Orishas-cua.jpg

La santería, practicada en nuestro país por un número creciente de venezolanos, nació en Nigeria a orillas del río Níger y se amalgamó en América con el catolicismo. Su compleja cosmogonía exige años de estudio y dedicación. 

 

Según un recetario santero, existe un “sencillo y rápido” procedimiento a través del cual Shangó presta su ayuda para atraer una persona. Basta con conseguir una manzana roja —grande—, sacarle parte de la pulpa y rellenarla con un poco de aceite, manteca de corojo, seis quimbombós, harina de maíz y azogue. Esa manzana deberá encenderse a los pies de Elegguá —el orisha que abre y cierra los caminos— durante seis días, al cabo de los cuales sus efectos empezarán a manifestarse.

 

Claro está, esta receta, tan solo una de miles, no servirá de nada si no se pone mente y corazón —fe— para que se cumpla la petición. Dada la amplia y extensa mitología que atañe a la cultura yoruba y a la santería, mucho de su saber y prácticas religiosas se han permeado en el mundo de los aleyos (“no iniciados”), a pesar de ser una religión a la que se debe ingresar enteramente después de un proceso inexorable. Quizás por eso los no creyentes estigmatizan, banalizan y satanizan sus prácticas a través de argumentos que debilitan su credibilidad. Lo cierto es que la verosimilitud de cualquier religión es directamente proporcional a la fe acumulada en cada persona: de eso dependerán los resultados de sus peticiones.

 

Las investigaciones sobre el culto yoruba y la santería son infinitas. El panteón yoruba es extremadamente complejo y sofisticado, su mitología es muy reminiscente a los griegos antiguos, según Migene González-Wippler, una reconocida antropóloga, psicóloga y santera puertorriqueña. Sus dioses y diosas son conocidos como Orishas y de ellos se deriva uno de los imaginarios esotéricos más complejos de las creencias ancestrales afrocaribeñas. Su estudio y preparación son infinitas, ricas y llenas de detalles como su historia, tanto que sería una tarea muy compleja tratar de sintetizarlas: es muy probable que hasta el libro de santería más gordo que exista carezca de algunas filiaciones. Mientras tanto, aquí van sus generalidades.

 

Sincretismo puro

 

“La magia latinoamericana, mejor conocida como santería, nació en Nigeria, a orillas del río Níger. Este es el país de origen de la gente yoruba que, entre muchas otras tribus africanas, fue traída al Nuevo Mundo por traficantes de esclavos hace más de cuatro siglos. Los yoruba trajeron consigo la mitología colorida de su religión, conocida en Cuba como locumí y en Brasil como macumba”, cuenta Migene González-Wippler en la introducción de su libro Santería, magia africana en Latinoamérica.

Fue en Cuba, cuando era colonia española, donde la santería se desarrolló extensamente. Se dice que el primer babalawo que existió en la Isla se llamó Addeshina (Obbara Meyi), quien logró tragarse los ikines (semillas) antes de que lo capturaran y los defecó en el barco. “Aproximadamente en los años 1700 o 1800, los africanos eran capturados tal cual unas bestias por los colonizadores para ser esclavizados. Para ese entonces, y ya desde mucho antes, ellos tenían su principio religioso muy definido en cuanto a idiosincrasia, comportamiento y lenguaje. Cuando eran apresados y traídos a América Latina para ser comercializados como esclavos, eran despojados de todas sus pertenencias y alejados de sus familias, pero hubo una persona, un babalawo, que se trajo a Orula representado en ikines. Él dijo que no se movería de su tierra, que no iría a ninguna parte sin Orula, así que se tragó los ikines y los llevó a Cuba, país que, para aquel entonces, era una especie de establo donde se concentraba a los esclavos para ser llevados a distintas partes de América”, cuenta Carlos Machuca (Awo Ni Orunmila Iwory Koso), babalawo y médico cirujano, con muchos años dentro de la religión.

 

Las diferentes tribus africanas esparcidas por todo el continente americano fueron influenciadas por su nuevo entorno y las lenguas de las tierras de su exilio. Así, se fue creando una mezcla de sus creencias con las costumbres de su tierra adoptiva. “Para que la religión pudiese calar y no ser azotados durante sus prácticas, los yoruba o locumíes le dieron características de los santos católicos a sus deidades”, cuenta Machuca. Es así como nace la santería: una mezcla de ritos ancestrales de los yoruba africanos con las tradiciones de la iglesia católica. Es por eso que Santa Bárbara es Shangó, Obatalá es la Virgen de las Mercedes, Elegguá es el Santo Niño de Atocha, Oshún es la Virgen de la Caridad del Cobre, Yemayá es la Virgen de Regla y, así, otras analogías.

 

La sabiduría de los santos

 

Carlos Machuca tiene 30 años y practica la religión yoruba desde los 15. Es de San Martín, se graduó de médico a los 24 años en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), en el estado Lara, pero “andar de bata blanca metido en una clínica o un hospital” no es lo suyo. Por eso trabaja en Fundacredesa y se dedica a explorar y profundizar en comunidades para realizar estudios multidisciplinarios e integrales sobre crecimiento y desarrollo humano. “De esos estudios se generan programas y diseños de políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de la población”, explica Carlos, a quien casi siempre lo llaman por su apellido: Machuca.

 

Cuando se entra al apartamento de Carlos, lo primero que se observa es un altar con varias soperas (jarrones) que representan a los santos de la Oshá. En su iniciación en la tierra de Oshá coronó a Shangó y más adelante, en su ceremonia de Ifá, se consagró como babalawo. Actualmente tiene un número de ahijados a los que atiende como si fueran sus propios hijos. Su creencia en el poder y la sabiduría de los santos es tan grande como su carisma y, sin caer en una visión etnocentrista, sigue al pie de la letra las indicaciones que las deidades le proporcionan. “Actualmente se ven en todos lados iyawoses, santeros, fiesta fumi añá, wemileres, pero así como vemos todas esas manifestaciones, también se ven personas que no cumplen con los principios que le dictan los santos u Orula. Existen personas que solo se meten en la religión por el hecho de pertenecer a algo sin realmente sentirla. Se coronan el santo y andan de iyawó, pero los ves en la calle a las nueve de la noche, los ves bebiendo, en moto, y la verdad es que hay ciertas condiciones que uno tiene que cumplir”.

El iyawó no puede estar en la calle después de las seis de la tarde, no se puede mojar con agua de lluvia, no debe hacer cola, no puede fotografiarse ni filmarse, no debe caminar desnudo por la casa y mucho menos mirarse desnudo en los espejos. Tampoco puede matar, blasfemar, mentir, irrespetar a los ancianos ni muchas otras cosas que comprometan su pureza en su año de iyaworaje.

El practicante de la religión yoruba o santería vive según los consejos de los santos para tener una mejor y larga vida. “La persona que se inicia tiene que aceptar su destino de ser babalawo o de cumplir cualquier otra misión. Hay quienes se preguntan por qué muere tan temprano un iyawó si se supone que los santos lo protegen: simplemente porque no siguen las reglas al pie de la letra”, explica Luis Alfredo Martínez (Awo Ni Orunmila Ojuani Boshe), babalawo de 37 años con más de diez como practicante y abbure (hermano) de Machuca. “Todo lo que se haga tiene que ser con permiso del santo”.

Pero no solo se trata de seguir las reglas sino de internalizarlas. “Si los santos te piden que dejes tu trabajo es porque quizás no estás en la vocación correcta. Las doctrinas o leyes que dictan los santos deben ser interpretadas y ahí el gran asunto de los babalawos: cuando no se cumple una predicción, el análisis no fue hecho correctamente. Hay estafadores y estafados en este mundo de la santería, de eso no hay duda. El babalawo debe estudiar y comprometerse seriamente para ayudar a la persona que acude a él y hacer una lectura correcta de los signos que los santos dan”, explica Martínez, quien está seguro de que lo que él hace funciona.

 

Espiritismo, palería, santería, vudú

 

Es muy frecuente que se le llame “brujería” a todo lo que tenga que ver con santeros y espíritus. Lo cierto es que se diferencian en sus prácticas. “Yo respeto las creencias de los demás, claro está, priorizando la mía. Pero si ese respeto existiera en los creyentes de otras religiones, con las tantas ramas que se practican aquí, este país fuera una potencia religiosa. Si las ramas se unieran, fuera muy bonito. Por ejemplo: yo soy babalawo y transmito a la persona el mensaje que Orula dé; el espiritista ayuda con el mensaje de los espíritus; lo mismo hace el conocedor del vudú o el que lee las cartas o fuma el tabaco. Si esto fuera así, las adivinaciones fueran más completas. No es que la del babalawo no sea completa, sino que si se unen más fuerzas, se incrementa la sabiduría”, explica Martínez.

Actualmente Quinta Crespo, un sector ubicado en el centro de Caracas conocido por su diversidad comercial, representa un epicentro para la comercialización de artículos necesarios para las recetas y rituales de la comunidad yoruba, santera, espiritista, palera o vudú. En esas casas o tiendas se consigue todo lo necesario para hacer el santo. Los “combos de santos” son cestas que contienen todos los artículos necesarios para la ceremonia: desde una fragancia, soperas, collares, hasta bastones, espadas de madera o cofrecitos. Sus precios varían dependiendo del santo: el más barato ronda los Bs. 10.000, mientras que el más caro puede llegar a costar Bs. 25.000. Hacerse el santo es una ceremonia que implica la participación de varias personas, el alquiler de un local y la adquisición de animales para los sacrificios. El costo total puede llegar a los 150.000 bolívares.

La comunidad santera en Venezuela representa 8% de la población, según Carlos Guédez, babalawo al frente del proyecto Orunmila Ni Ifa Oniifa. Actualmente existen salones que se alquilan solo para la realización de ceremonias tradicionales yorubas, escuelas de santería, publicaciones periódicas, publicidad para babalawos y santeros, líneas de ropa especializada e infinidades de casas santeras.

 

La letra del año

 

Es una ceremonia que se realiza cuando se ha cumplido un ciclo de 365 días, donde los sacerdotes mayores de la religión yoruba, compuesta por los sistemas o reglas de Osha e Ifá, invocan a Orunmila, deidad encargada de desvelar el destino de la humanidad. Analizan una serie de signos donde se dan sugerencias y advertencias para el próximo año.

Según el babalawo Carlos Ríos (Awo Ni Orunmila Omo Oddum Ogbesá), no existe una letra de año para Venezuela. “Al disolverse Asoifa, esta tarea quedó huérfana, tanto así que no se hicieron, para ese año 2010, las obras previas para la letra del 2011. Es entonces cuando algunos babalawos mayores, que pertenecieron o no a la referida organización disuelta, reunidos en sus grupos individuales que nosotros llamamos ile de Ifá (casas de ifá), deciden sacar sus “letras del año para Venezuela”, mientras otros las denominaron “orientaciones para el país”, es decir, se dio más de una “letra del año” de manera simultánea, cada una distinta de la otra, cada una vaticinando un ire (hecho positivo) u osogbo (hecho negativo) diferente. Ni siquiera cuando Adalberto Herrera (fundador de Asoifa) ha publicado orientaciones trimestrales para los venezolanos, se puede decir que es la “letra del año”.

 

Ríos, quien es comunicador a través de las redes sociales, ha trabajado en radio y actualmente forma parte del equipo de Responsabilidad Social y PNI del Minci, está seguro de que debe existir tolerancia entre la comunidad de babalawos y santeros.

“Si no logramos, en general, el concilio necesario ni el consenso de criterios para obtener una interpretación lo más amplia posible, será muy cuesta arriba que nos tomen en serio dentro de la sociedad donde nos desenvolvemos. Es indispensable que dejemos a un lado aquellas cosas que nos separan, que nos toleremos y escuchemos entre nosotros mismos para que el resto de los seguidores de esta religión, de otros cultos animistas y de aquellos que no creen en nosotros pero a quienes les pueda llegar el mensaje, lo reciban y lo internalicen. Uno de los principales refranes está en el signo Ogunda Masá: ‘En la unión está la fuerza’, y en estos tiempos es necesario estar unidos y ser fuertes”.

 

__________

 

Glosario

Ifá: subsistema oracular de Oshá-Ifá.

Orisha: dios o diosa yoruba.

Babalawo: sacerdote.

Oshá: dícese de algunas deidades que se asientan en la cabeza. Denominación genérica de lo relativo al subsistema oracular del dilogún.

Iyawó: iniciado en la santería.

Orula: propietario de la tabla de Ifá.

Locumí: santería cubana.

Oddun: signo del oráculo de Ifá que rige el comportamiento de una persona.

 

__________

 

Rango constitucional

 

En el Capítulo III de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que habla de los derechos civiles, se encuentra el artículo 59, que reza: “El Estado garantizará la libertad de religión y de culto. Toda persona tiene derecho a profesar su fe religiosa y cultos y a manifestar sus creencias en privado o en público, mediante la enseñanza u otras prácticas, siempre que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público. Se garantiza, así mismo, la independencia y la autonomía de las iglesias y confesiones religiosas, sin más limitaciones que las derivadas de esta Constitución y la ley. El padre y la madre tienen derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa que esté de acuerdo con sus convicciones. Nadie podrá invocar creencias o disciplinas religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos”.

 

(Ciudad CCS)