En El joven Frankenstein, en la que dio vida al Dr. Frankenstein, ofreció una de sus mejores actuaciones como un científico loco. Y demostró toda su grandeza.

 

Demencia irracional
 

Su comportamiento le permitía pasar de una dulzura apacible a una demencia irracional, y todo lo que hay de por medio. Wilder murió el domingo en Stamford, Connecticut, de complicaciones relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. Tenía 83 años. 

 

Podía pasar a la histeria
 

Fue un terremoto de neurosis que estremecía parpadeando y sudando antes de quebrarse y pasar a un estado de histeria. “¡No puedo parar! ¡Estoy histérico!”, gritó como Leo Bloom en “Los productores” cuando el planificado fracaso de Broadway se negó a fracasar. Su socio (Mostel) intenta calmarlo echándole un vaso de agua en la cara. Pasa un segundo. “¡Estoy mojado! ¡Estoy mojado! ¡Estoy histérico y mojado!”. 

Inició en la actuación con su madre
 

Nacido Jerome Silberman en Milwaukee, Wilder comenzó a actuar para su madre, quien quedó medio paralizada por un ataque cardíaco cuando él tenía seis años, como una manera de entretenerla y alegrarla. 

 

Usaba la risa para defenderse
 

Con el tiempo estudió con Lee Strasberg en el Actor’s Studio, pero ese aura inicial —de risa rodeada de oscuridad— nunca lo abandonó. “Vengan conmigo y entrarán a un mundo de pura imaginación”, cantó en “Willy Wonka y la fábrica de chocolate”. 

 

Uso el encanto y la extravagancia
 

Su Wonka fue de inmediato un clásico inconfundible. Su combinación de encanto y extravagancia, oscuridad y rareza le inyectó vida al relato de Roald Dahl. Su Wonka fue demasiado para los primeros públicos (el filme tuvo un buen desempeño en taquilla) pero llegó a ser adorado por su desequilibrada complejidad. 

 

Su vida fue un festín de locura
 

“Soy un actor, no un payaso”, Wilder solía decir. Sus primeros papeles en la pantalla grande fueron un festín de locura en la cinta de Woody Allen “Todo lo que usted quiso saber de sexo y nunca se atrevió a preguntar”. 

El Dr. Frankenstein fue su mejor película
 

En El joven Frankenstein, en la que dio vida al Dr. Frankenstein, ofreció una de sus mejores actuaciones como un científico loco. La escena en la que él y su monstruo cantan y bailan al ritmo de “Putting on the Ritz” vestidos de esmoquin, resumiría más que cualquier otra a Wilder en toda su grandeza.

 

(laprensa.com)

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