El economista Jesús Faría, integrante de la Asamblea Nacional Constituyente hace un balance positivo del primer mes del Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, pero advierte que no tiene el éxito garantizado. Afirma que, como todo plan económico, necesitará correcciones y ajustes y dependerá de que la población lo comprenda y se sume a su aplicación.

 

Faría (Caracas, 1964) es egresado de la Universidad Central de Venezuela, con posgrados en la Friederich-Whilhems Universität y en la Universidad de Constanza. Fue ministro de Comercio Exterior y diputado a la Asamblea Nacional. A continuación, una versión del diálogo que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández para LaIguana.TV:

 

-¿Qué balance haces del primer mes de aplicación del Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica?

 

-Estas políticas no van a tener el resultado esperado si la población no está consustanciada con ellas. Debe tener un gran respaldo, ese es un primer paso y para darles respaldo hay que entenderlas. El segundo paso es involucrarse en su ejecución y, por supuesto, para ello también se requiere una comprensión bastante clara. En ese sentido creo que el primer mes ha sido bastante positivo. Por supuesto que, como cualquier otro plan de ajuste, de estabilización, de recuperación económica, tiene tropiezos. Todos los planes son experimentos, ninguno tiene éxito garantizado. Se lanza, se despliega y se van ajustando algunos elementos para acercarse al objetivo. Pienso que el balance es positivo porque ha generado expectativas muy favorables más allá de los pésimos augurios que siempre  producen en círculos de mucho poder nacional e internacional las iniciativas de la Revolución Bolivariana. En general, en la población, los trabajadores, los empresarios, los consumidores le han dado una buena acogida, ha tenido un impacto social positivo, y eso es bueno porque nos deslastra de ese peso que se le había querido atribuir, de ser un ajuste neoliberal. Es un programa que tiene una gran lógica interna porque ataca no solo superficialmente, sino también en sus raíces a los principales problemas. Los correctivos se están aplicando y ya pueden verse algunos resultados. Por ejemplo, en el tema cambiario, el petrolero, el productivo y el fiscal. Son avances en la dirección correcta.

 

-Un aspecto que tiene mucho que ver con la cotidianidad de la gente es el anclaje del salario al petro. Esto todavía es una abstracción para la mayoría de la población. ¿Cómo se lo explicarías  a un grupo de estudiantes?

 

-Les diría, en primer lugar que, como punto de partida, existe la voluntad de incrementar los salarios. Eso tenía que hacerse de alguna manera y lo hicimos en función de un nuevo esquema monetario. La hiperinflación va derritiendo, erosionando los salarios de los trabajadores y la principal causa del incremento de los precios es la especulación cambiaria. De una u otra manera teníamos que desacoplar de la cotización del dólar las principales variables económicas, y en este caso a la salarial y la monetaria. De esa manera podríamos combatir la especulación cambiaria y establecer un nuevo esquema a partir del cual el valor del dinero y de todo lo que se expresa en dinero ya no va a gravitar en torno a la tasa de cambio y en torno a la cotización del dólar, que sabemos que experimenta incrementos siderales por la especulación, sino que estará atado a una fortaleza de nuestra economía de la cual disponemos, que es el valor del petróleo. Si tenemos esa riqueza allí, podemos aprovecharla para que juegue un papel mucho más importante en el sustento de nuestra economía. Y cuando hablamos del sustento también nos referimos al valor que debe tener el salario. Para recuperar el salario, teníamos que anclarlo, asociarlo a una riqueza que tiene una cotización en los mercados internacionales. Ahora, esto no ocurre de manera automática, pues el impacto del dólar se mantiene y lo estamos observando con el incremento de los precios y el efecto especulativo. El esfuerzo para preservar el valor, la capacidad de compra real de los salarios tiene que adaptarse a este nuevo esquema, pero tenemos que hacer un esfuerzo mayor y más eficiente para neutralizar la especulación cambiaria, frenar el incremento de la tasa de cambio que todavía tiene un componente especulativo muy importante.

 

-El presidente anunció que el petro entrará en una nueva fase, que será una moneda de intercambio internacional. ¿Existe el clima de confianza en el mundo para que el petro funcione de esta manera?

 

-Es un desafío. Es una de las medidas más exigentes que se ha trazado el Ejecutivo Nacional y en la que se va a tener que trabajar muchísimo. Para que una moneda se convierta en instrumento de pago internacional tiene que ser aceptada, y para esos se necesita mucha solvencia porque las monedas, sobre todo las divisas, siempre son la expresión de la fortaleza económica real, y nuestra economía, pese a los esfuerzos que estamos haciendo, en estos momentos todavía está viviendo una crisis aguda. Por otra parte, tenemos esa especie de espada de Damocles que son las sanciones del gobierno de Estados Unidos, del presidente Donald Trump, en contra de la economía nacional en general y en particular contra el petro. Eso restringe de manera importante las posibilidades de actuar con el petro. Sin embargo, se está haciendo un esfuerzo que servirá para ir midiendo las posibilidades de posicionar esta moneda y, eventualmente, abrir un abanico de opciones para fortalecer el petro. Por ejemplo, podríamos participar en el esquema monetario que se está desarrollando entre China y Rusia, en términos de petroyuanes. Es algo interesantísimo que nos permitiría avanzar en el establecimiento de esta nueva moneda como alternativa. Lo que sí está absolutamente claro es que una de las variables fundamentales que determinará el éxito de este esfuerzo de recuperación productiva es la disponibilidad de las divisas, sean petros o no, que tengamos suficientes instrumentos de pago internacional para traer materias primas, equipos, repuestos e insumos que en este momento sufren una gran escasez y que son el primer factor que determina la caída productiva del país. En ese sentido se están haciendo grandes esfuerzos por elevar la producción de petróleo, y eso es esencial porque esa es la única fuente de divisas que nosotros controlamos en función de nuestro esfuerzo y de nuestras capacidades.

 

Especulación: un rasgo esencial

 

-¿Cómo has visto la respuesta del sector privado? El presidente decía que el programa le ha concedido una gran cantidad de beneficios, e hizo el gesto de que ya lo que falta es que los meza y los arrulle como si fueran bebés. La gente sigue quejándose de precios sumamente especulativos…

 

-La economía en general y el sector privado en particular tienen un rasgo esencial, que es parte del modelo económico que nosotros queremos trascender: es el elemento especulativo. Han hecho gigantescas fortunas con poca inversión o sin inversión, sin competencia, aprovechándose de un mercado cautivo, aprovechándose de los recursos del Estado, la renta que distribuye históricamente el Estado. Eso es algo que no podemos modificar de buenas a primeras. Pero, sin lugar a dudas, el gran trauma que estamos viviendo ha hecho que los empresarios, de una manera progresiva, asuman su tarea fundamental  que es producir riqueza, invertir recursos, ser cada vez más productivos y eficientes. Pero, por supuesto, eso es un proceso. Cada vez que existe una brecha a través de la cual se puede expresar esa voracidad especulativa, esta se va a desatar porque está allí, en la estructura, en la naturaleza, en el corazón de nuestra economía. Hay inversionistas que han aceptado el desafío de producir en sintonía con este plan de recuperación y hay otros que siguen anclados en la vieja visión. En todo caso, yo soy optimista porque las crisis te obligan a ajustarte y buscar alternativas. Lo que se vivió en Venezuela en el siglo pasado y hasta hace pocos años, ese modelo se agotó. No hay forma de hacer riqueza por esa vía. Si aplicamos las políticas correctas, tal como lo estamos haciendo, y establecemos mecanismos de control que permitan la aplicación de las normas y las sanciones para evitar la impunidad, dentro de una institucionalidad muy sólida, vamos avanzar de manera notable. Claro que también es un problema ético, cultural, de conciencia. En eso también tenemos que ir trabajando. El tema de la gasolina ilustra claramente cuál es el comportamiento de los actores económicos y cómo podría cambiar con políticas correctas y con instituciones sólidas del Estado.

 

-Este plan es para salir de la crisis, para superar este momento de hiperinflación y especulación, pero la Asamblea Nacional Constituyente está trabajando con una visión estructural, de largo plazo. ¿Qué papel puede cumplir la nueva Constitución para establecer realmente este modelo alternativo?

 

-Cuando la Constituyente pasada, la del año 99, la gente se preguntaba con qué se come eso. Efectivamente, la Constitución en sí misma no cambia absolutamente nada. Pero el proceso constituyente desata un conjunto de fuerzas, de iniciativas populares e históricas que son fundamentales e inicia cambios que son canalizados a través de esa estructura. Eso es lo que estamos buscando. En el campo económico, el tema fundamental era la lucha contra el neoliberalismo que había arropado a todo el continente y a todo el planeta, y había generado una catástrofe. Lo fundamental era garantizar la presencia del Estado, su fortalecimiento, su rol como ente rector del desarrollo nacional y garantizar un mínimo de justicia en la distribución de la riqueza. Ahora tenemos que ir más allá. Además de consolidar esos elementos que son fundamentales, necesitamos ver cómo desplegamos un modelo de desarrollo que sepulte definitivamente el rentismo, la dependencia externa, la presencia de grandes grupos económicos que dominan el desempeño productivo del país. Una economía que no esté tutelada por factores internacionales, que rompa con esos lazos de dependencia. Existen elementos clave que no aparecen en la actual Constitución, como el tema de la industrialización. Tenemos que ir hacia la diversificación del aparato productivo, privilegiar las exportaciones no petroleras, ir a un gran protagonismo popular de nuestra fuerza productiva para el desarrollo de la economía nacional. También hay aspectos que aparecen en la actual Constitución que deben ser corregidos. Se habla de libre mercado, pero nosotros no tenemos un proyecto económico de libre mercado. Lo que tenemos es un modelo que se fundamenta en el mercado, porque este no es capitalista sino que puede ser un mercado socialista, como lo demuestran experimentos muy importantes, como los de China y Vietnam. Aprovechar los mecanismos de mercado, bajo la conducción del Estado y del Partido Comunista para garantizar que la riqueza se distribuya, y es una riqueza que se genera de una manera creciente, con mucha potencia y se distribuye de manera equitativa en el marco de una gran participación. Eso lo estamos evaluando. Ahora, tenemos que hacer un esfuerzo en el sentido que planteó el presidente de la ANC, Diosdado Cabello, cuando asumió el cargo: ir con mayor fuerza, con un plan mucho más sistemático, a la calle, que quiere decir a los campos, a las fábricas, a las universidades, a todos los sectores de la sociedad, para ayudarlos a resolver sus problemas actuales, pero también para recoger iniciativas. Nada como la sabiduría popular para nutrir el trabajo. Esta es una Constituyente que va a recoger los grandes desafíos del momento y su proyección histórica. Esa proyección es el socialismo venezolano, que se ajusta a las grandes necesidades de nuestra población. Lenin decía que todos los países iban a llegar al socialismo, pero cada uno bajo sus condiciones concretas e históricas. Eso es lo que tenemos que aprender, que no hay fórmulas mágicas, rígidas, dogmáticas que tengamos que seguir. Tenemos que ir construyendo el proceso día a día. Esa Constitución y el proceso constituyente se ven subordinados a la necesidad de recuperar nuestra economía. Superar la hiperinflación tiene que ser tarea de los próximos tres meses, pero generar los equilibrios económicos no es un tema de un mes o dos. Nos va a llevar por lo menos todo el año entrante, es una tarea ardua, difícil. Otro aspecto que debe estar en la Constitución es un instrumento de evaluación permanente de la aplicación y ejecución de políticas macroeconómicas y de desarrollo, porque ahorita no lo tenemos y es muy necesario.

 

El debate interno

 

-¿Cómo se ha dado el debate interno del chavismo en este tema, entre el neoliberalismo y el socialismo puro? Se habla de tendencias. Carlos Raúl Hernández, el politólogo opositor, dijo que Jesús Farías, hijo de un gran comunista, había terminado siendo “la gran esperanza blanca” del sector privado y de la derecha, de la oposición…

 

-¡Jejeje!, para empezar, la propuesta que hacemos nosotros no representa los intereses de los empresarios, es sobre todo representativa de los intereses de los trabajadores porque ellos dependen de la prosperidad de la economía, y en las actuales circunstancias no estamos en capacidad de garantizar esa prosperidad. La misma Revolución depende de un sistema económico en crecimiento y desarrollo. Si no, se estanca, y una revolución que se estanca está destinada al fracaso. Claro que hay diferentes posiciones. Debemos recordar cómo surge el chavismo: un aluvión de muchas fuerzas históricas.  Al principio había hasta fuerzas fascistas. Un alto jerarca del chavismo al comienzo de la Revolución dijo públicamente que tenía como libro de cabecera a Mein Kampf, aquel escrito  terrible, infame de Hitler. También hay ultraizquierdistas que llegan al trostkismo. Un amplio abanico y eso se refleja en el debate interno. Podría identificar dos posiciones fundamentales: una muy dogmática, que no acepta cambios, que ve al socialismo como una piedra inmutable, que ve la política económica como algo casi inservible desde el punto de vista práctico porque es una cosa que tú fijas y ya no tienes necesidad de ajustar, cambiar o supervisar… afortunadamente eso quedó atrás. Eso era lo que inspiraba el desarrollo y la adopción de las políticas. Gente que hablaba del control de cambio como si fuera parte del socialismo y hasta del comunismo, cuando es un instrumento que utilizan también países capitalistas. Son posiciones  que carecen de profundidad científica, no tienen la rigurosidad para evaluar qué se debe hacer en determinadas condiciones. Obvian algo fundamental de la política, que es el cambio, un tema dialéctico. La otra posición en el debate es la que se viene desplegando con mucha fuerza ahora y reflejándose en las decisiones de política económica, una visión más práctica, más pragmática, que se ajusta a las realidades, que toma la realidad como patrón fundamental, sin sacrificar los grandes principios del socialismo. En ese sentido, se plantea la necesidad de incrementar la producción de una manera estable. Ha habido debates muy interesantes en la ANC, en el Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela y afortunadamente se impuso la sensatez. Esos son debates son típicos de una Revolución, de un partido revolucionario, de un movimiento revolucionario… y de las crisis.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)