La gente ha echado a correr por las calles toda una alharaca, luego de la puesta en marcha del reciente Plan de Recuperación Económica que ha sacudido, entre otras cosas, toda la estructura salarial y deja a la expectativa su destino. De ahí que la nueva idea de “petrolizar” los contratos colectivos y las tablas salariales, por supuesto variables sensibles, se halla como terreno fértil para los rumores.

 

Las cuentas no deberían variar, ni la progresividad, ni mucho menos ser objeto de desmejora. Tampoco debería ocurrir la pérdida de los beneficios contractuales. Sin embargo, hay que reconocer que es otro el escenario y otra la realidad con la llegada del petro, pero en un terreno revolucionario y justo que nos signa.

 

Mientras tanto el debate entre los trabajadores se está dando con las organizaciones sindicales al frente, entre ellas la Federación Unitaria de Trabajadores del Petróleo, la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores y la Comisión de Trabajadores de la ANC, que han desmentido los ataques de la CTV y Fedecámaras, “viudas del sindicalismo”, como les llaman, y que se encargan de montar todo un tejido para escamotear el Programa de Recuperación Económica.

 

Pero lo cierto es que algunas de las tablas salariales aún se encuentran en discusión según sus realidades. Lejos de la arbritrariedad, y para la tranquilidad de todos, están siendo elaboradas por el Ministerio del Poder Popular para la Planificación y por el del Proceso Social del Trabajo, bajo la lupa del profesor Eduardo Piñate, ministro del trabajo.

 

Wills Rangel es uno de los 75 voceros encargados de adversar las mentiras sobre el tema a nivel nacional, e insiste en difundir que “estamos discutiendo unas tablas; no se están eliminando ni las tablas, ni la progresividad, ni las utilidades, ni la retroactividad de las prestaciones que rescató la revolución con el presidente Chávez”. Además, recuerda que la dirigencia sindical revolucionaria va a garantizar la continuidad de los derechos laborales, dijo en una entrevista a Unión Radio con la LOTT a la mano.

 

Con ello se encuentra en revisión y adaptación el cálculo de elementos importantes como las horas extras, las horas nocturnas, los trabajos especiales y el de altos riesgos.

 

Para estos dirigentes la estrategia del Presidente dejó claro y sin vista a más de uno con el sostenimiento de mecanismos puntuales de pago a los trabajadores, con una inflación galopante y una especulación que aún no ve término, dos factores a considerar cuando se discute sobre el salario y deja ver el esfuerzo para recuperar el valor real del mismo.

 

“¿Y la meritocracia pal’ carajo?”

 

Sí, esos que hablan “de comunismo al estilo puro”, se andan preguntando, pero afirmando al mismo tiempo, “¿la preparación y la meritocracia se fueron pal’ carajo?”.

 

En realidad lo que quieren decir es desarrollo personal, profesionalización. La reciente conversación con el constituyente Carlos López, quien es además coordinador de la Federación de Trabajadores Universitarios -sector que ha hecho ruido en los recintos de la UCV- y revela que se sostendrán los distintos niveles o escalas, y que los beneficios como la antigüedad se mantendrán, pero que la forma de calcularlos debe ser reformateada. Sin duda un nuevo método de cálculo y su oportuna explicación ayudaría en la comprensión de que lo que se busca es la retoma del poder adquisitivo y dejar de perseguir los precios de los bienes y servicios.

 

Sin duda hay que dejar atrás el otro cassette, el otro cálculo, el otro salario, la otra economía.

 

La vieja dirigencia sindical estima que el aumento es una hecatombe

 

Luego de que se diera a conocer la decisión del aumento de salario mínimo por parte del Gobierno Revolucionario, que lo estableció en BsS 1.800, lo que representa un incremento real de 60 veces por encima del que regía en junio, los añejos representantes del sindicalismo de derecha han catalogado la medida como una hecatombe sin precedentes.

 

La principal duda del movimiento sindical disidente gira en torno al destino de los tabuladores de los contratos colectivos.

 

En Guayana, Henry Arias, secretario de trabajo y reclamo del sindicato de Alcasa, señaló al diario Correo del Caroní que existe una clara intención del Gobierno y la Central Bolivariana de Trabajadores de eliminar lo que han sido beneficios históricos del movimiento obrero.

 

Entretanto Mauro Zambrano, dirigente del Frente Nacional de Trabajadores de la Salud, salió con que el Gobierno debe explicar el cálculo a partir del petro: “¿Cómo es eso? Hablan de que harán una fórmula con el petro y nosotros no tenemos información. Hay muchas dudas y cada día el Gobierno va creando más. Si no detienen el proceso inflacionario, los trabajadores vamos a ganar lo mismo. No vamos a permitir que eliminen los contratos colectivos”, amenazó.

 

Por su parte Iván Freites, directivo de la Federación Única de Trabajadores Petroleros de Venezuela (Futpv), señaló que el aumento del salario mínimo “violenta la Constitución Nacional y la Ley Orgánica del Trabajo, que es la base de los contratos colectivos”.

 

Freites resucitó la palabra “meritocracia”, muy usada en los aciagos días de abril de 2002, al señalar que “no se respeta la profesionalidad, el talento, la meritocracia y pretenden imponer al país un comunismo real”.

 

Igualdad: premisa del socialismo

 

En el socialismo democrático, cristiano y humanista, lo más importante no son las ganancias económicas que se puedan alcanzar, sino los valores humanos y sociales, de ahí el término socialismo. Esta corriente de pensamiento potencia al ser humano, al contrario del capitalismo, que potencia al capital. El Estado democrático, social, de derecho y de justicia, que profundiza la igualdad y la libertad, solo es viable a través del modelo del socialismo.

 

El momento histórico que vive el país y el debate político sobre la igualdad tiene que ver con las dos visiones de modelos que están en contraposición en el país: socialismo y capitalismo.

 

En el capitalismo las desigualdades son la norma, y lo que se impone es lograr atenuarlas por medio de la mano del mercado, mientras que en el socialismo se parte de la idea de que todos y todas somos iguales y la acción política es lo que verifica y garantiza esa igualdad.

 

(Francis Cova /Juan Ramón Lugo / Ciudad CCS)