Muchos propagandistas opositores siguen insistiendo en señalar el 10 de enero como el momento de una jugada maestra que generará lo que han llamado una crisis constitucional. 

 

Para que esa jugada tuviera viabilidad, un requisito importante sería que la Asamblea Nacional, ampliamente dominada por la oposición, tuviera una postura unitaria. Pero, ¿en las actuales circunstancias de las fuerzas opositoras tiene alguna lógica esperar un resultado tan ambicioso? No parece.

 

La situación del bloque opositor es tan difícil que incluso hablar de bloque puede parecer una ironía. En esas condiciones, aún es una incógnita cómo va a resolverse la designación de la nueva directiva del Parlamento. De hecho, está planteada una sorda guerra entre los radicales y los moderados luego de que circulara la versión de que existe un acuerdo para que el presidente sea Timoteo Zambrano, un partidario del diálogo con el  Gobierno.

 

La talanquera móvil

 

La talanquera tiene fama de ser la división entre el Gobierno revolucionario y la oposición. Pero desde mediados de 2017, los saltos más notables se han registrado en talanqueras endógenas opositoras.

 

Las talanqueras internas de la antirrevolución son móviles. Un día están en un sitio, y al día siguiente están en otro. No es de extrañar, pues así son también sus principios.

 

Los movimientos internos que involucran a diputados a la Asamblea Nacional y algunas figuras de la política massmediática, reflejan las divisiones profundas y cada vez más evidentes entre los grupos que formaron la coalición esa de la Unidad Democrática,  muy exitosa hasta su sonora victoria en las elecciones parlamentarias de 2015.

 

Tanto la MUD como su predecesora, la Coordinadora Democrática, han sido alianzas pegadas con alfileres. Partidos políticos tradicionales, partidos de la derecha emergente y movimientos políticos ficticios creados en laboratorios, se unieron por dos razones: órdenes superiores y el deseo compartido de derrocar primero a Chávez y luego a Maduro.

 

La derrota liquidó a la Coordinadora Democrática, que no pudo con Chávez ni con un golpe (a pesar del éxito inicial) ni con el circo de plaza Altamira ni con el paro petrolero ni con el referendo revocatorio. 

 

En cambio, a la MUD la destruyó la victoria. Tras ganar de manera contundente las legislativas, cada uno de los integrantes del elenco opositor se volvió loco a su manera. Llegaron a esa cuota de poder dando ultimátum y haciendo desplantes, pero ninguno logró concretar medidas efectivas en el terreno de la política real.

 

Los cuatro meses de violencia de 2017 y la respuesta política de Nicolás Maduro, la Asamblea Nacional Constituyente, fueron las cargas de profundidad contra la endeble unidad opositora. Desde esos días trágicos de coqueteo con la guerra civil no han podido levantar cabeza, a pesar de que en un cuadro económico tan oscuro cualquier oposición habría salido fortalecida.

 

Saltos intraescuálidos

 

Un recuento de los movimientos internos de la oposición sirve para entender un poco la dinámica de su atomización.

 

La primera fisura la marcaron, como era natural esperar, los sectores comprometidos con la violencia. María Corina Machado y Antonio Ledezma, con sus movimientos Vente y Alianza Bravo Pueblo, motorizaron la conformación de la fracción denominada 16 de Julio, en noviembre de 2017. 

 

En abril de 2018 hubo otro reacomodo interno. Surgió un grupo nuevo, llamado Prociudadanos, que tomó cuadros de  varios partidos: Timoteo Zambrano, Melva Paredes, Chaim Bucarán, Maribel Guedez, Adolfo Superlano, José Sánchez (de UNT);  Kerrins Mavarez (Acción Democrática);  Freddy Castellanos y José Gregorio Aparicio (Gente Emergente); José Antonio España (Primero Justicia) y el diputado indígena  Romel Guzamana.

 

En julio de este año, Acción Democrática se retiró oficialmente de la coalición, alegando que había perdido su capacidad para alcanzar acuerdos internos.

 

La experiencia de Prociudadanos fue efímera, pues Zambrano, Aparicio y España fueron expulsados de esa organización, liderada por el periodista Leocenis García, quien aparece en cuñas de televisión por cable como un prematuro candidato presidencial. Los tres crearon la fracción Cambiemos que terminó aproximándose a la bancada de la Concertación, vinculada a Avanzada Progresista, el partido de Henri Falcón.

 

Estas marejadas internas tuvieron una consecuencia visible cuando la Asamblea Nacional debatió la moción de declarar persona non grata al expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. La tendencia más radical se molestó tanto porque no pudo lograr su objetivo que optó por tratar de «rayar» a los diputados que no apoyaron la propuesta. Publicaron una lista calificándolos de colaboracionistas de la dictadura.

 

Para completar las sacudidas internas, en noviembre el partido La Causa R anunció que actuará como una bancada autónoma.

 

Esta es la tomografía de la oposición para el comienzo de diciembre. ¿Tendrá posibilidades de reagruparse de aquí al 5 de enero, cuando se escoja al sucesor de Omar Barboza y luego, para la jornada del 10 y su cacareada crisis constitucional? Tal parece que para eso se necesitaría un milagro de Navidad.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)