La velocidad de estos movimientos se la ha imprimido el regreso del uribismo al poder, que en sus primeros veinte días de gobierno ha hecho de Venezuela su principal centro de acción nacional e internacional.

 

Primer indicio: movimientos diplomáticos y magnicidio frustrado

Dos decisiones diplomáticas de Iván Duque dejan clara su decisión de asumir una política hostil contra Venezuela. A pocos días de haber sido electo y antes de ser investido, anunció públicamente que no designará embajador en Venezuela, en tanto Nicolás Maduro sea presidente, pues no lo reconoce como tal.

 

Por otro lado, el martes 28 de agosto a sólo 21 días de asumir la presidencia, Duque anunció el retiro de Colombia de Unasur, el cual se hará efectivo en seis meses. Según dijo, esta medida tomada fue tomada por su gobierno en virtud de que este organismo ha servido para avalar lo que él llama «la dictadura en Venezuela».

 

En realidad, es presumible que la principal razón para este retiro sea la resolución del consejo de seguridad de este organismo en el año 2009, según la cual «queda proscrito, entre los Estados miembros de Unasur, el uso o la amenaza del uso de la fuerza, así como cualquier tipo de agresión militar o de amenazas a la estabilidad, la soberanía y la integridad territorial de los demás Estados miembros».

 

Como ya se ha hecho costumbre, entre una decisión y otra, apareció una alta funcionaria estadounidense dando instrucciones al gobierno colombiano desde el departamento Norte de Santander fronterizo con Venezuela. Esta vez fue la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, quien el día 8 de agosto dijo: «Es momento de que los países de la región que también sufren con la migración, condenen al presidente Nicolás Maduro y le digan que es momento de irse».

 

Tres acciones diplomáticas muy agresivas y consecutivas, a las que se suma el intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro el pasado 4 de agosto, el cual tuvo a sus principales organizadores y financistas en el lado colombiano, actualmente protegidos por el gobierno de este país.

 

Segundo indicio: primer falso positivo contra Venezuela y la consolidación del segundo

 

El 21 de agosto el Estado colombiano denunció la presunta violación de su espacio aéreo por parte de dos helicópteros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). La cancillería venezolana calificó esta denuncia como un falso positivo relacionado con los intereses tocados en Colombia por las nuevas medidas económicas dictadas por el presidente Nicolás Maduro.

 

Mientras tanto, otro falso positivo continúa avanzando: la presunta «crisis de refugiados» de origen venezolano en la región.

 

Perú juega con las personas que migran desde Venezuela emulando el doble juego que representara la política de «pies secos, pies mojados» que durante años tuvo Estados Unidos con Cuba. Así, mientras incita a migrar a Perú anunciando una presunta tarjeta de trabajo que entregará a quienes emigren desde Venezuela únicamente hasta diciembre de este año, declara el 28 de agosto una emergencia sanitaria en su frontera debido a esta migración.

 

Paralelamente, en Colombia se siguen manipulando las cifras para hablar de una crisis generada por un supuesto aumento de personas que solicitan refugio en Colombia. Colocados en la frontera los «Cascos Blancos», la Comisión Noruega para los Refugiados y la Cruz Roja colombiana, esta semana llegó a la costa caribeña, a pocos kilómetros al oeste de la frontera marítima con Venezuela, un buque hospital estadounidense que el presidente Evo Morales develó como una operación encubierta contra la soberanía venezolana.

 

Tercer indicio: Colombia perderá el próximo año su autosuficiencia petrolera

 

El anuncio de las medidas de control sobre la gasolina venezolana casi cuesta la vida al presidente Maduro, y ha generado otras muchas reacciones desde el establishment colombiano, porque significa una pérdida económica para las mafias que se lucran de ella. Para el propio Estado y la debacle de esa economía paralela generaría, como ya lo ha hecho en el pasado, una crisis social en Cúcuta que develaría el abandono del gobierno de Bogotá a su principal ciudad fronteriza.

 

Significa, asimismo, la cercana pérdida de la autosuficiencia petrolera de Colombia.

 

Es una razón menos difundida, aunque publicada por un informe de la Contraloría General de Colombia, de hace dos años, en el que se afirma que este país comenzará a perder su capacidad de autoabastecimiento de combustible a partir de 2019 y será definitiva a partir de 2021, lo cual le obligaría a importar, obviamente, desde el proveedor más cercano, es decir, desde Venezuela.

 

Medidas desesperadas como el fracking que cuenta con el respaldo del presidente Duque comienzan a generar polémica en el país, y es poco probable que realmente sirvan para paliar por completo la crisis de abastecimiento de combustible que se generaría en Colombia.

 

Cuarto indicio: UNITAS LIX- 2018

 

El último indicio es el ejercicio militar UNITAS LIX- 2018 que se realizará en la ciudad de Cartagena a partir de la primera semana de septiembre del año en curso.

 

Esta acción conjunta se realizará en la costa caribeña colombiana a pocas millas náuticas de la frontera marítima con Venezuela. Con ella, se aumentará para esta fecha la presencia de efectivos estadounidenses en Colombia y se concentrarán buques y submarinos procedentes de Estados Unidos y 13 países más, entre ellos Reino Unido.

 

El pasado 14 de julio el presidente Duque se reunió con el jefe del Comando Sur, Kurt Tidd, para reforzar los lazos cooperativos y de defensa entre ambos ejércitos. El año pasado, en pleno inicio del golpe blando promovido por Washington y la oposición local, Rusia advirtió que el Comando Sur generaba inestabilidad en Venezuela, esto a raíz de las provaciones que realizaba para intensificar las protestas violentas. Este mismo año, en marzo, Tidd declaró ante el Comité de Servicios Armados del Senado, sobre la necesidad de aumentar el presupuesto para aislar la creciente influencia china y rusa en la región, en un claro guiño que señalaba a Venezuela.

 

Tres datos interesantes que vale la pena agregar: en primer lugar, luego de 11 años sin participar, regresa Ecuador a estas maniobras (país que acaba de anunciar su salida de la ALBA), dirigidas por Estados Unidos; en último lugar, durante dos días (el 30 y el 31 de agosto), esta acción militar coincidirá con el ejercicio Estrella Austral 2018 que se realiza en Chile, desde el 22 hasta el 31 de agosto, el cual es un ejercicio conjunto también dirigido por los Estados Unidos que está enfocado en el entrenamiento para la realización de tareas multinacionales, básicamente de tipo aéreo.

 

Cuatro indicios que deben considerar las autoridades de Venezuela, y también el resto de los actores de América Latina y el Caribe interesados en que no se desencadene un contexto de alta beligerancia en la región.

 

(MisiónVerdad)