Numerosos opositores políticos y mediáticos reivindican el derecho, sagrado al parecer, que tienen a decirle burro al presidente Maduro.

 

Es oportuno el momento para repetir una pregunta que ya muchas personas se han hecho en anteriores oportunidades: si el jefe del Estado merece ser llamado burro, ¿qué apelativo debería aplicarse, en plena justicia, a quienes han sido repetidamente derrotados por él?

 

Haciendo un análisis relativamente objetivo (la objetividad no existe en casi ninguna parte, y menos en la Venezuela actual) habría que concluir que en esos últimos años, Maduro les ha ganado varias partidas cruciales de ajedrez político no solo a los opositores locales, sino también a los globales. Y el ajedrez –que se sepa– es un juego de inteligencia, no una cosa de caerse a trompadas como en una pelea callejera.

 

La versión sostenida por los opositores políticos y mediáticos niega, desde luego, que hayan sido partidas de ajedrez. Aseguran que, simplemente, la oposición ha sido aplastada brutalmente. Pero hay que estar demasiado imbuido de la mentalidad del mundo al revés para afirmar, por ejemplo, que la estrategia de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (mientras la oposición intentaba generar una guerra civil) fue una acción violenta. También es difícil de digerir que montar la gigantesca estructura de los CLAP (en medio de un sabotaje económico nacional e internacional) haya sido algo propio de una persona con discapacidad intelectual.

 

Pero, al margen de cualquier evaluación de esas u otras medidas, puede juzgarse este asunto por sus resultados: Maduro se aproxima a los cinco años y medio en la presidencia (desde abril de 2013) y el panorama es que se encuentra en el poder con un boleto para seis años más, mientras la oposición está hecha jirones, dependiendo de voceros externos también bastante desprestigiados como Luis Almagro, Marco Rubio y Álvaro Uribe.

 

En un ejercicio de fantasía política, uno podría lucubrar acerca de lo siguiente: si esta es la situación respectiva del gobierno y de la oposición bajo la premisa de que el presidente carece de facultades intelectuales, ¿cuál sería entonces si tuviese una mente aceptablemente brillante?

 

La noria


El lugar donde ha quedado ubicado el debate después de la gira de Maduro por China y  su toque en Turquía es una nueva muestra de cómo las oposiciones (política y mediática, interna y global) se empeñan en descalificar personalmente a alguien que les sigue ganando partidas en el complejo juego de la política.

 

Los mismos dirigentes políticos y los mismos medios de comunicación y figuras mediáticas que sostienen la tesis del aislamiento total de Venezuela, los mismos que pronosticaron que el mandatario volvería del Lejano Oriente con las manos vacías, no tuvieron más alternativa que irse por la tangente para no reconocer que –una vez más– se equivocaron con respecto a las capacidades del presidente de sus tormentos. Incluso, unos cuantos de estos líderes  e influencers  habían llegado a pronosticar que Maduro no se atrevería a salir del país por temor a que luego no le permitieran regresar.

 

El tema de la detención de unas personas por haber llamado burro al presidente fue esta vez el clavo ardiendo del que se agarraron los opositores de toda laya para no admitir que el jefe del Estado obtuvo logros geopolíticos y pragmáticos muy significativos en su viaje a China.

 

En las redes sociales, en los principales portales informativos y en los noticiarios de radio y televisión se reseñó principalmente la reacción del presidente ante la pregunta de un corresponsal de la agencia AFP, relacionada con el asunto del asno. Con esa desviación, muchos se dieron por satisfechos, consideraron que la rueda de prensa fue un fracaso comunicacional para el gobierno.

 

Más allá de ese resultado inmediato, los opositores no hacen más que reincidir en su comportamiento de menosprecio al presidente, a pesar de que tal actitud no les ha traído más que decepciones.

 

 Mientras los líderes políticos y mediáticos se complacen mutuamente porque “le chotearon la rueda de prensa y le dijeron burro en su cara”, los resultados concretos de la gestión de política internacional  le dan a la Revolución Bolivariana un desahogo crucial tanto en la esfera de lo geoestratégico como en lo que respecta  al problema económico más ingente.

 

Mientras tanto, los opositores siguen jurando que Maduro está solo en el mundo y que es un tipo brutísimo.  Si se quiere utilizar una metáfora vinculada al mundo de los nobles animales, puede decirse que las figuras políticas y mediática son como una partida de jumentos dándoles incontables vueltas a una noria.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)