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Mi amigo el Latero Ilustrado llegó muy alarmado diciendo que por ahí ruedan encuestas según las cuales Ramos Allup es el gallo de la oposición. Lo contaba con incredulidad y pasmo, como si en lugar de con un gallo acabara de toparse con un alienígena.

 

En verdad, el ascenso del secretario general de Acción Democrática al primer lugar en las preferencias de la masa opositora no es un acontecimiento tan insólito, como lo ve Latero. Al menos, no a la luz de lo ocurrido durante los últimos tres años. Lo sería si se pensara en el Ramos Allup de hace unos cinco o diez años, que no hubiese figurado ni siquiera en la más disparatada encuesta de popularidad.

 

Pero una suma de eventos, dentro y fuera de la Revolución, han provocado este fenómeno tan significativo, que tiene preocupada a mucha gente del gobierno, pero más, ¡mucho más!, al resto de la dirigencia opositora.

 

Mi politóloga favorita, Prodigio Pérez, explica el asunto mediante una reconstrucción de los últimos años. Dice que hasta hace poco, la oposición se dividía en dos bloques: el ala pirómana, que postulaba la salida insurreccional y golpista; y el ala moderada-taimada, que jugaba hacerse pasar por respetuosa de las formas democrática, pero estaba siempre a la expectativa de cualquier patada al tablero que pudiera resultar efectiva, para subirse a ese tren. Pues, bien, Ramos Allup, apelando a su astucia política, buscó una rendija, un entresijo, y ha ido conformando una tercera opción en el seno de la contrarrevolución. Del ala moderada-taimada ha tomado el discursillo sinuoso sobre un supuesto apego a la Constitución; del ala pirómana ha asumido la violencia verbal, el odio como bandera y la amenaza pendenciera siempre festejada por la maquinaria mediática antichavista.

 

Prodigio también analizó otra de las aparentes paradojas -que no son tales- en el caso del actual presidente de la Asamblea Nacional. Se dice que es algo loco que haya alcanzado en su edad otoñal el nivel de popularidad que le atribuyen los sondeos. Se supone que la oposición quiere renovar al país y no por casualidad dos de los más importantes líderes de ese sector, Henrique Capriles y Leopoldo López, son unos cuarentones que están en la actividad política desde que tenían veinte y tantos. Bajo ese enfoque, es absurdo que ahora la jovencita opositora se haya “empatado con un viejo”. Pero, nuevamente, tampoco es tan extraño, según la mirada incisiva de Prodigio. Ella explica que Capriles y López, tal vez por su extracción social, no pudieron capitalizar su etapa de líderes jóvenes, siempre lucieron demasiado sifrinitos (o, para decirlo al estilo ramosallupiano, lechuguinos y petimetres); y ahora, cuando podría sobrevenir la oportunidad de oro, ya no son propiamente unos chamines. Se ven jóvenes al lado de Ramos Allup, pero eso no significa nada, si a ver vamos.

 

“La gente de la oposición más bien está harta de los tales carajitos -asegura la politóloga- dicen que si para salir del chavismo tienen que decir que Ramos Allup es un señor sexy, lo harán sin dudarlo”.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

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