La chica de 19 años fue a Urgencias del Hospital de Salt (Gerona) porque le había salido un orzuelo en el ojo. Lo que ella no esperaba era que el médico que la atendió le acabase metiendo los dedos en la vagina, «para descartar que tengas un cáncer de cuello de útero».

 

Este es el sexto caso de abusos sexuales al que se enfrenta el doctor Josep Costa, exjefe de Urgencias del Hospital Santa Caterina de Salt. Actualmente se encuentra preso en la cárcel de Quatre Camins. Está cumpliendo 8 años de condena, porque en los otros cinco anteriores fue considerado culpable.

 

Aunque Costa niega la mayor y atribuye las denuncias a un complot de supuesto enemigos suyos del sector de la sanidad catalana, lo cierto es que todos los casos (acontecidos entre 2005 y 2008) tienen muchas similitudes: seis mujeres. Todas tienen entre 40 y 50 años, salvo la última denunciante que tenía 19 cuando sucedieron los hechos. La mayoría de ellas son extranjeras, con poco tiempo de residencia en España, o habitantes de pueblos pequeños y zonas rurales. Un factor que contribuye a que las víctimas no denuncien por miedo a que no las crean. 

 

Y eso es exactamente lo que sucedió en este último caso. Los presuntos abusos se produjeron en 2005, pero la chica esperó nueve años para poner la denuncia. Mantuvo silencio durante todo este tiempo, pero decidió contar su caso a la policía en noviembre de 2014, cuando leyó que aquel doctor había sido juzgado y condenado por varios casos similares.

 

Tocamientos, masturbaciones, insultos, insinuaciones, comentarios de índole sexual… Elementos todos que no deberían encontrarse en una consulta médica, pero que formaban parte del modus operandi del doctor Costa con algunas de las mujeres a las que atendía. 

 

«Estás muy buena para echar un clavo»

 

Por ejemplo: en el primer caso denunciado, una mujer venezolana que acudió al médico por una serie de dolores musculares. El doctor Costa la empezó a masajear de forma lasciva desde atrás, le agarró un pecho y le dijo que «estás muy buena para echar un clavo». Luego le recetó un antinflamatorio que ella no necesitaba, «porque así no podemos follar», le justificó el médico. Además, le prometió que pasaría a visitarla por su casa en breve. Y eso hizo, a los pocos días la llamó desde un número oculto diciéndole que estaba cerca de su casa, que la llamaba para ver cómo se encontraba para mantener con ella relaciones sexuales.

 

Con la segunda denunciante se cortó todavía menos. La mujer, que había trabajado tres años en el hospital, acudió al CAP del municipio gerundense La Cellera de Ter por un dolor en la cintura. Allí fue visitada por Costa, que le bajólas bragas. Ella le explicó que había sido sometida a un reconocimiento ginecológico poco antes, que estaba bien en ese aspecto. Pero él la desoyó, le introdujo los dedos en la vagina, le acarició el clítoris y le realizó comentarios de naturaleza sexual.

 

Con la tercera llegó incluso a tener un altercado. La mujer acudió al médico a visitarse de urgencia porque se había hecho una fisura en el coxis. Como si tuviese algo que ver, el doctor Costa le empezó a magrear los pechos. La víctima se percató de lo improcedente del supuesto reconocimiento y se lo recriminó al médico, que montó en cólera y la empezó a insultar diciéndoleque era una muerta de hambre. La exploración acabó con el doctor Costa metiendo sus manos bajo el pantalón de la mujer.

 

En el cuarto caso, la paciente llegó al hospital porque sufría sangrado vaginal, pero tuvo que soportar que el médico le pinzase los pezones. En el quinto caso, la mujer fue a hacerse una citología vaginal pero el médico aprovechó para intentar masturbarla hasta en dos ocasiones.

 

Humilladas, violentadas, bloqueadas

 

Todas ellas manifestaron haberse sentido humilladas y violentadas. Y en todos los casos se repitió el mismo patrón: las víctimas se sintieron tan bloqueadas que no acertaron a reaccionar en el momento y no denunciaron hasta tiempo después, cuando lo consultaron con sus respectivas familias que les alentaron para denunciar. Josep Costa ya fue juzgado y condenado por estos cinco abusos en 2014. En su defensa alegó que todo aquello era un complot contra él en el que había mucha gente implicada, desde médicos hasta directivos, pasando por pacientes y sus familiares, que habrían sido convencidos para mentir en el juicio. El juez no dio credibilidad alguna a la versión del médico y le impuso una condena de ocho años de prisión.

 

Cuando se hizo público el caso, una sexta mujer identificó al doctor y decidió hablar. Ella asegura que también fue objeto de abusos sexuales por parte de Costa en 2005, pero no se atrevió a denunciar antes porque es extranjera, llevaba poco tiempo en España cuando se produjo el presunto delito y no se defendía bien con el idioma. Al ver que el suyo no había sido un caso aislado, decidió poner una denuncia.

 

Se acaba de celebrar la vista oral, en la que el médico aseguró que él jamás había visitado a aquella paciente. Su abogado, Carles Monguilod, ha pedido la absolución. Pero vistos los antecedentes, existen indicios claros de que Costa también podría haber incurrido aquí en un delito de abuso sexual.

 

(El Español)