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No hay espacio para otra cosa que para el estupor. Maracay, capital del estado Aragua, está  impactada. Ana Virginia Hernández Hernández, de 38 años, y docente de profesión, planificó y ejecutó el robo y asesinato de sus padres y de su propia hija, de solo 11 años, el pasado sábado. La ayudó su novio y hay otros cuatro  implicados. 

 

La niña murió, este miércoles, en el Hospital Central de Maracay, donde fue trasladada desde una clínica privada “para ser intervenida y operada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Fue atacada brutalmente, a golpes, con un objeto contundente”, dijo la jefa del Cicpc del estado Aragua, Mercy Bracho.  

 

Lo que más sorprende a los aragüeños, y a todo el país, es la sangre fría en la declaración de Hernández, detenida por el Cicpc en el mismo centro asistencial donde atendían a la pequeña: “Me tenían obstinada”, declaró.  

 

El sábado, Ana Virginia dijo a sus padres, Omar Alberto Hernández Sabatino (72) y Addays Virginia Hernández de Hernández (67), que iría a hacer unas diligencias al centro de Maracay. Pero nunca salió del urbanismo. Se escondió en la parte trasera de la camioneta de Addays, una Ford Explorer, y esperó. 

 

Al recibir la señal, Ana Virginia abrió la puerta. Entraron su novio, Víctor Ángel Brito (45), Arturo Candiales  (27), la pareja de este, Yusmary  Méndez , y alias “El Luis”. Los sometieron y Ana ordenó que los encerraran. 

 

En la Explorer montaron televisores, equipo de sonido, laptops y otros objetos de valor. Ana se apropió de una chequera y varias tarjetas de crédito. 

 

El objetivo era asesinar a los padres y a la niña y robar como pago. “Ellos le habían quitado la custodia de la hija y la reprendían constantemente por su modo de vida”, explicó la comisaria.

 

La primera en morir fue la madre.  A Addays la golpearon  con un objeto contundente, “probablemente con  la cacha de una escopeta”, adelantaron funcionarios. “Mátenlos, me tienen obstinada”, habría ordenado Hernández.

 

La madre  presentó marca de ahorcamiento con cable del teléfono. Según la primera versión, le mutilaron unos dedos.  Omar y la niña también fueron atacados. Pensando que los tres estaban muertos, y simulando un robo, Ana fingió  pedir auxilio a los vecinos. Denunció en el Cicpc y fue a la clínica.

 

Su padre resultó herido de gravedad y fue trasladado a un centro privado, donde falleció el pasado martes. 

 

“A Ana Virginia la delató la telefonía. En un centro comercial de  la ciudad  planificaron todo”, dijeron. 

 

Ella delató a sus compinches. El Cicpc fue a San Mateo a buscarlos, pero no encontraron a Candiales. Lo habían matado, minutos antes, en una guerra entre bandas. Su pareja, Yusmary, estaba en la casa asimilando la mala noticia. Allí la encontraron. Guardaba las pertenencias de los esposos Hernández, y la Ford Explorer. 

 

Ana Virginia  también es educadora de niños especiales, como lo fue su madre, quien trabajó en el colegio La Consolación. Su padre era ingeniero agrónomo, docente del núcleo de la UCV en Maracay. La hija estudiaba primaria. En Aragua hay dolor. Allá a la parricida y filicida  la llaman “La Monstruo”.  

 

(Panorama)

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