El axioma según el cual “el que se mete con Venezuela se seca” parece encaminado a confirmarse una vez más con la renuncia de la embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas, Nikki Haley, quien dimitió al cargo, según informaciones de la prensa internacional.

 

Aunque probablemente la dimisión tenga diferentes causas, es toda una muestra de casualidad (¿o de sincronicidad?) política el que se produzca apenas unos días después de que la diplomática apareciera públicamente desgañitándose en una calle de Nueva York, encabezando una manifestación contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro.

 

La imagen de Haley, megáfono en mano, rompió con buena parte de las exigentes formalidades de la diplomacia multilateral que rara vez abandona las flamantes instalaciones de la ONU.

 

Haley se ha perfilado en los últimos meses como una de las figuras más virulentas de la oposición externa de Venezuela. No solo lideró esa protesta contra Maduro en la Gran Manzana, sino que también había estado en un acto de calle en Cúcuta, con los ciudadanos venezolanos que en ese momento estaban ingresando a Colombia. Igualmente ha pronunciado agresivos discursos contra dirigentes políticos revolucionarios, como el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello.

 

“Hasta que se vaya”

 

 A través de su altavoz portátil, Haley prometió que ella, el presidente Donald Trump y el Gobierno de los Estados Unidos “alzarán sus voces ante la comunidad internacional hasta que Maduro se vaya”. Aseguró que “no vamos a dejar que el régimen de Maduro, apoyado por Cuba, siga haciéndole daño a la gente. No dejaremos de levantar nuestras voces hasta que Maduro se vaya”.

 

Como si fuera una dirigente política local,  la embajadora criticó a Maduro por su comida en un restaurante turco, “mientras su pueblo muere de hambre”.

 

La airada protesta callejera de Haley lució como una respuesta a la presencia de Maduro en la 73 Asamblea de la ONU, durante la cual pronunció un discurso de 50 minutos en el que fustigó al injerencismo estadounidense.

 

La ultra de la ultra

 

Haley, cuyo verdadero nombre (por su origen indio) es Nimrata Randhawa, tiene 42 años y fue gobernadora de Carolina del Sur. Pertenece al sector más extremo del Partido Republicano. Se le acusa de ser una agente muy activa del sinonismo. Durante una reciente conferencia suya en la Universidad de Texas, fue sometida a un escrache por partidarios de la causa palestina, que la acusaron de ser “asesina”.

 

Su carrera política ha estado vinculada siempre a la corporatocracia estadounidense. Entre sus financistas se cuenta el Consejo  de Intercambio Legislativo Norteamericano (Alec, en inglés), un lobby integrado por algunas de las empresas más  poderosas y contaminantes de EEUU.

 

Entre los venezolanos que han estado cerca de la embajadora estadounidense figuran el exalcalde prófugo Antonio Ledezma, el abogado Miguel Ángel Martín (quien funge como presidente del llamado Tribunal Supremo en el exilio) y Diego Arria, promotor furibundo de la intervención militar estadounidense en Venezuela.

 

(LaIguana.TV)