unos cuentos jugosísimos sobre incidentes palaciegos, discusiones a gritos y golpes sobre nobles escritorios dados con bastones de mando no menos nobles.

 

Una de mis añejas tretas ante esto es vacilarme la parte. En el trance actual, por ejemplo, pregunto: “¿El padrino de quién?”. Pero la gente está tan convencida de que uno se mueve en altas esferas de inteligencia que rápidamente arriban a una conclusión: “Así estará la guarandinga que tú te estás haciendo el loco”. Algunos, como si estuvieran poseídos por el espíritu de un doble espía, me invitan a vernos en lugares rebuscados, a horas raras, sin celulares ni nada que tenga GPS. Tienen la esperanza de que, en esas condiciones, yo echaré pa’ fuera lo que ellos creen que sé. No aceptan, por más que se los jure, que me enteré de la más reciente transfiguración del comandante estratégico operacional viendo En Contacto con Maduro, igual que cualquier televidente aburrido.

 

Menos mal que existen esas otras personas que sí están en la movida o tienen información del tipo A-1.  Ah, y también, gracias a Dios que siempre aparecen esas otras gentes que, igual que uno, tampoco saben nada especial, a quienes su ignorancia no les impide, sin embargo, exponer audaces hipótesis acerca del nuevo rango del general en jefe o de cualquier otro tema candeloso. Decidí reunir algunas de estas conjeturas e interpretaciones en los siguientes párrafos. Así, cuando alguien venga a saludarme con la pregunta de qué me parece lo de Padrino, podré decirle que consulte mi guía y escoja la versión (ajena) que mejor se le acomode.

 

Guía para entender lo de Padrino

 

Guerra es guerra. Brillante resumen del vicepresidente Aristóbulo Istúriz, quien afirmó que si tenemos tres años predicando que estamos en una guerra, ya venía siendo hora de que el Ministro de la Defensa estuviese al frente de las operaciones.

 

¡Y va a caer! Analistas opositores de diversa laya sostienen que la designación de Padrino como zar del abastecimiento es un gesto de apaga y vámonos, equivalente a cuando Hitler hizo su testamento y nombró reichpräsident al almirante Karl Dönitz, y al malhadado sucesor no le quedó más remedio que firmar la rendición de Alemania. Este grupo ha desempolvado el estribillo “¡Y va a caer, este gobierno va a caer!”, el mismo que cantan desde principios de siglo pero que, según prometen, esta vez va en serio.

 

Reconocimiento de la ineptitud civil. En el lado de los aspirantes a relanzar el chavismo originario (entendido como el hecho por militares), el apogeo de Padrino se entendió como la aceptación de que “los civiles” no saben manejar la crisis, pese a que el presidente haya sido precisamente un ducho conductor nada menos que en Caracas, o sea, que debería estar preparado para cualquier cosa. Esta interpretación, dicho sea como comentario al margen, no toma en cuenta (o lo ignora deliberadamente) que los militares siempre han estado en cargos clave en el ámbito de la alimentación.

 

Una orden de Shanon. En otro sector del chavismo antimadurista germina una explicación de esas que funciona muy bien para los conspiranoicos. Dicen que la designación del general en jefe es una jugada magistral del imperio, cuya ejecución fue ordenada por el procónsul Thomas Shanon, en su reciente visita a Caracas. De acuerdo con esta versión, Padrino habría sido todo este tiempo un infiltrado (y tremendo actor de carácter, añadimos por acá).

 

Viene la represión. Los mismos que llevan 17 años diciendo que estamos viviendo una cruel dictadura militar, violadora de los derechos humanos, dicen que con la designación de Padrino hemos llegado, ahora sí, a una etapa de dictadura militar y violación de derechos humanos. (Yo tampoco entiendo, pero cumplo con incluir ésta en la lista de conjeturas)

 

Militarización. En la misma onda de los anteriores, numerosos analistas advierten sobre la “militarización” de actividades propias de la sociedad civil, como el abastecimiento y la comercialización de bienes. Es lo mismo que vienen diciendo desde el Plan Bolívar 2000, cuando todo comenzaba, ¡por allá en 1999! (Y pensar que luego terminaron aplaudiendo al robusto Rosendo en la plaza Altamira).

 

¡Nos salvamos! El chavismo de mucha fe ha decidido creer que la revaluación del general Padrino es una de las más brillantes decisiones tomadas hasta ahora por el presidente  Maduro, sólo comparable con la de haber nombrado a Istúriz como vicepresidente. Con la confianza más absoluta en que la mala racha tiene que acabar, los chavistas creyentes dicen que Padrino pondrá orden en la borrachera y expulsará a los mercaderes del templo y a los bachaqueros hasta de la redoma de Petare.

 

La lista podría seguir porque hay tantas interpretaciones como cabezas (pensantes o no). Pero, por hoy es más que suficiente como para responder un saludo preguntón.

 

(Clodovaldo Hernández/[email protected])