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Los vecinos del edificio D6 murmuraban sobre el crimen en el apartamento DF, en el piso cuatro. La víctima, un estudiante de reputación intachable, obediente y educado. Sospechaban que el asesino del pequeño Eddy José Parra Bermúdez (12) pertenecía a su entorno o tenía la llave de la reja roja que separaba el pasillo oscuro de la puerta de su residencia. La Policía científica confirmó su hipótesis, Edduin José Parra Fuenmayor (18), hermano paterno del niño, y su amigo, Jonathan Brayan Rival Beana (18), se confabularon para estrangularlo y golpearlo con una mandarria.

 

La sangre quedó de evidencia. Las gotas se extendían desde el umbral de la puenta principal y se perdían en la penuntra del pasillo. La conserje quería deshacerse de aquello, pero los inquilinos se lo impidieron. La mujer anhelaba borrar con un lampazo los gritos de los padres y la imagen del niño con una toalla en el rostro y la hemorragia en su cabeza. «Lo atacaron sin piedad», se lamentó.

 

En unas horas, la División de Homicidios de la Policía científica resolvió el enigma. Parra planificó el asesinato desde hace días, aprovechó que los padres salieron para el mercado e ingresó.

 

Los oficiales explicaron que el estudiante sorprendió a su pariente y a su acompañante cuando hurtaban. No pensaron en otra alternanativa y lo golpearon dos veces con una mandarria en el cráneo hasta partirlo. Luego lo apretaron del cuello hasta que dejó de respirar. Antes de huir, buscaron en el apartamento un celular Vtelca, modelo Victoria; una canaima y un PlayStation 3.

 

La familia encontró ayer, a las 10.00 de la mañana, al herido. Lo llevaron al Hospital Manuel Noriega Trigo, pero llegó sin vida. Ninguno quiso hablar del caso.

 

A los sospechosos los rastrearon hasta el barrio Felipe Pirela, al oeste de Maracaibo. Allí encontraron el teléfono, la computadora, una tableta y el juego del pequeño. Ambos quedaron a disposición del Ministerio Público.

 

(www.laverdad.com)

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