El presidente de Argentina, Mauricio Macri, y el mandatario estadounidense, Donald Trump, se conocían desde sus épocas de empresarios, sin embargo, el politólogo argentino Martín D’Alessandro considera que esa cuestión «es tan solo un detalle» y que la geopolítica «trasciende a los asuntos personales». 

 

El 4 de septiembre el líder republicano llamó por teléfono al político latinoamericano en medio de una fuerte depreciación de la moneda argentina, para enviar señales de apoyo desde Norteamérica hasta el Cono Sur. Una conversación similar se había producido en mayo, cuando la escalada del dólar comenzaba a desatarse en Argentina. Sin embargo, «el llamado no implica un interés de la política exterior de EE.UU. en Argentina, es un favor y nada más», opina el presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP). 

 

Desde su punto de vista, «Argentina no está en las prioridades de la política exterior de EE.UU.», y añade que aquella potencia mundial «no tiene mucho interés en salvar a la Argentina de sus problemas económicos, ni ayudarla en sus conflictos políticos». En esa línea, expresa que «sería apresurado decir que es el mejor momento de las relaciones» entre esas naciones americanas. 

 

«Argentina es el país más antiestadounidense de la región»

 

El especialista sostiene que «la relación entre Argentina y EE.UU. es siempre tensa y complicada». Sobre ello, agrega: «En primer lugar, EE.UU. es un país de carácter imperial, que tiene una preponderancia enorme en el continente americano, de gran dependencia económica y cultural. Argentina no escapa a la regla». Y sigue: «Pero al mismo tiempo, Argentina es el país más antiestadounidense de toda América Latina».

 

En esa línea, describe que esa nación sudamericana sostuvo relaciones ambivalentes, con un «gran anhelo por poder penetrar en los mercados de EE.UU., pero al mismo tiempo una desconfianza histórica con respecto al poderío norteamericano en la región». Pero, ¿cómo repercute en el ámbito local este nuevo acercamiento hacia el norte del continente? «No creo que sea algo redituable en la política doméstica, tiene más costos que beneficios», califica D’Alessandro. 

 

Sobre este punto, profundiza: «Mucho más para un presidente que forma parte de una ola de líderes que han puesto fin al giro a la izquierda que tenía la intención de alejarse de la política de EE.UU». En efecto, los detractores de Macri en su país observan los lazos de Washington «con mayor recelo». 

 

Desde otro enfoque, descarta que las conversaciones entre los dirigentes «puedan estar motivadas por especulaciones de política interna». En efecto, argumenta que «la imagen de Trump es malísima, sobre todo fuera de EE.UU.». Según el académico, en realidad «se busca una mano frente a la urgencia económica, para dar señales de que se puede afrontar el financiamiento y los pagos de la deuda de este año y el que viene». En otras palabras, se trata de un mensaje hacia el mundo financiero.

 

La influencia de EE.UU. en el FMI

 

Asimismo, la Casa Blanca publicó un comunicado donde afirma que ve con optimismo la gestión de la Administración de Macri para renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Vale repasar que Argentina pretende recibir los 50.000 millones de dólares acordados con la entidad de modo más rápido, para no aguardar los tres años pactados en el convenio inicial. 

 

«Por supuesto que si Argentina está negociando con el Fondo, y EE.UU. es el país más influyente allí, es una buena señal que el Gobierno argentino debe agradecer», opina. Sobre el funcionamiento del FMI, considera que «no es un instrumento financiero del Gobierno de EE.UU. y tiene autonomía decisoria».

 

A pesar de ello, sumó: «También sabemos que en el mundo político existe un universo de señales, que los tomadores de decisiones tienen en cuenta. Ante los funcionarios del Fondo, cuando un país emergente necesita créditos en una situación complicada, puede ser un factor que consideren». En esa línea, subraya que el país norteamericano es «el principal aportante» de aquella entidad financiera.

 

Cautelas

 

Para D’Alessandro depender política y económicamente de un solo país no es la mejor receta. En efecto, señala: «Las conversaciones con los Estados poderosos suelen ser muy asimétricas». Desde ese punto de vista, destaca que «es importante que Argentina diversifique sus mercados, con un mayor abanico de conversaciones con otros países».  

 

En ese punto, analiza con optimismo las relaciones diplomáticas alcanzadas por Macri con otros mandatarios. Así, subraya que las reuniones «se multiplicaron por 20 o 30 respecto del último mandato de Cristina Kirchner, y esos son los primeros pasos para diversificar el comercio exterior».

 

No obstante, también destaca como un logro importante que la actual Presidencia haya conseguido introducir limones y acero en EE.UU. con exención de aranceles, «un gran acierto que el Gobierno nunca supo comunicar». Según su criterio, «lo que debe hacer Argentina es aprovechar al máximo la relación y venderle, y al mismo tiempo asegurarse tener relaciones y mercados con otros actores, como la India o el Sudeste Asiático, que pueden ser buenos socios».

 

Más allá de que parte de la sociedad argentina rechace las políticas estadounidenses, D’Alessandro señala que la dependencia cultural sigue vigente: «La TV, las películas, todo eso supone el poder blando del imperio norteamericano, que no es solo la capacidad de amenaza militar». En esa línea, continúa: «La familiaridad, la admiración, no suponen una amenaza coercitiva. La producción cultural de EE.UU. genera dependencia simbólica».

 

Al mismo tiempo, describe que los lazos siempre van a ser dominados por el país norteamericano, porque Argentina es «irrelevante en asuntos de política internacional e intrascendente en el comercio mundial». Con ese criterio, añade que la nación sudamericana tiene poca importancia «respecto de los problemas centrales que preocupan a EE.UU., como el terrorismo o la lucha contras las drogas, es decir, en casi todos los sentidos del concierto de la política mundial». 

 

«EE.UU. aveces ayudó»

 

Pero, ¿cómo le fue al país del Cono Sur en el pasado? ¿Las relaciones con Washington le trajeron buenos resultados? El Plan Cóndor que coordinó las dictaduras en la región entre los 70 y 80, sumado a las llamadas ‘relaciones carnales’, que concluyeron en las políticas neoliberales de los 90, no dejaron un buen recuerdo en gran parte de la sociedad. Sin embargo, para el politólogo sería un error analizarlo de modo tan lineal.

 

«No creo que haya una ecuación automática, en la cual si te acercás a EE.UU. te va a ir mal, ni tampoco lo contrario», considera. En esa línea, destaca que «a veces ayudó, por ejemplo en los 80 con la redemocratización de América Latina, dio apoyo al país». Sobre ello, opina: «Mirando todos los eventos de Argentina, creo que dejar atrás los golpes militares fue el evento más trascendente de la historia local».

 

(Leandro Lutzky / RT)